Exaudi ha conversado con el padre Diego Cano, sacerdote español ordenado e incardinado en la diócesis de Huancavelica, Perú. El departamento de Huancavelica se subdivide en 7 provincias y su capital se encuentra encerrada entre las altas montañas andinas, a 3.678 metros sobre el nivel de mar.
Según los datos aportados por el Programa de Promoción Social Huancavelica Sur antes de la crisis actual provocada por el coronavirus, el 83% de la población vive en pobreza. De ellos, el 52% vive en pobreza total y el 41% en pobreza extrema.
Diego y Huancavelica
El ahora padre Diego Cano, natural de Cádiz, España, cuenta cómo estudiando en la Universidad Politécnica de Madrid maduró la vocación sacerdotal y regresó a su ciudad natal para ingresar en el Seminario Conciliar de San Bartolomé. Al terminar los estudios eclesiásticos, el obispo creyó necesario que, como seminarista, Diego hiciera una experiencia misionera en el Perú.
Ante esa oportunidad, Diego recordó que desde hacía años en su colegio se organizaba un campo de trabajo en Huancavelica, en el que nunca participó pero le hubiese encantado hacerlo. Se dirigió entonces a los sacerdotes españoles que se encuentran allí y el rector del seminario local le ofreció trasladarse hasta ese lugar geográfico para ayudar en la labor pastoral de la diócesis y dar clases de Filosofía.
Cano llegó en noviembre de 2018 a Huncavelica y se ordenó el 16 de enero de 2020, de manos del obispo Mons. Isidro Barrio Barrio. El ahora padre Diego imparte clases en el Seminario Mayor de Nuestra Señora de la Evangelización y se encuentra destinado en la parroquia de la Ascensión.
Llegada del coronavirus
Al principio de la pandemia, cuando otros países se veían fuertemente afectados por la COVID-19, parecía que el virus padecía el “mal de altura” y no llegaba con tanta intensidad a la zona de Huancavelica. No obstante, el entrevistado cuenta que “aunque al principio parecía que el virus no se iba a atrever a subir a la alta Huancavelica, al final llegó tarde pero muy violento. Llevamos casi un año con los dos hospitales y postas médicas del departamento colapsados y con una gran cifra de fallecidos. No ha habido ningún momento de tregua e incluso hace unos meses que empezaron los contagios y muertes en las zonas rurales más apartadas”.
En este lugar “son muy pocas las personas que no han pasado la COVID-19 e incluso algunas familias se han contagiado hasta dos y tres veces”. Los sacerdotes y religiosas “también hemos enfermado, pero gracias a Dios con levedad a excepción de dos padrecitos –ya totalmente recuperados- que necesitaron hospitalización”.
A nivel diocesano, el padre destaca que Huancavelica ha sido “de las pocas diócesis en el Perú donde los fieles han podido frecuentar los sacramentos, por supuesto con la debida prudencia. Tenemos que agradecer a las autoridades y fuerzas de seguridad regionales por su sentido común en este sentido, sintiendo ellas mismas en sus personas y familias la necesidad del alimento espiritual”.
Previsiblemente, las circunstancias económicas y sociales en este departamento, considerado “el más pobre del Perú, con una economía en la mayoría de las familias de subsistencia y de vivir al día” han empeorado debido a la pandemia: “La situación ha sido muy angustiosa -y lo sigue siendo-, más por las restricciones que por la propia enfermedad. Mucha gente, por ejemplo, se ganaba la vida con la venta ambulante de sus productos del campo o artesanales día a día”, describe Diego.
Asimismo, continúa, “se ha juntado la gran cantidad de huancavelicanos residentes en Lima que no tuvieron más remedio que volver a sus pueblos después de tiempo, pues con la inamovilidad se iban a morir de hambre en la capital. Algunas familias caminaron cientos de kilómetros desde Lima ocultos a través de los cerros, pasando la noche a la intemperie a miles de metros de altura. Sabían que sus parientes y vecinos del campo después de años les acogerían y, a pesar de la pobreza y del riesgo de contagio, les compartirían un trozo de chacra para cultivo, les obsequiarían algún animal y les ayudarían a construir sus casas de adobe”.
Frutos espirituales y caritativos
No obstante, en medio de tanta enfermedad y sufrimiento, el sacerdote español relata que, “como en muchos lugares del mundo, no nos podemos quejar en lo que a frutos espirituales se refiere. Muchas almas se han acercado a Dios, o al menos se han replanteado algunas cosas. También hemos tenido los sacerdotes más tiempo para las misiones al haber menos actividad pastoral en la ciudad, pudiendo ofrecer una mejor atención espiritual a los campesinos en zonas apartadas”.
Otro fruto que resalta es “la cantidad de personas conocidas y desconocidas que han colaborado en cuestiones caritativas. Esta crisis sanitaria y económica ha sacado lo mejor de mucha gente”. En este sentido, “la labor de Cáritas diocesana ha sido imponente, llevando lo necesario por todos los rincones de las siete provincias que conforman el Departamento y Diócesis de Huancavelica. El personal de Cáritas, naturalmente, también se ha preocupado por la evangelización, llevando siempre a uno o varios sacerdotes en cada campaña que se realizaba”.
