Hoy en día, el termino seguridad psicológica, esta asociado a como se sienten las personas en sus entornos de trabajo en general y como esto ayuda a desarrollar y potenciar más los equipos de trabajo. Sin embargo, la seguridad psicológica es tan antiguo como el ser humano y la familia.
La definición de seguridad psicológica dentro del ámbito organizacional se originó en 1960, son Edgar Schein y Warren Bennis, quienes indicaron que ésta, facilita la disposición de las personas para aprender y cambiar. En los años 90, otro investigador, William Kahn, indicó “Es la habilidad de ser capaz de mostrarse a sí mismo, sin temor a encontrar consecuencias negativas para su imagen, su estatus o su desarrollo de carrera”
Posteriormente, Amy Edmonson, investigadora y académica americana especializada en el tema (cuenta con varios libros y artículos asociados a seguridad psicológica), hace mención que esta, es la base o fundamento para la innovación y el aprendizaje continuo, entre otras cosas.
Más recientemente, Timothy Clark, en su libro publicado a inicios del 2023, titulado “las cuatro etapas de la seguridad psicológica” indica que ésta, es un proceso donde las personas en toda organización, se deben sentir incluidas, listas para aprender, contribuir y desafiar.
Luego de este breve y sucinto paso por la visión de la psicología organizacional y lo asociado al termino seguridad psicológica, quisiera extrapolarlo a como lo aplicamos de manera natural en nuestras familias, esto con un ejemplo real que me ha tocado vivir.
Mi esposa, quien trabaja en una empresa americana, ha sido trasladada nuevamente de país, pronto (en los siguientes meses) dejaremos Argentina y llegaremos a Colombia, esto ha traído para todos los integrantes de nuestra familia, chicas de 21, 18 y 14 años y nosotros mismos, interrogantes-preguntas, opiniones, etc… desde donde vivirán las chicas mayores, que se quedan en Buenos Aires y estudiarán en universidades que se ubican literalmente en extremos opuestos de la ciudad, como se movilizarán, entre otras cosas más, por otro lado, la más pequeña de las chicas, nos ha dado muestra de los mayores signos de adaptabilidad ante un nuevo entorno y el que debe aprender de esa actitud soy yo… como haremos con las dos mascotas de la familia… Pepi la perrita Labradora Retriver, que hemos heredado en este tiempo y que se queda en Argentina con las chicas, versus Brisa la Golden Retriver que nos acompaña desde Perú y que se irá también a Colombia, etc.
Mirando en retrospectiva este acontecimiento y como hemos tomado varias decisiones asociadas a esto, les comparto, lo que los cinco integrantes de nuestra familia ha aprendido y de seguro nos servirá para eventos futuros.
- Abrirnos, estar dispuestos a escuchar sin interrupciones, opiniones que no necesariamente compartimos y eran divergentes entre sí.
- Tratar de ser empáticos con los demás, debo admitir que eso me cuesta.
- Llegar a consensos, entender que la comunicación es de doble vía.
- Ser conscientes que todos debemos colaborar, para que esta nueva forma de convivir a distancia, fluya de la mejor manera posible.
- Entender que este reto, nos hará a todos más creativos y resolutivos con los inconvenientes que enfrentemos.
- Tener presente que nos vamos a equivocar posiblemente, pero que es parte de todo este proceso.
- Entender que nuestro papel (Jessica y yo) como lideres de esta organización bicéfala, es hacer que las chicas sientan, que sus opiniones son escuchadas, valoradas, que aportan valor y son innovadoras inclusive.
Como dijo, Charles Darwin en el siglo XIX, “No es el más fuerte ni el más inteligente el que sobrevive, sino el que se adapta mejor al cambio”.
Sin ninguna duda, todos queremos ser o tener, colaboradores más eficientes, productivos, e innovadores, … empecemos en nuestro entorno más cercano, Nuestras Familias.
Que dices…te animas a remar contra corriente… y contribuir a tener mejores empresas-organizaciones y la sociedad en su conjunto.
