Cronos y Kairós
Estamos acostumbrados a interpretar la Historia y nuestra realidad desde el espacio y los tiempos humanos. Por ejemplo, a través de la Geopolítica y la Geocultura, tratamos de explicar el cronos de los acontecimientos que se van sucediendo desde los tiempos terrenales. No obstante, en nuestros análisis no tenemos demasiado en cuenta el kairós, es decir, el tiempo oportuno, momento preciso diseñado desde el Cielo que se manifiesta en la tierra, donde Dios interviene en la vida de los hombres de una manera sobrenatural y poderosa.
Hace poco, un sacerdote católico me interpelaba con la siguiente frase: ”Que el propósito de Dios se cumpla en tu vida. De acuerdo al tiempo y plan de Dios todas sus promesas se cumplirán. Dios tiene un plan para ti, para hacerte feliz”.
En ese momento pensé que ninguna promesa o profecía expresada a través de la Palabra de Dios va a quedar incumplida. Claro está que será en el momento oportuno, en el tiempo en que Dios lo decida y de acuerdo al plan perfecto que tiene para nuestra vida, la humanidad, el mundo y la totalidad de su Creación.
Recientemente, un amigo me prestó el libro de Luis Eduardo López Padilla “El Gran Aviso de Dios del Final de los Tiempos” en su edición de 2002. Por su interés en relación a las anteriores reflexiones, me gustaría resumir sintéticamente lo que el autor desarrolla de forma magnífica en el citado libro y compartirlo, con el objeto de dar – desde la cosmovisión cristiana – algo de luz y esperanza en estos momentos de confusión y desconocimiento general sobre los Tiempos de Dios y su Plan para la historia de la humanidad.
La Gran Esperanza
Estamos cerrando una época en la que la humanidad ha dado la espalda a Dios, para abrirse otro tiempo de una nueva era, la de la paz con Dios. Entramos por tanto en una etapa donde se está manifestando, de forma extraordinaria, la Misericordia del Creador para darnos la oportunidad de una autentica conversión personal e integral. Es un período de Gracia.
De este modo, desde nuestra libertad, tenemos la oportunidad de mirarnos tal y como somos, desde dentro hacia afuera. El Espíritu de Dios en estos momentos quiere instruir a todas las almas creadas e iluminar al mundo actual que se ha vuelto espiritualmente un desierto.
Estamos ante una emergencia espiritual mucho más significativa y profunda que la emergencia climática, sin querer desmerecer la importancia de este último fenómeno natural que afecta gravemente a nuestra Casa Común, el planeta Tierra.
Nos hayamos pues, en un período que las Sagradas Escrituras denomina el Final de los Tiempos, definido como el período sucesivo de la Gracia que está marcado por las diferentes etapas de la Revelación.
Desde la cosmovisión cristiana, la Historia de la Salvación puede dividirse en distintos tiempos que se han ido sucediendo desde la Creación hasta el Fin del Mundo. Y precisamente en este momento en el que vivimos, estamos en el parteaguas de dicha historia.
Siguiendo el esquema de López Padilla, los Tiempos y ese Plan revelado por Dios serían los siguientes:
- Tiempos Paradisíacos (Adán y Eva antes del Pecado Original).
- Tiempos de los Patriarcas (hasta Abraham).
- Tiempos de Israel (hasta Jesucristo).
- Plenitud de los Tiempos (hasta la Ascensión).
- Tiempos de las Naciones (2.000 años de Cristianismo).
- Fin de los Tiempos (hasta la Parusía).
- Oscuridad
- Silencio
- Gran Tribulación
- Tiempos Mesiánicos (Reino de Cristo en la Tierra).
- Tiempos del Fin del Mundo (Juicio Final).
Los Tiempos de Dios
- Tiempos paradisíacos
Nuestros primeros padres Adán y Eva vivían en estado de inocencia original y en familiaridad con Dios. En el Jardín del Edén reinaba la paz entre todas las criaturas, el orden y la armonía entre toda la Creación. Había una paz eterna y un amor perfecto.
No obstante, el hombre y la mujer rompieron su comunión de amistad con su Creador. Su consciencia oscurecida por el pecado ya no podía “ver” a Dios y su voluntad quedó frágil y débil.
La obra de Dios quedó así profanada por el pecado original del hombre y el diablo – la serpiente antigua- comenzó su reinado construyendo un “mundo” del cual quiere ser su príncipe y que es opuesto radicalmente al Reino de Dios.
Era por tanto necesario salvar a la humanidad perdida y que Dios volviera su mirada hacia su Creación. Esta obra de Salvación, a través del Hijo quien es Cristo, el Dios y Hombre verdadero, se llevará a cabo progresivamente en las siguientes etapas de la Gracia.
