Anualmente, el cuarto jueves del mes de noviembre, en los Estados Unidos de Norteamérica celebramos el llamado “DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS”.
Los orígenes de esta celebración nacional se remontan e inspiran en un encuentro ocurrido en el año 1621, cuando colonos ingleses de Plymouth – los llamados “peregrinos” – y el pueblo aborigen Wampanoag compartieron – en fraternidad y paz – los frutos de su caza y su cosecha. Después, entre muchos vaivenes en la historia de esta nación, esta celebración se ha mantenido como la fiesta nacional por excelencia. Fecha en la que todos los estadounidenses se encuentran, se reúnen en familia, se regalan, brindan y comparten una cena familiar.
Junto a Canadá (aunque en diferente fecha) y unos pocos países más, es Estados Unidos la nación que celebra este DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS. Es admirable que la fecha patria nacional que más nos congrega y nos identifica como país tenga como pretexto y contexto un encuentro familiar para DAR GRACIAS. Porque la acción de gracias, la gratitud, que es una actitud profunda y esencialmente humana, casi siempre ligada a la esfera de lo religioso, entre nosotros se convierte, cada año, en una celebración que a todos nos alegra, nos convoca, nos congrega y nos interpela.
Y es que la gratitud a Dios, a la vida o a los otros, es – en primer lugar – una virtud y una actitud que nace en el ser humano por el reconocimiento de lo positivo que hay en su existencia, en su historia, y que – en segundo lugar – empuja a corresponder al benefactor, con bondad y bien, de alguna manera.
Así, la gratitud se convierte en una actitud, en un estilo de vida, de quienes son capaces de reconocer y recibir como don, como regalo, la vida y, al mismo tiempo, de dar y compartir ese don recibido y agradecido con los demás, especialmente con los más vulnerables y necesitados de la sociedad. Porque, como dice la canción, “amor con amor se paga”.
Entonces, el DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS nos exige a todos, por una parte, abrir los sentidos para ser capaces de tomar conciencia, de reconocer, todo lo bueno que hay en nuestras historias personales, familiares y colectivas y para ser capaces – solidaria y colectivamente – de agradecer por todo lo logrado, por todos los bienes y bendiciones alcanzadas a lo largo del año.
Pero, por otra parte, el DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS nos exige ser capaces de compartir, de “dar gratis lo que hemos recibido gratis”, de crear condiciones familiares y sociales de vida abundante, de prosperidad, de bien, de bondad y de bendiciones para todos, de tal manera que todos – como nación – encontremos y tengamos motivos para agradecer, para DAR GRACIAS.
Son muchos los factores que hoy atentan contra esta celebración de ACCIÓN DE GRACIAS. En primer lugar, la rutina celebrativa anual que puede vaciar de contenido, de sentido y de significado la celebración. Es decir, que podemos reunirnos y celebrar sin saber por qué nos reunimos ni qué es lo que celebramos anualmente.
Un segundo enemigo contra la celebración de ACCIÓN DE GRACIAS lo constituye nuestra coyuntura socio-cultural, es decir, la transición de la modernidad a la postmodernidad, que – como característica principal de este momento – impide al hombre descubrir la gratuidad de y en la vida, por una pérdida de la visión trascendente de la existencia humana.
Porque, apegados al dinero, al tener y embrutecidos en el frenesí del consumismo y del intercambio material y comercial, en una sociedad y mundo donde todo tiene un precio, nos volvemos miopes para descubrir todo lo mejor, todo lo bueno, lo bello, lo noble y gratis que tiene la vida. Todo lo mejor y más valioso de la vida humana, que no se compra y no se vende.
En tercer lugar, el olvido o la indiferencia ante la suma de todos los males que a nivel nacional y mundial padecemos pueden convertir en cínica nuestra celebración de acción de gracias. Porque los conflictos bélicos, los desgobiernos, la inequidad y la injusticia social, la violencia, tantas formas de corrupción y de muerte no son razones para agradecer y celebrar con verdad y con sentido esta fecha.
Cabe entonces que nos preguntemos ¿Por qué agradecemos? ¿Qué motivos tenemos para agradecer? ¿Cómo superar el mal personal y social para crear espacios y razones para la gratitud? ¿Cómo trabajar juntos para construir motivos para dar gracias?
La gratitud entonces no se circunscribe a una fecha, a una celebración anual. La gratitud es una actitud, un estilo de vida de quienes son capaces de descubrir motivos para agradecer y, por ello, capaces de ser felices.
La gratitud es la actitud y vida de quienes construyen motivos para seguir creyendo en un mundo distinto y mejor, en un mundo nuevo, más justo y más humano. La gratitud es un estilo de vida de todos los hombres y mujeres que construyen esperanza.
Nos congratulamos todos en esta hermosa celebración nacional y, ojalá, que animados por el nuevo gobierno nacional recién electo y próximo a inaugurarse, nos comprometamos todos con la construcción de una nación y un mundo llenos de motivos para agradecer, para dar gracias todos los días.
¡Feliz día de acción de gracias!
Mario J. Paredes es director ejecutivo de SOMOS Community Care, una red de atención social de más de 2500 proveedores independientes responsables de llegar y brindar atención a más de 1 millón de pacientes de Medicaid en toda la ciudad de Nueva York