Monseñor Carlos Márquez: «El amor de Dios todo lo puede»

Testimonio del Obispo auxiliar de Caracas: cómo la fe y el amor de Dios han transformado su vida y ministerio pastoral

En un mundo cada vez más convulsionado y lleno de incertidumbres, el testimonio de Monseñor Carlos Márquez, Obispo auxiliar de Caracas, resplandece como un faro de esperanza y fe. A lo largo de su vida, Monseñor Márquez ha sido testigo del poder transformador del amor de Dios, un amor que ha sido su sostén en los momentos más difíciles y que, según sus palabras, es capaz de superar cualquier barrera. “El amor de Dios todo lo puede”, afirma con convicción, y su testimonio personal es un reflejo vivo de esa afirmación.

Un Encuentro Profundo con el Amor de Dios

La historia de Monseñor Carlos comienza como la de muchos otros: una vida llena de desafíos, dudas y momentos de sufrimiento. Sin embargo, fue precisamente en esos momentos de vulnerabilidad cuando el joven Carlos sintió el llamado divino a una vida dedicada al servicio de Dios y de los demás. En su juventud, Monseñor Márquez experimentó en carne propia las dificultades de la vida. Vio cómo la enfermedad, la pérdida y las adversidades tocan la puerta de cada ser humano. Sin embargo, en medio de esos momentos de prueba, también experimentó un profundo encuentro con el amor de Dios, un amor que le mostró que no hay dolor ni sufrimiento que esté fuera del alcance de su gracia.

Este encuentro personal con el amor divino marcó un antes y un después en su vida. A medida que se adentraba en su vocación sacerdotal, Monseñor Márquez experimentó que el amor de Dios no solo es una presencia abstracta, sino que se manifiesta en actos concretos de compasión, cercanía y solidaridad. “Cuando descubres que Dios te ama, no puedes quedarte indiferente. Su amor te llama a actuar, a ser un instrumento de su paz, a extender ese amor a los demás”, relata Monseñor Márquez, quien a lo largo de su ministerio ha procurado ser un ejemplo viviente de esa invitación al servicio y la entrega.

El Amor de Dios como Fuerza Transformadora

Monseñor Carlos ha vivido y presenciado cómo el amor de Dios puede transformar vidas. Durante su tiempo como sacerdote y más tarde como obispo, ha tenido la oportunidad de acompañar a muchas personas que atraviesan momentos de angustia, soledad y desesperanza. En cada uno de esos encuentros, ha sido testigo de la forma en que el amor divino puede sanar las heridas más profundas y restaurar la esperanza.

“La fe no nos promete un camino sin dificultades, pero sí nos garantiza que nunca estaremos solos. Dios está con nosotros, y su amor todo lo puede”, afirma con un brillo en los ojos. Este convencimiento es el que le ha permitido, durante años, ofrecer consuelo a aquellos que sufren, sin importar las circunstancias. En cada misa, en cada oración, Monseñor Márquez se ha convertido en un canal para transmitir ese amor que sabe que puede sanar, fortalecer y transformar.

A lo largo de su pastoral, Monseñor ha insistido en que el amor de Dios no es algo que se quede en el plano espiritual o abstracto. “El amor de Dios se vive en la práctica”, comenta. Para él, este amor se traduce en acciones concretas: la atención a los pobres, la cercanía a los enfermos, la acogida a los que sienten que no tienen lugar en la sociedad, la paciencia con aquellos que más lo necesitan. En su visión, ser un verdadero discípulo de Cristo es comprometerse a vivir ese amor, llevarlo a las calles, a las familias, a las comunidades.

La Vocación Pastoral como Respuesta al Amor Divino

Uno de los aspectos más destacados de su testimonio es su comprensión profunda de lo que significa ser un pastor. Monseñor Márquez explica que la vocación pastoral no es un cargo, sino una respuesta al llamado de Dios, una invitación a vivir en servicio constante. Para él, el amor de Dios es tan grande que no puede ser retenido; debe ser compartido con todos, especialmente con los más necesitados. “Un pastor debe ser un puente entre el amor de Dios y el pueblo. Mi tarea es ser el primero en amar y el primero en dar testimonio de ese amor”, dice con humildad.


A lo largo de su ministerio, ha hecho hincapié en la importancia de la cercanía con los fieles. Para Monseñor Márquez, ser obispo no es solo un título, sino una responsabilidad que implica estar presente en los momentos de gozo y en los de dolor, acompañar a los fieles en su vida diaria y transmitirles, a través de su ejemplo, la alegría de vivir en el amor de Dios. “Dios me ha llamado a ser su instrumento, pero es Él quien transforma las vidas. Yo solo soy un canal de su amor”, afirma.

Un Mensaje de Esperanza y Confianza

En tiempos de grandes desafíos, donde la crisis social, política y económica golpea a muchas naciones, el testimonio de Monseñor Carlos Márquez es un llamado a la esperanza. Él nos recuerda que, aunque el camino de la vida está lleno de obstáculos, no estamos solos. El amor de Dios está con nosotros, y su poder es infinito. “El amor de Dios no conoce límites. Él puede sanar cualquier herida, restaurar cualquier vida y dar sentido a cualquier sufrimiento”, concluye.

El mensaje central que Monseñor Márquez comparte con quienes lo escuchan es claro y rotundo: el amor de Dios tiene el poder de transformar todo lo que tocamos. En medio de la oscuridad, siempre hay luz, y esa luz es el amor divino. Es un amor que no se cansa, que no se agota y que siempre está dispuesto a abrazarnos, sin importar nuestras debilidades o fracasos.

Monseñor Carlos Márquez es un testimonio viviente de la verdad de que, cuando nos dejamos tocar por el amor de Dios, nuestra vida puede cambiar para siempre. En su ejemplo, encontramos una invitación a confiar plenamente en ese amor, a vivirlo con generosidad y a compartirlo con todos los que nos rodean. «El amor de Dios todo lo puede», y en esa verdad se encuentra la clave para superar cualquier desafío.