El P. Jorge Miró comparte con los lectores de Exaudi su comentario sobre el Evangelio de hoy 10 de setiembre de 2023, titulado “Si te hace caso, has salvado a tu hermano”.
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La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos plantea un problema serio, delicado y siempre actual: la corrección fraterna con vistas a la salvación eterna. Los hermanos, impulsados por el mandamiento nuevo del amor, tenemos el deber de ayudarnos unos a otros en nuestro peregrinar hacia la meta del cielo. Y esta ayuda no ha de ser sólo en lo material, sino también en lo espiritual.
Esta es una de las obras de misericordia: corregir al que yerra. Es una dimensión importante de la caridad.
Pero siempre hemos de hablar con amor, buscando vencer el mal con la fuerza del bien (cf. Rom 12, 21).
Y todo ello, con el ánimo de buscar el bien del hermano, no su destrucción. No se trata de juzgar ni condenar, sino de ayudar, movidos siempre por el amor y la misericordia, y con humildad y delicadeza.
Siempre con el criterio de San Agustín: Ama y haz lo que quieras: si callas, calla por amor; si gritas, grita por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor. Exista dentro de ti la raíz de la caridad; de dicha raíz no puede brotar sino el bien (cf. In 1 Joh 7, 8).
Siempre con espíritu de conversión, como hemos cantado en el Salmo: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: no endurezcáis vuestro corazón.
El corazón se va endureciendo por el orgullo y la soberbia que nos lleva a rechazar la palabra de Dios, pero también por la arrogancia y el juicio hacia el hermano.
También nos habla el Evangelio de la fuerza de la oración comunitaria: estar unidos en el nombre de Jesús significa estar en comunión con su Persona, su doctrina y con su Cuerpo, que es la Iglesia.
Tres signos que muestran que la comunidad está congregada por el Señor y vive en su nombre:
Es una comunidad de pecadores. De pecadores convertidos y salvados.
Una comunidad en la que los hermanos caminan unidos y sea ayudan mutuamente en el combate espiritual.
Una comunidad que vive en la bendición y en la alabanza sincera, porque vive cada día con la certeza de que no hay nada ni nadie que nos pueda separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, que nos regala el don de su Espíritu, que lo hace todo nuevo.
¡Ven Espíritu Santo! (cf. _Lc_ 11, 13).