Myanmar: Arzobispo de Mandalay agradece apoyo del Papa

Último llamado el pasado 20 de junio en el Ángelus

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Myanmar © Vatican Media

Monseñor Marco Tin Win, arzobispo de Mandalay, Myanmar, habló sobre el último llamamiento del Papa Francisco sobre la situación de este país: “Estamos muy agradecidos al Papa Francisco. Cuando el Pontífice habla, la gente de Myanmar se siente muy animada y conmovida. No sólo los católicos, sino también personas de otras religiones. Es un apoyo muy importante para todos nosotros, en esta tragedia”, declaró a la agencia misionera de Fides.

El Santo Padre, al final del Ángelus del 20 de junio de 2021, se unió al llamamiento de los obispos de Myanmar, donde, tras el golpe de Estado del 1 de febrero, el conflicto civil se extiende por muchas zonas de la nación.

“Uno mi voz a la de los obispos de Myanmar, que la semana pasada lanzaron un llamamiento llamando la atención del mundo entero sobre la desgarradora experiencia de miles de personas que en ese país están desplazados y están muriendo de hambre: ‘Nosotros suplicamos con toda la gentileza permitir pasillos humanitarios’ y que ‘iglesias, pagodas, monasterios, mezquitas, templos, como también escuelas y hospitales’ sean respetados como lugares neutrales de refugio. ¡El Corazón de Cristo toque los corazones de todos llevando paz a Myanmar!”, dijo Francisco.


Por su parte, de acuerdo a Fides, Mons. Marco Tin Win insiste: “Pedimos a todos de corazón: ¡escuchen la voz del Papa, pongan fin a toda violencia!” y confirma la situación de “inmenso sufrimiento de la población en la diócesis de Mandalay y en otros territorios: mujeres, niños, ancianos y enfermos están desplazados, están agotados y sufren la violencia generalizada. El ejército también ha quemado la ayuda humanitaria y esto es una gran crueldad para la gente inocente”.

Asimismo, el prelado comenta favorablemente la noticia del embargo universal de armas decidido por las Naciones Unidas a Myanmar: “El pueblo birmano ha estado esperando esta decisión. Esperamos que sea un primer paso para detener la violencia y retomar el camino de la paz”.

En cuanto a la protesta de los jóvenes, el arzobispo expresa: “Vemos que la violencia y los enfrentamientos están aumentando. La protesta comenzó de forma pacífica y fue reprimida con ferocidad. Hoy en día, especialmente los jóvenes, no ven otra opción que defenderse con armas. La Iglesia siempre predica y llama a la paz, y hoy estamos viviendo y siendo testigos de la tragedia de la sangre de nuestro propio pueblo que se derrama en suelo birmano. Es una verdadera tragedia y no hay salida, por ahora, porque el diálogo está estancado y es rechazado por ambas partes. Sólo podemos levantar los brazos al cielo invocando al Altísimo Todopoderoso diciendo: escúchanos, sálvanos. Nuestro último refugio es la oración. La Iglesia de Myanmar está ayudando a los pobres, vulnerables e indefensos con todos los medios y sigue rezando intensamente”.