- Tiempos de los Patriarcas
La única Luz de la Fe que ilumina a los hombres y mujeres de este tiempo es el anuncio misterioso de una Mujer que, por medio de su Hijo, aplastará la cabeza de la serpiente antigua (Génesis III, 15).
Este es el tiempo del Dios desconocido, en el que surgirán hombres profundamente religiosos y de gran estatura espiritual que van guiando al hombre hacia la salvación y el bien (Abel, Enós, Henoc, Noé, Melquisedec…). Es al Patriarca Abraham, padre de todos los creyentes, a quién el Creador se le reveló como el Dios Vivo y Eterno.
- Tiempos de Israel
La Fe nació en el corazón de Abraham y empezó a ser una Fe revelada. Dios ya no es desconocido, es Alguien que habla al corazón del hombre, ya directamente o más tarde, por medio de los Profetas.
Este Dios Vivo irá moldeando el corazón de todo un pueblo en la descendencia de Abraham, el Pueblo de Israel.
Este es el tiempo de la Revelación o Tiempo de la Promesa porque durante siglos se esperará el cumplimiento de la Promesa centrada en el nacimiento misterioso y virginal de un niño que será el Mesías y cuyo destino será vencer al Enemigo del hombre, al pecado y a la muerte.
- Plenitud de los Tiempos
El Verbo de Dios se hizo Hombre y habitó entre nosotros. Es el Tiempo del Mesías. Jesucristo Señor y Dios nuestro “por quien todo fue hecho”. Este es el tiempo del cumplimiento de la Promesa.
El Mesías no vino a abolir la Ley sino a darle cumplimiento. Jesús funda de este modo su única y verdadera Iglesia, el Nuevo Pueblo de Israel.
- Tiempo de las Naciones o de los Gentiles
Como parte del Misterio del Mal que obra desde el principio de los Tiempos, el Pueblo de Israel rechazó al mismo Mesías y lo entregó a los romanos para que lo crucificasen.
Es así que al ser este Cristo Mesías rechazado por Israel, la heredad de la Promesa pasó a todos los otros Pueblos o Naciones. Es decir, a todos los gentiles. La Fe en Cristo se propagó al mundo entero.
- Final de los Tiempos
No obstante, este tiempo de las naciones está llegando a su fin. Si bien ya reina Cristo en el mundo, no reina sobre todos los corazones. Los cristianos esperan la Parusía o Segunda Venida de Jesucristo a la Tierra en toda su Gloria.
Las Naciones, como en su tiempos Israel, después de haber recibido la Luz de la Fe “Se han vuelto contra Dios y contra su Cristo” (Salmo II y CX) permitiendo al Adversario – la antigua serpiente que ahora se ha convertido en Dragón- extender todo su imperio y todo su poder sometiendo a los hombres a toda clase de esclavitudes.
Está profetizado que en el combate de Cristo en contra del Anticristo, Jesucristo derrotará a su Adversario arrojándole a las tinieblas exteriores. Entonces se iniciaran los Tiempos Mesiánicos.
Pero antes, en el Final de los Tiempos, debe venir primero la Oscuridad de los Tiempos, luego el Silencio de los Tiempos y el Tiempo de la Gran Tribulación.
6.1 Oscuridad de los Tiempos
En esta etapa de la Historia, el hombre camina de espaldas a la Luz. Se adentra tanto en la oscuridad y se acostumbra tanto a ella que es incapaz de reconocer ninguna Luz.
Actualmente, parece que estemos ya viviendo esta etapa a partir de la escalada aparentemente irresistible y vertiginosa del Misterio del Mal en el mundo.
No obstante, la esperanza cristiana espera en esta etapa de oscuridad de los Tiempos una Gran Luz ofrecida a todos los hombres y mujeres del mundo. Una gracia profunda que Dios dará a los seres humanos para su purificación y arrepentimiento con miras a su propia conversión.
Esta ”iluminación de las consciencias” será para todos, pues el mundo esta tan lejos de ella que solo con esa iluminación algunos recordarán y otros conocerán lo que es la verdadera vida a la Luz de Dios. Será el Gran Aviso de Dios a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Son los nuestros, por tanto, tiempos de Misericordia.
6.2 Tiempos del Gran Silencio
En el corazón mismo de esa Oscuridad de los Tiempos, tendrá lugar, desde la cosmovisión cristiana, el Tiempo del Gran Silencio (Ap VIII, 1) que se traducirá en la suspensión temporal de todos los signos, apariciones y mensajes del Cielo, y por tanto, de origen sobrenatural.
Será la hora en que la Luz se oscurecerá y Dios guardará silencio análogamente al momento en que el Padre guardó silencio ante su Hijo en la cruz y que llevó a decir a Jesucristo “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt XXVII, 46). Será la hora de la potestad de las tinieblas.
