¿A quién beatificará el papa en Bélgica?

La carmelita Ana de Jesús fue discípula directa de santa Teresa de Jesús

El domingo próximo, será beatificada la religiosa carmelita descalza, la sierva de Dios, Ana de Jesús. El rito estará presidido por el papa Francisco, como parte de su visita a Bruselas. Fue priora del monasterio que ella misma fundó en Madrid, desde septiembre de 1586 a noviembre de 1589. Ese mismo monasterio está ubicado ahora en la madrileña calle de General Aranaz, donde reposan los restos de la beata María del Sagrario de san Luis Gonzaga, mártir de la Guerra Civil española.

Exaudi conversó sobre la figura y mensaje de la próxima beata, con el padre Francisco Sánchez Orejas, OCD, superior provincial de la Orden de los Carmelitas Descalzos en España, quien acompañará al santo padre en la ceremonia de elevación de sor Ana de Jesús a los altares. 

¿Cómo ha recibido la familia carmelita de Santa Teresa de Ávila, la beatificación de una de sus principales discípulas?

La Orden del Carmen Descalzo recibe esta beatificación contenta de que una testigo de la vida de santa Teresa, tan unida a ella, y que tanto hizo por la santa, sea reconocida por la Iglesia y proclamada beata. La propia santa ponderaba a Ana de Jesús diciendo que «estaba hecha para gobernar un imperio». El testimonio de su vida es aliento para los carmelitas de nuestro tiempo, para seguir con ilusión el estilo de vida de santa Teresa, al que ella fue fiel a lo largo de toda su vida

Se ve que fue una religiosa muy apreciada por santa Teresa…

Ana de Jesús, no es una monja más, es una testigo directa que ha convivido con la santa tanto en Ávila como en Salamanca, y en la que la propia santa puso su confianza en ella, llevándola como priora de Beas y mandándola    como fundadora de Granada. Fue la única monja que en vida de santa Teresa, llevó a cabo una fundación.

¿Y qué pensaba la «discípula» de su maestra?

Ella misma reconoce este trato directo con la santa: «A la madre Teresa de Je­sús traté y me trató con fami­liaridad; que de vista o de pala­bra o por escrito… supe casi todas sus cosas».

La próxima beata Ana de Jesús también tuvo ese empuje para ser fundadora y reformadora en Francia, Bélgica, Polonia, muy al estilo de santa Teresa ¿no?

Es cierto lo que se dijo desde su muerte, de que pasó a Francia primero y luego a Bélgica y en los dos países establecieron la sagrada Orden de monjas descalzas del Carmen. Y no fue solo esto, sino que con su influencia alcanzó de los príncipes Alberto e Isabel, la licencia para introducir en sus estados, a frailes de la misma Orden, y llevar el Carmelo Descalzo a Francia.

Pero esto recayó en ella por otros designios de Dios…

El proyecto era haber llevado a María de San José, pero cuando se materializa la fundación, esta ya había muerto, y es cuando escogen a Ana de Jesús, que irá a la cabeza de las seis descalzas, quienes a finales de agosto de 1604 parten para París. A Bélgica llega en 1606, a petición de los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia, gobernadores de los Países Bajos, que deseaban tener un convento de descalzas; de hecho, las descalzas se instalarán en un primer momento en el mismo Palacio Real. Ana de Jesús, por edad y enfermedad, no participa directamente en la fundación de las Carmelitas en Polonia, que fue llevada a cabo por monjas de los monasterios belgas.

¿Se sabe por cuanto conventos pasó llevando la reforma teresiana o nueva fundaciones?

 Ana de Jesús es la protagonista de la fundación de Granada en 1582, ayudada por san Juan de la Cruz. Ella misma, por mandato del padre Jerónimo Gracián, escribe la historia de esta fundación. En 1586 es enviada a fundar el convento de Carmelitas Descalzas de Madrid por el padre Doria. En Francia funda los conventos de la Encarnación de París, 1604, Pontoise, y San José de Dijon, 1605. En Bélgica funda los carmelos de Bruselas, Lovaina y Mons.

No todos saben que conoció a San Juan de la Cruz, con quien habló de la reforma teresiana…


-San Juan de la Cruz y Ana de Jesús se conocieron en 1570, cuando Ana de Jesús, en viaje de Ávila a Salamanca, pasa por Mancera, donde conoce a los primeros descalzos, fray Juan de la Cruz y al padre Antonio de Jesús. Y ella lo relata así: «Y nos mostraron (los dos Padres) lo que nuestra Madre Teresa de Jesús les había mostrado y enseñado, y me dijeron muchas cosas de las que habían pasado en razón de la Reforma».

