Entrevista Exclusiva: Cardenal Onaiyekan habla sobre dramática situación de Nigeria

Arzobispo emérito de Abuja

Nigeria cardenal Onaiyekan
El cardenal Onaiyekan conversa con el Papa Francisco © Vatican Media

Cuando se le pregunta si la situación en Nigeria es tan dramática como parece en la prensa, el cardenal John Onaiyekan, arzobispo emérito de Abuja, dice que no lo es, sino que es “peor”.

En una entrevista exclusiva con Exaudi, el purpurado africano ilustró la actual agitación que azota a la nación, entre los resurgimientos terroristas y la criminalidad, el ataque a mujeres inocentes para secuestrarlas, que según él solo se explica porque los autores son “malvados”, y lo que es necesario hacer, también por parte de la Comunidad Internacional, para enfrentar al avance del fundamentalismo islámico en África Occidental.

Además, el cardenal Onaiyekan reflexiona sobre las fuertes palabras del Papa Francisco en torno al suministro ilegal de armas en el continente en el vuelo de regreso de Irak, y su pertinencia para Nigeria, objeto de innumerables ataques terroristas de Boko Haram. “La crueldad humana”, dijo el Pontífice, “es increíble. En este momento, no quiero decir la palabra, está empezando de nuevo”.

“Miremos a África. Y con nuestra experiencia en Mosul, estas iglesias destruidas y todo lo demás, crea enemistad, guerra, y también el denominado Estado Islámico comienza a actuar de nuevo. Esto es algo malo, muy malo”. Cuando el Papa preguntó quién está suministrando armas a estos “agentes de la destrucción”, el cardenal ofrece aquí su aguda evaluación.

En esta entrevista, el ex presidente de los obispos nigerianos reflexiona sobre el vínculo entre la criminalidad y la tensión interreligiosa entre cristianos y musulmanes, y sobre si la emigración es la respuesta para escapar de las dificultades de la nación. También habla de cómo es ser un cristiano practicante en su país, y comparte sus esperanzas para este tiempo de Pascua y el año venidero.

A continuación, sigue la conversación del cardenal Onaiyekan con Exaudi:

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Exaudi: Eminencia, a cualquiera que siga la actualidad le parece que la situación en Nigeria se enfrenta a un periodo lleno de tensiones. Las noticias que llegan informan de secuestros (de sacerdotes, en primer lugar), asesinatos, ataques de los fundamentalistas islámicos en el norte del país… Como ex presidente de los obispos de la nación y arzobispo emérito de Abuja, ¿es la situación tan dramática como parece?

Cardenal Onaiyekan: Sí, la situación es quizá más dramática de lo que parece a la gente que lee las noticias en los medios de comunicación. El hecho es que en nuestro país están ocurriendo cosas que nunca antes habíamos experimentado, y que nunca imaginamos que pudieran ocurrir. La situación de inseguridad, en una nación que no está oficialmente en guerra con ninguna nación extranjera enemiga, ni en estado declarado de guerra civil, no tiene ningún sentido. Nos encontramos en un estado en el que parece que el Gobierno ha renunciado a su deber de garantizar la seguridad de las vidas y las propiedades de los ciudadanos, el principal deber de cualquier Gobierno.

Más preocupante es que los responsables del Gobierno no parecen preocuparse por la difícil situación de la gente, que es víctima diaria de bandidos, terroristas, secuestradores, ladrones armados y todo tipo de asesinos violentos. Se rodean de batallones de agentes de seguridad armados, mientras la población en general queda a merced de los asesinos. Ahora nos preguntamos: ¿es el Gobierno realmente incapaz o simplemente no quiere hacer lo necesario?

Exaudi: ¿Qué está exacerbando el problema de la criminalidad?

Cardenal Onaiyekan: Estoy de acuerdo con el sentimiento generalizado de que esto se debe a que el Gobierno no ha tomado medidas eficaces, no ha perseguido a los criminales y no les ha tratado con firmeza ni a sus promotores, incluso cuando son capturados. Hay muchos rumores de que detrás de la criminalidad hay algunas personas de alto rango que se han convertido en “vacas sagradas” o “intocables”, que se están saliendo con la suya en todo tipo de delitos, no solo en los asesinatos, sino en el robo masivo de fondos públicos. Parece que entre nuestros dirigentes hay algunos que tienen planes ocultos, paralelos o incluso contrarios a los verdaderos intereses de la nación nigeriana. La inexplicable situación de inseguridad en la nación ha llevado a este absurdo punto de vista.

Exaudi: ¿Qué es lo que hay que parar y cómo?

Cardenal Onaiyekan: Los líderes políticos deben mostrar una mayor preocupación por el bien común. Hay que poner a los agentes de seguridad en condiciones de desempeñar sus funciones con eficacia y profesionalidad. En los últimos años, desde el régimen del general Buhari, hemos observado un evidente desequilibrio en el reclutamiento, el nombramiento y el despliegue del personal de seguridad, lo que ha llevado a hacer estridentes llamamientos a favor de una reestructuración de la “arquitectura de seguridad” de la nación. Este desequilibrio en favor de los elementos cercanos a la religión musulmana del presidente y del grupo étnico fulani, ha puesto en duda los criterios para el nombramiento de los principales oficiales de seguridad. Esto tiene un impacto negativo en el rendimiento de nuestras fuerzas armadas y otros agentes de seguridad. No se está haciendo ningún esfuerzo para abordar esta queja genuina y bien fundada.