De este modo, todo hombre y mujer quedará a merced únicamente de la Luz de su Fe y la memoria de su corazón, gracias a la acción del Espíritu Santo.
6.3 Tiempos de la Gran Tribulación
Son los Tiempos de la Cólera y de la Ira del Señor mencionados por el profeta Daniel y en el Apocalipsis VII, 14. En esos Tiempos se dará rienda suelta a todos los instintos y pasiones que degeneran en corrupción hasta la Abominación de la Desolación que se introducirá en el mismo Templo Santo de Dios (Dn IX, 27).
Entonces, el Misterio de la Iniquidad del que habla San Pablo (Tesalonicenses II,3) alcanzará su máxima plenitud maléfica.
Es este Tiempo de la Gran Tribulación “cual no la ha habido desde el principio del universo que Dios creó hasta ahora ni la habrá” (Mt. XXIV, 21) el Anticristo reinará con su Falso Profeta por “un Tiempo, Tiempos y medio Tiempo” (Dn VII, 25).
Será en este combate dramático donde se enfrentaran todos los poderes angélicos contra las fuerzas maléficas -en un nivel escatológico- así como un combate entre los hombres que sigan a Dios y los que lo rechacen – en el plano histórico- y este combate arrastrará en sus diversas fases al universo entero, es decir, tanto a las realidades espirituales como a los elementos naturales.
- Tiempos Mesiánicos
Finalmente, vendrá la última etapa de la historia de la Salvación. Esos Tiempos Mesiánicos fueron denominados por los antiguos profetas también como: la Nueva Jerusalén, la Jerusalén Celestial, la Civilización del Amor, Cielos Nuevos y Tierra Nueva, el Reinado de los Sagrados Corazones de Jesús y de Maria, etc.
Esos tiempos serán un Tiempo de Gracia jamás conocido desde la Creación. Desde esta cosmovisión cristiana, Cristo reinará no solo en los corazones sino en la misma sociedad en su totalidad.
Es decir, el “mundo” en cuanto a realidad profana y opuesta a Dios, ya no existirá. El “espíritu del mundo” rebelde a las leyes divinas, será vencido y se dejará lugar preeminente al Espíritu Santo que sacralizará de nuevo todas las cosas.
Es el Tiempo de la recapitulación de todas las cosas en Cristo. Tiempos de restauración y de reconstrucción de la Nueva Creación.
Dios ha creado al mundo perfecto, con una perfección moral y material. “Dios vio que el mundo era bueno” (Gen. I, 31). El Mal no estuvo al comienzo, sino después, aunque muy pronto en la Historia y en el Tiempo.
A diferencia del Bien, el Mal es espectacular y destructor. Ese combate se lleva a cabo por el Adversario de Cristo en el terreno donde se desenvuelve toda la existencia humana, que por lo demás, está en juego. No obstante, según la cosmovisión cristiana, al final Cristo establece Su Reino de Paz y de Santidad y manifiesta la Victoria de su Cruz.
En mi opinión, es en este periodo donde debemos situar la profecía de Fátima en la que la Santísima Virgen nos anuncia que: “Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará”. También nos anuncia Nuestra Señora que posteriormente, se iniciará un largo periodo de Paz.
Es bonito imaginar como el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María se mantienen unidos, irradiando múltiples gracias a los corazones de los seres humanos, en ese Reinado de Amor restaurado en Cristo.
- Tiempos del Fin del Mundo
Al final de esa larga etapa de paz, prosperidad y bonanza espiritual y material, vendrá entonces el fin de todo tiempo humano, es decir, el Fin del Mundo, el Juicio Final y el inicio de la Vida Eterna.
Reflexión final
Muchas veces no sabemos leer los Tiempos y el Plan de Dios en nuestras vidas y en el desarrollo de la etapa histórica en la que nos ha tocado vivir nuestra existencia.
Es importante ser conscientes tanto del Cronos como del Kairós en el misterioso acontecer del Plan Divino.
Desde la cosmovisión cristiana, podríamos resumir los Tiempos y el Plan de Dios a través de la acción atemporal e infinita de la Santísima Trinidad.
Los Tiempos del Padre son los de la Creación del Pensamiento Divino que todo lo ha hecho. Es decir, los Tiempos de la Fe.
Los Tiempos del Hijo son los de la Redención del Amor del Padre expresado en el Hombre Dios. Es decir, los Tiempos de la Esperanza.
Los Tiempos del Espíritu Santo son los de la Santificación del Amor derramado sobre el mundo. Es decir, los Tiempos de la Caridad.
Tener presente esta visión de la historia y de la evolución puede resultarnos útil para volver a dar un sentido y propósito a nuestras vidas integradas en un relato argumental de la historia humana y en la propia Historia de la Salvación. De este modo podremos entender que los Tiempos de Dios son perfectos.