La labor y testimonio de los misioneros
Recientemente el Papa Francisco aceptó la renuncia de Mons. Isidro Barrio Barrio, obispo de Huancavelica durante 20 años, por motivo de edad, ya que el obispo cuenta con 77 años, siendo los 75 la edad canónica a la que se puede solicitar al Pontífice la renuncia. El padre Diego narra cómo a finales de los 70 llegó a Huancavelica un nuevo obispo irlandés, Mons. Demetrio Molloy: “Este pobre misionero se encontró con una docena de sacerdotes ancianos y se fue a España en busca de sacerdotes jóvenes. Mendigando de obispo en obispo, consiguió unos cuantos curas jóvenes, entre ellos el P. Mariano –actual rector del Seminario Mayor- y el P. Isidro –obispo desde hace veinte años y ahora administrador apostólico”.
El primer apostolado de todos estos pastores “fue la construcción del Seminario menor y, pasados unos, años del mayor. Actualmente la Diócesis tiene cincuenta sacerdotes jóvenes y de las parroquias han salido cientos de vocaciones religiosas repartidas por muchos países”.
“También han sido decenas las nuevas iglesias construidas por toda la diócesis, verdaderas joyas artísticas, sin olvidar la puesta en valor de las heredadas de siglos anteriores. Esto ha facilitado la formación de catequistas, tan necesarios en zonas lejanas”, añade.
El sacerdote recuerda también “la labor de promoción social, como el Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, el Comedor de la Providencia, el Centro para la promoción de la mujer Carmen Escrivá, colegios religiosos, etc.”.
Mons. Isidro Barrio y el padre Cándido
Por todo ello, “se palpa fácilmente nada más llegar el profundo cariño que los huancavelicanos –sacerdotes, religiosas, laicos, autoridades…- profesan a los misioneros que han dejado aquí sus vidas, en concreto a Mons. Isidro Barrio”.
Diego también se acuerda del padre Cándido, el primero en llegar a este lugar recóndito, que murió recientemente con 87 años: “Llevaba casi medio siglo en esta tierra del mercurio, pero se seguía notando claramente su origen gallego, por su acento y su inseparable boina negra. Era muy piadoso –dirigía espiritualmente a casi todos los sacerdotes- a la vez que muy pragmático. Por necesidad, se hizo experto en construcción y aprendió el arte del tallado y dorado de la madera. Su aportación fue fundamental para la construcción del Monasterio de Carmelitas Descalzas en esta tierra, desde el cual han salido varias fundaciones y vocaciones a todo el Perú y España”.
“Yo lo he conocido ya con sus 84 años, siendo hasta su muerte mi director espiritual. Se le encontraba fácilmente en el oratorio ante el Sagrario, dando paseos rezando el Rosario o dirigiendo a algún sacerdote, en su taller de retablos tallando con su gubia o dorando y, antes de cenar, delante de un televisor muy viejo y chico viendo el noticiero o el tenis envuelto en una manta”.
Necesidades en la diócesis
Con respecto a las necesidades en esta circunscripción eclesiástica peruana, el padre Diego indica que se trata de una diócesis “joven”, pues “se desgajó de Ayacucho en tiempos de S.S. Pio XII. Siempre ha sido pobre y dependiente del extranjero, especialmente de España y otros países europeos. Es cierto que los últimos obispos han hecho una gran labor en poner en orden y sacar rendimiento del escaso patrimonio diocesano, a la vez que los propios fieles cada vez van siendo más conscientes de la necesidad de sostener la Iglesia, pero seguimos sin ser económicamente autosuficientes”.
“Los Seminarios Menor y Mayor, por ejemplo, se mantienen en gran parte por los padrinos españoles y ayudas de Irlanda. De Alemania llegan ayudas para construir iglesias y adquirir carros. Sin embargo, estas ayudas cada vez son más escasas debido a la secularización en Europa y las crisis económicas”.
Ahora mismo señala que las principales necesidades “son las becas para los seminaristas y mantenimiento de las religiosas, los centros caritativos (asilo, comedores…) y la construcción de nuevas parroquias y la restauración de las valiosas iglesias antiguas”.
Ayuda a Huancavelica: Oración y limosna
Finalmente, el padre Diego se dirige a los lectores de Exaudi de distintas partes del mundo para que ofrezcan su ayuda, primero con la oración, “que está al alcance de todos”: “Los bautizados formamos el Cuerpo Místico de Cristo y vivimos el dogma de la Comunión de los Santos. Esto implica el deber de orar por todos los vivos y difuntos y compartir los bienes espirituales. También este misterio nos mueve a compartir a velar por las necesidades materiales de los otros, sabiendo que al final repercute en el bien de uno mismo. Esto lo vemos desde el comienzo de la historia de la Iglesia, a lo largo de los siglos y los tiempos recientes”.
Huancavelica, apunta, “sigue siendo pobre, pero gracias a la ayuda externa se han forjado numerosas vocaciones, buenos profesionales y familias cristianas. Esto también ha sido en beneficio de otros sitios; por ejemplo, hay sacerdotes y religiosas huancavelicanos sirviendo en España y otros países”.
En segundo lugar, “para quien pueda”, se puede colaborar con esta diócesis peruana a través de la ayuda económica: “Cualquier limosnita humilde se convierte en un dinero curioso, porque aquí el nivel de vida es muy bajo. Me pueden escribir a mi correo, [email protected], para ver el medio más sencillo de colaboración. Dios les bendiga y quedamos unidos en la oración”, concluye.