Fiesta de san José en el año dedicado al santo

19 de marzo

San José año
San José © Cathopic. Soy_paulino

Hasta el próximo 8 de diciembre celebra la Iglesia el año de san José, por iniciativa del Papa Francisco, que le tiene mucha devoción. ¿Quién es san José? San José es una persona normal y corriente, y el más santo de todos los santos. En concreto, es el esposo castísimo de la Virgen María y el hombre justo que hizo las veces de padre de Jesús en la tierra. Ahora, por tanto, su alma está en el Cielo.

Nadie ha conocido y tratado tan de cerca a Jesús y a María como san José. Dios le confió la misión de cuidar de la Virgen y del Niño Jesús, y cumplió a la perfección, con fortaleza y cariño, aquel encargo divino. Y se hizo santo sin dejar su humilde trabajo de artesano, como para recordarnos a todos que en eso consiste la santidad: en cumplir la voluntad de Dios en el sitio donde Él nos ha colocado, haciendo muy bien y con amor las cosas corrientes de cada día.

Jesús le tenía un cariño inmenso a san José. Y le está eternamente agradecido por esos cuidados que tuvo con Él. Gracias a san José, el Niño Jesús pudo escapar del rey Herodes que le buscaba para matarle.

San José tiene mucha influencia en el Cielo. Cuando le pide algo a Jesús, es evidente que el Señor le escuchará y atenderá su petición. La Iglesia le tiene como Patrono, desde hace 150 años. Ha sido uno de los motivos para dedicar este año a san José.

Además de ser un año dedicado a san José, tradicionalmente cada mes de marzo se lo dedicamos a él, al igual que todos los miércoles.

San Mateo, en su Evangelio, dice también de san José que era un hombre justo y que sabía escuchar y seguir la voz de Dios para proteger al Niño Jesús. Especialmente nos lo presenta acompañado de María y compartiendo con ella las primeras obras ante el misterio de la vida de Jesús. Un hombre sencillo, santo, que sabe escuchar a Dios y cumplir la voluntad divina.


Apenas se habla de él en el Evangelio. Sabemos que trabajaba como artesano, aunque tenía sangre real. Fue un hombre joven, alguien que supo amar con delicadeza y ternura a María, su esposa, y alguien que encontró su fuerza en la fe para respetar los caminos de Dios.

Es un santo que impresiona por su silencio. Pero su silencio está lleno de grandeza. Ningún hombre ha estado nunca tan cerca de Jesús. No necesitamos decir nada si Cristo vive en nosotros. Por eso todos los santos han tenido una especial predilección por san José. Su secreto estaba, justamente en lo esencial: ser de Cristo, vivir en Él, con Él y para Él.

Es un modelo admirable. Un hombre sereno, de permanente sonrisa, porque en su alma rebosaba la paz de Dios, aunque fueron muchas y muy graves las dificultades que debió afrontar. Jamás perdió los nervios, porque era un varón justo, un hombre muy metido en Dios.

Es también patrono de la buena muerte, pues él tuvo la mejor de las muertes, rodeado de Jesús y de María. Por eso le pediremos durante nuestro camino terreno que nos alcance una buena muerte, bien confesados, en gracia de Dios, para que al presentarse nuestras almas ante Jesús, en la hora del juicio, el Señor las reciba, no como Juez, sino como Salvador y Padre.

Hay algunas jaculatorias –que son felicitaciones o piropos- que nos pueden servir para acudir a san José. Por ejemplo: “Jesús, María y José que esté siempre con los tres”.