Por ejemplo, es algo más que meros rumores que enormes cantidades destinadas a la compra de material militar para hacer frente a los terroristas han sido robadas por oficiales de alto rango, militares y civiles. Las investigaciones tienden a alargarse y no son concluyentes. Esto no ayuda a la moral de los hombres y mujeres en las trincheras.

Exaudi: ¿Existe un vínculo entre la criminalidad y la tensión interreligiosa entre cristianos y musulmanes?

Cardenal Onaiyekan: Hay un vínculo, pero principalmente marginal y superficial. Los terroristas de Boko Haram, al igual que sus homólogos del ISIS, afirman ser musulmanes suníes en una yihad para la difusión del islam en Nigeria. Pero debido a su atroz comportamiento de matar, mutilar, violar y secuestrar, han sido rotundamente repudiados por el establishment islámico de Nigeria. Además, aunque a veces seleccionan y atacan a los cristianos y perdonan a los musulmanes, en general sus víctimas han sido más musulmanas que cristianas. Esto se debe principalmente a que han actuado entre poblaciones predominantemente musulmanas. Lo mismo puede decirse de otras formas de delincuencia como los bandidos, los secuestradores y los pastores armados, en su mayoría Fulani. La criminalidad no tiene religión, aunque no se puede negar que la mayoría de los grupos criminales se declaran musulmanes. Esto es sin duda un reto embarazoso para la comunidad musulmana principal, que intenta sin mucho éxito llegar a estos hermanos y hermanas descarriados.

Exaudi: El Santo Padre al regresar de Irak dirigió sus pensamientos a África (última pregunta en el vuelo de regreso: “Increíble la crueldad humana que tenemos. En este momento, no quiero decir la palabra, empezamos de nuevo: miremos a África. Y con nuestra experiencia en Mosul, estas iglesias destruidas y todo lo demás, crea enemistad, guerra, y también el denominado Estado Islámico comienza a actuar de nuevo. Esto es algo malo, muy malo. Una pregunta que me vino a la mente en la iglesia fue la siguiente: pero, ¿quién vende las armas a estos destructores?”) ¿Cree que las palabras del Papa estaban relacionadas con Nigeria?

Cardenal Onaiyekan: Sí, esas palabras del Papa se aplican bien a Nigeria. El fenómeno del Estado Islámico, que comenzó en Irak y Oriente Medio, se ha extendido a muchas partes de África; en el Sahel, incluida Nigeria, en Somalia/Kenia con Al Shabab, y más recientemente y con virulencia en Mozambique, en la región de Capo del Gado. En todas partes, se están aprovechando del fracaso del Gobierno en muchas zonas de África. Como dijo el Papa: “Esto es algo malo, muy malo!”.


Exaudi: Para dar respuesta a la pregunta de Francisco, ¿quién vende armas a las milicias que provocan inseguridad y tensión en Nigeria?

Cardenal Onaiyekan: En primer lugar, no se trata de grandes ejércitos regulares. Se trata principalmente de pequeños grupos que golpean y huyen, que tienden emboscadas y atacan objetivos blandos como aldeas remotas. No necesitan muchas armas para causar grandes daños. Muy a menudo, son una veintena de terroristas en moto, con un puñado de fusiles AK 47. El Boko Haram es quizás una excepción, ya que parece tener algunas armas pesadas y sofisticados vehículos y equipos militares. Pero todo esto proviene de diversas fuentes.

Exaudi: ¿Cuáles son esas fuentes, eminencia?

Cardenal Onaiyekan: Las siguientes: Armas capturadas a las fuerzas de seguridad que atacan en los cuarteles, campamentos de campaña o en carreteras nacionales.

En segundo lugar, las armas compradas con el dinero obtenido de los rescates por secuestros, que a veces ascienden a millones de nairas. La región del Sahel y muchas otras zonas de África están repletas de esas armas disponibles para la venta. Se habla mucho del importante arsenal de Gadafi que nunca se contabilizó. Se dice que estas ahora están inundando el mercado internacional de armas pequeñas a precios baratísimos.

En tercer lugar, la solidaridad internacional entre las distintas formaciones del Estado Islámico. Parece que están intercambiando hombres y armas con bastante éxito a través del continente hacia Oriente Medio. En cuarto lugar, hemos oído que a veces también son financiados por algunas ONG y fundaciones islámicas que comparten su ideología. Esto incluye algunas fuentes locales (nigerianas) de las que sabemos muy poco. Algunos fueron detenidos y acusados en Abu Dhabi hace unos meses, ¡pero ninguno hasta ahora en Nigeria!

Exaudi: El Papa también denunció el trato que reciben las mujeres jóvenes, especialmente las secuestradas y explotadas. ¿Por qué los terroristas atacan generalmente a las mujeres?