Aunque al principio el santo no le «cayó bien»…

En octubre de 1578, Juan de la Cruz llega a Beas, huido de la cárcel de Toledo en agosto. Ana de Jesús, que no capta la profundidad de fray Juan, y aunque le trata con delicadeza, escribe a la Madre Teresa quejándose de no tener un buen director para sus monjas. No le gusta de fray Juan que llame «muy su hija» a la Madre, y así se lo dice a la santa, la cual la responde: «Certifícolas que estimara yo tener por acá a mi padre fray Juan de la Cruz, que de veras lo es de mi alma y uno de los que más provecho le hacía el comunicarle. Háganlo ellas, mis hijas, con toda llaneza, que aseguro la pueden tener como conmigo misma, y que les será de grande satisfacción, que es muy espiritual y de grandes experiencias y letras. Por acá le echan mucho menos».

Luego nada los separaría

San Juan de la Cruz va a convertirse en el confesor y director de la comunidad de Beas. Este periodo de Beas fue fecundo para el santo. Les dedica a las monjas su obra Las Cautelas. Les lee y comenta el Cántico espiritual y la Subida del Monte Carmelo. Ya en Granada… Ana de Jesús anima e impulsa al santo a concluir el Cántico Espiritual, que concluye en 1584 y se lo dedica a la madre Ana de Jesús: «Declaración de las canciones, que tratan de el ejercicio de amor entre el alma y el Esposo Cristo; en la cual se tocan y declaran algunos puntos y efectos de oración, a petición de la madre Ana de Jesús, priora de las descalzas en San José de Granada. Año de 1584».

Se aprecia una admiración de san Juan de la Cruz por ella…

Como acabamos de decir, a ella, san Juan de la Cruz dedicó el Cántico Espiritual. Pero él, que conocía bien a santa Teresa y a Ana de Jesús, nos dejó un hermoso elogio de Ana, al decir que «La Madre Ana es verdadera hija y fiel retrato de nuestra bienaventurada Madre Teresa. Ha sido servido Dios de llevarse a ésta para sí y dejarnos a aquella para nuestro consuelo».

¿Cuán cierto es que la beata Ana de Jesús también tuvo su noche oscura de fe? La enfermedad le acompañó desde muy pequeña, la muerte de sus padres, el sufrimiento por las incomprensiones.

A sor Ana de Jesús no le faltaron sufrimientos de todo tipo. Al cumplir los dos años muere su padre, a los nueve años muere su madre, quedando junto con su hermano, bajo la tutela de su abuela materna. Estuvo sorda y muda has­ta la edad de siete años, en que recobra el habla; dicen que enseguida, aprendió a leer y escribir. Ana de Jesús pagó su tributo por defender el espíritu teresiano, con la deposición del cargo de priora de Madrid y el encerramiento en la celda durante tres años, para luego ser sacada de Madrid y enviada a Salamanca. Los últimos cinco años de su vida, 1616-1621, los pasó enferma, casi paralítica, a causa de una pleuresía, y sin dejar de ejercer su oficio de priora del Carmelo de Bruselas. Ana de Jesús muere en marzo de 1621 con fama de santidad, con gran veneración y hasta con boato en sus funerales.

¿Qué otra virtud podemos recoger hoy de esta religiosa de mediados del siglo XVI?

En que puso todo su empeño en la transmisión y publicación de la obra de sus amigos san Juan de la Cruz, fray Luis de León, y particularmente la de santa Teresa. A Ana de Jesús se debe el rescate del teresiano Libro de la Vida de la Inquisición y la reunión previa a la preparación, por parte de Luis de León, de la edición salmantina de 1588. Fue una mujer orante, y maestra en la oración.

Oraba, sufría y trabajaba…

Podemos observar su ejemplo en su capacidad para soportar con entereza y buen ánimo las tribulaciones. Así como el aguante con el que sobrellevó los dolores y enfermedades. También reconocemos su espíritu penitencial, manifestado en la sobriedad y la frugalidad en los aspectos más básicos de la vida. Tenía una especial preocupación y caridad con los más pobres y una gran devoción a la persona de Jesucristo en su pasión y en la Eucaristía.

Estamos ante un ejemplo que seguir, no solo en el Carmelo, sino en toda la Iglesia universal ¿verdad?

La vemos ante nosotros como una mujer excepcional, una religiosa que, envuelta de humildad, de penitencia y de sencillez, irradia en torno a sí la llama de la vitalidad humana y de su dinámica espiritualidad. La colocamos como maestra de vida espiritual, contemplativa incomparable e incansable alma activa. Modelo de priora, según el corazón de la Madre Teresa.