Tengo el mejor trabajo del mundo. Es más gratificante que los distintos puestos profesionales que he ocupado y no se paga nada en términos mundanales. Pero me proporciona la alegría más profunda y sincera que una persona puede experimentar.
Soy abuelo. Estas son mis estadísticas de abuelo:
– Una esposa de 46 años. (Probablemente ella diría que ser abuela es la mayor alegría del mundo).
– Dos hijos, uno de cada sexo (estoy convencido de que son dos).
– Cuatro nietos, dos niñas (gemelas) y dos niños. Todos tienen menos de cuatro años. Tres viven en Illinois; uno vive en Irlanda. (Pista: el nieto irlandés es el que tiene nombre irlandés).
Traigo esto a colación porque el 25 de julio será la Primera Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores. De todos los muchos mensajes inspiradores del Papa Francisco, el de este día especial es mi favorito. Vale la pena leer el mensaje. Las palabras que más me impactaron fueron estas: “Pero incluso cuando todo parece oscuro, como en estos meses de pandemia, el Señor sigue enviando ángeles para consolar nuestra soledad y repetirnos: “Yo estoy contigo todos los días” (…). A veces tendrán el rostro de nuestros nietos, otras veces el rostro de familiares, de amigos de toda la vida o de personas que hemos conocido durante este momento difícil. En este tiempo hemos aprendido a comprender lo importante que son los abrazos y las visitas para cada uno de nosotros, ¡y cómo me entristece que en algunos lugares esto todavía no sea posible!”.
Cuento con la increíble bendición de tener cuatro de esos ángeles en mi vida. Así que me siento obligado a compartir las 10 razones principales por las que me encanta ser abuelo. Notarás rápidamente que hay cuatro números 1 y las he enumerado en orden alfabético para dejar claro que todas tienen la misma importancia. En otras palabras, mis cuatro primeras razones son las mismas. Cada una de ellas es uno de los ángeles que me hablan y hacen que mi vida tenga más sentido del que tenía antes de que llegaran.
1: Damian John Paul.
1: Juliana Therese.
1: Lucy Faustina.
1: Senan William.
5: Recuerdos revividos: Ver a mis nietos me hace recordar cómo eran mis hijos cuando eran pequeños. Me recuerda la alegría y la felicidad que trajeron a las vidas de mi esposa y mía. Revivo su ternura, sus mimos y sus gritos de alegría.
6: Recuerdos “purgados”: Me divierto tanto con los nietos y recuerdo tantos buenos momentos con mis hijos que tiendo a olvidar las cosas negativas. Sé que mis hijos hicieron algunas tonterías cuando eran adolescentes, pero cuanto más tiempo estoy con mis nietos, menos recuerdo las transgresiones de sus padres.
7: Mis hijos demuestran una gran capacidad de crianza. En realidad, creo que mi hijo y mi hija son mejores padres que yo, sobre todo cuando eran pequeños. Tienen más paciencia y coherencia. Es agradable saber que la próxima generación es más sabia, aunque parte de esa sabiduría provenga de haber sobrevivido a mis defectos.
8: Las segundas oportunidades: Fui un padre imperfecto y ahora soy un abuelo imperfecto. Sin embargo, tengo la oportunidad de mostrar comprensión y bondad a mis nietos en mayor medida de lo que mostré a mis hijos.
9: Enfoque del amor: Los distintos miembros de la familia pueden no estar de acuerdo en política, religión, dieta, moda, música o calentamiento global. Pero todas las diferencias se diluyen en presencia de los nietos, que aportan una muestra del futuro y la esperanza de la humanidad.
10: La pesca. Me encanta pescar y a veces pesco algo. Con los nietos, cuento con una nueva generación de personas con las que compartir la pesca, enseñar a pescar, llevar un barco, compartir la alegría de la primera captura y celebrar el milagro de los grandes espacios. Cuando pescaba con mi hijo, él siempre cogía los peces más grandes y a mí no me importaba. A mi hija le gustaba manejar las lombrices. Creo que los nietos tienen un potencial similar. (Lo creas o no, he creado un plan de 10 años para enseñar a los pequeños a pescar y sólo estamos en el primer año).
He oído decir a la gente que tener nietos te hace más joven. Sinceramente, después de un día con los nietos, me siento más cansado que joven. Pero también me siento más decidido a cuidar mi salud, hacer ejercicio, comer bien y mantenerme activo el mayor tiempo posible. Al fin y al cabo, el año 10 de mi plan de pesca es bastante intenso y para entonces habré llegado a una edad que la mayoría de la gente llama “anciana”.
El Papa Francisco concederá indulgencias plenarias en la Primera Jornada Mundial de los Abuelos y los Ancianos, a los abuelos, a los ancianos y a todos los fieles que participen “motivados por un verdadero espíritu de penitencia y caridad”. Espero que los miembros de mi familia aprovechen esta oportunidad.
No espero ninguna tarjeta o regalo especial en el Día Mundial de los Abuelos y los Ancianos. No necesito corbatas ni jerseys. Mis nietos ya me dan el mayor regalo que podría desear: son ellos mismos.