San José Obrero, patrono de los trabajadores

Su trabajo, ejemplo para nosotros

San José Obrero
San José Obrero © Cathopic. Angélica Mendoza ن

El sacerdote Rafael de Mosteyrín ofrece a los lectores de Exaudi este artículo sobre la figura de san José obrero, patrono de los trabajadores, cuya festividad es celebrada hoy, 1 de mayo.

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Comenzamos el mes de mayo, dedicado a la Virgen María. Y a nuestra Madre le gusta mucho que, ya desde el primer día, nos acordemos de su esposo en la tierra. Esto es así cada año, y con mayor motivo en 2021 que –hasta el próximo 8 de diciembre- es un año dedicado a san José.

De modo asombroso el Evangelio no recoge ninguna palabra del padre adoptivo de Jesús. Esto nos lleva a pensar en su vida, tan normal y corriente, de gran santidad, y de mucho trabajo. Hizo extraordinariamente bien lo que tuvo que hacer, sin llamar la atención. Sabemos que trabajaba como artesano, o carpintero, al igual que hizo Jesús hasta que cumplió 30 años.

Fue un hombre siempre joven, que amó con delicadeza y ternura a María, su esposa, y alguien que encontró su fuerza en la fe, para respetar y obedecer los caminos de Dios.

San José es un santo que impresiona por su silencio, fue una referencia para las dos personas más grandes de la historia de la  humanidad, sin presumir ante los demás, sin buscar protagonismo. Ningún hombre ha estado nunca tan cerca de Jesús y de María durante tanto tiempo. No necesitamos decir nada si Cristo vive en nosotros. Se habla de otro modo, sin necesidad de palabras, basta la mirada para entenderse.


Como todos los carpinteros tendría clientes muy distintos. A cada uno les atendía con amabilidad, fuesen como fuesen, y realizaba sus trabajos con perfección. Los terminaba bien, y los entregaba en el plazo previsto. Como es propio de un trabajo manual llegar a ser un buen carpintero le hizo desarrollar muchas virtudes. Nos imaginamos su taller muy ordenado, limpio, y su puntualidad para empezar y terminar de trabajar. Igualmente cuidaba todos los detalles pequeños, como es propio de un buen profesional. Se dice de los carpinteros que deben medir dos veces para asegurarse, antes de dar el siguiente paso, y así haría san José.

Es natural que Jesús, desde muy pequeño fuese fijándose en el modo de trabajar de su padre y le imitara, como suelen hacer los hijos. Pero en este caso nos imaginamos también a san José, mirando conmovido la capacidad de su hijo para trabajar mucho y bien. Su prestigio fue creciendo y, años después, Jesús es reconocido como el hijo de José, el carpintero, como escuchamos en el evangelio de la Misa de san José, el 1 de mayo.

El trabajo de san José es un ejemplo para nosotros, tan fácil y tan difícil, de hacer sencillamente lo que debemos hacer en cada momento, y de poner los cinco sentidos en realizarlo muy bien, sin dejar las cosas a medias.

San José es para nosotros un modelo admirable. Un hombre sereno, de sonrisa amable, porque en su alma estaba la paz de Dios. Aunque fueron muchas, y muy graves, las dificultades que debió superar. Jamás perdió los nervios, porque era justo –que quiere decir santo- un hombre que amaba con todo su corazón a Dios.

Desde hace siglos se acude a los tres con una petición que quiere mostrar nuestro deseo de estar cerca de ellos: “¡Jesús, José y María os doy el corazón y el alma mía!”