En la audiencia general de esta mañana, última antes de la pausa de verano durante el mes de julio, el Santo Padre ha tratado cómo san Pablo ahonda en “la verdad del Evangelio y sobre todo la libertad de los cristianos”, nos enseña a “’volar alto’ y nos indica cómo comportarnos cuando surgen problemas en la comunidad eclesial”.
Hoy, 30 de junio de 2021, el Pontífice ha presidido la audiencia general en el patio San Dámaso del Palacio Apostólico vaticano, transmitida en directo, con presencia de fieles, adaptándose a las medidas de prevención frente a la COVID-19, y ha continuado con el ciclo de catequesis sobre la carta de san Pablo a los Gálatas, centrándose en él como “verdadero apóstol”.
Testimonio de san Pablo
Al comienzo del resumen de su catequesis en español, el Papa ha relatado que “san Pablo escribe a los cristianos de Galacia con la preocupación de un padre, consciente de que están en conflicto sobre el modo de vivir la fe”. Para ayudarlos, prosigue, “el Apóstol, conocedor del misterio de Cristo, no se queda en la superficie sino que va a lo esencial: les recuerda sus orígenes, cuando recibieron el Evangelio por medio de su predicación y conocieron al Señor, el único da la vida verdadera”.
“Pablo también les comparte su propio testimonio, recordando la historia de su vocación y de su conversión. Quiere dejar en claro que Dios no lo llamó porque él lo mereciera, sino por pura gratuidad y misericordia. El Apóstol también describe con elocuencia el contraste de su vida, en la que pasó de ser perseguidor de los cristianos a convertirse en discípulo de Jesucristo. Dios lo llamó por medio de su gracia y le reveló a su Hijo, dándole la misión de anunciarlo a todas las gentes”, ha señalado.
Responder a la vocación
En las peticiones realizadas en su habitual saludo a los peregrinos de lengua española, de España y Latinoamérica, Francisco ha advertido que había muchos fieles hispanohablantes, y ha aprovechado para saludar al arzobispo de Oviedo y sus seminaristas.
Del mismo modo, ha pedido al Señor, “que nos ayude a tener presente su paso en nuestra vida y a responder con disponibilidad y confianza a la vocación recibida, sabiendo que es Él mismo quien que nos llama, nos sostiene con su gracia y nos envía a los hermanos”.