Cardenal Onaiyekan: Este es uno de los aspectos más inhumanos de las actividades de estos criminales armados: capturar a mujeres desarmadas, frágiles e inocentes, generalmente jóvenes. Los conocidos casos de Chibok y Dapchit son solo la punta del iceberg. Las mujeres y las jóvenes son capturadas de forma rutinaria y mantenidas en sus campamentos para todo tipo de abusos y maltratos: trabajos forzados como porteadoras, sirvientas y cocineras, abusos sexuales en forma de matrimonios forzados o simplemente esclavas sexuales para la diversión de los comandantes y combatientes, pero lo peor de todo es que son terroristas suicidas. ¿Por qué los terroristas atacan a las mujeres? Para mí es simplemente porque son malvados.

Exaudi: ¿Qué puede hacer la comunidad internacional ante el problema del avance del fundamentalismo islámico en África Occidental?

Cardenal Onaiyekan: Sinceramente, me resulta difícil saber qué es la Comunidad Internacional, qué hace y por qué actúa en unos casos y no hace nada en otros. Parece que todo depende de los intereses nacionales de las grandes potencias que controlan las instituciones de la ONU. Hasta ahora, no vemos mucho desde ese punto de vista. Si Francia actúa en Malí y Burkina Faso, es sin duda porque las actividades terroristas obstaculizan sus intereses en los recursos naturales de esos territorios. De hecho, no sabemos si hay intereses ocultos detrás de los terroristas que parecen tener como objetivo zonas ricas en minerales. Si es así, ¿son esos intereses los que suministran las armas y otros recursos?

Para mí la cuestión más importante tiene que ver con la responsabilidad de los gobiernos africanos en estos lugares infestados de terroristas. La falta de gobierno, o su fracaso absoluto, ha sido a menudo la causa de la ruptura de la ley y el orden. La corrupción y la avaricia de poder a menudo hacen imposible abordar eficazmente las situaciones de conflicto.

Exaudi: Muchos nigerianos, especialmente los jóvenes, eligen el camino de la emigración, hacia Europa, con la esperanza de encontrar una vida mejor. Según usted, ¿es la emigración la solución adecuada a los problemas de su país?

Cardenal Onaiyekan: En nuestro moderno mundo globalizado, los desplazamientos entre naciones y continentes están a la orden del día. Muchos africanos han aprovechado esta circunstancia para emigrar legalmente y por voluntad propia a las naciones que han elegido, donde les va muy bien. Siempre quiero empezar cualquier debate sobre los emigrantes africanos en el extranjero desde esta perspectiva positiva. Los emigrantes desamparados, sin estatus legal, se vuelven naturalmente dependientes, ya que no pueden aceptar un trabajo, desarrollarse y contribuir al bien socioeconómico de sus países de acogida.

Aparte de los refugiados de guerra, la mayoría de los jóvenes que abandonan su hogar no lo hacen porque este sea insoportable, sino porque buscan mejores perspectivas, a menudo con la ingenua convicción de que “no importa cómo, allá afuera será mejor”. Hacen oídos sordos a cualquier consejo que consideren que bloquea su destino.

Lo que es necesario hacer es trabajar duro para hacer de nuestra nación un lugar mejor para nosotros, y para cualquiera que quiera venir a vivir con nosotros. Entonces, irse al extranjero será una cuestión de elección, no de necesidad. Y la gente debe ser libre de trasladarse a donde quiera, sin discriminación ni rechazo indebido.

Exaudi: Pensando en la coexistencia en Nigeria, de la comunidad cristiana y musulmana, ¿cómo describiría la realidad para un católico practicante en Nigeria?

Cardenal Onaiyekan: Durante mucho tiempo, me he dedicado a promover la convivencia pacífica entre los diversos pueblos de Nigeria, especialmente a través de las líneas étnicas y religiosas. Puedo decir que ha sido un proyecto muy emocionante y gratificante, hasta que en los últimos años hemos empezado a ver cómo se perdían terrenos que creíamos cubiertos. En este asunto, el Gobierno del general Buhari ha hecho mucho para profundizar la desconfianza y aumentar la polarización entre los nigerianos. Las hazañas de grupos como Boko Haram también han envenenado las mentes de muchos a través de las líneas religiosas. Sin embargo, todavía nos las arreglamos para aguantar juntos, con la esperanza de que logremos restablecer la confianza y la cooperación para una nación más grande. No he perdido la esperanza. Pero ya no soy tan optimista como hace unos diez años.

Exaudi: Cardenal Onaiyekan, ¿cuáles son sus esperanzas personales para el tiempo de Pascua y el año venidero?

Cardenal Onaiyekan: Para este tiempo, nos deseamos las bendiciones de la victoria del Señor Jesucristo resucitado, en medio de todos los desafíos que enfrentamos, incluyendo la pandemia de COVID-19. La Pascua es una celebración de la esperanza de un futuro mejor, y de la victoria del bien sobre el mal, de la vida sobre la muerte. Esa es mi esperanza para esta temporada y para los años venidero.