«Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles» (1 Cor 1,23).
También los directivos y empresarios cristianos estamos llamados a predicar, a través de nuestra actividad profesional, a un Cristo crucificado que, todavía hoy, sigue siendo escándalo y necedad. Escándalo porque la cruz no parece tener cabida en un mundo cargado de mensajes hedonistas; necedad porque, especialmente en el mundo de la economía y de la empresa, el fracaso suele ser entendido, o bien como fruto del error, de la toma de decisiones equivocadas, o bien como ese escalón que a veces hay que pisar para llegar al éxito. Nos inundan mensajes, nacidos de la cultura de la postverdad, que no ayudan a mirar a Cristo crucificado, no invitan a descubrir la cruz como experiencia.
En la cruz, Jesús experimentó la traición, la burla, la soledad, la incomprensión, el abandono, el fracaso… Sin duda, experiencias muy cercanas a las personas con responsabilidades directivas. ¡Cuántas veces nos hemos sentido engañados, ridiculizados, incomprendidos, solos! ¡Cuántas veces hemos subido también nosotros a la cruz!
La vivencia de la cruz como experiencia sugiere, al menos, tres invitaciones para los empresarios y directivos cristianos:
- Llamados a mirar el rostro de Cristo crucificado: «Su rostro se refleja en el de cada persona humillada y ofendida, enferma o que sufre, sola, abandonada y despreciada», recordaba el papa Benedicto XVI en el Vía Crucis de 2009. Mirar el rostro del Crucificado nos mueve a trascender desde nuestro sufrimiento al de los demás. Desde aquí es desde donde adquiere su máximo sentido cualquier acción de Responsabilidad Social en la empresa.
- Llamados a identificarnos con Cristo crucificado: «El cristiano lleva grabado en su corazón, de manera indeleble, el rostro de Jesús. No sólo es alter Christus, sino ipse Christus. Por consiguiente, la meta última de todo hombre consiste esencialmente en una plena y total identificación con Cristo». Con estas palabras, el cardenal José Saravia nos recordaba la esencia de nuestro bautismo en un documento con un título muy significativo: El rostro de Cristo en el rostro de la Iglesia. Los empresarios y directivos cristianos estamos llamados a ser rostro de la Iglesia en el mundo de la actividad económica.
- Llamados a la esperanza en Cristo crucificado: «Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Y, dicho esto, expiró» (Lc 23, 46). Las últimas palabras desde la cruz miran al Padre Dios. Porque el dolor y la muerte no son la última palabra. Los cristianos no adoramos a un Dios de muertos, sino de vivos (Mc 12, 27). También nuestros proyectos, nuestras empresas, están llamadas a ser iluminadas por la esperanza, una esperanza fundada en la convicción de la posibilidad de una vida resucitada.
Dios se revela crucificado y, como nos recordaba el papa Francisco en el mensaje para la cuaresma de 2024, «cuando Dios se revela, comunica libertad». Por eso la experiencia de la cruz ha de ser una experiencia liberadora. No sólo porque la cruz es un lugar desde donde se manifiesta el amor de Dios, sino porque la cruz es una llamada a luchar por los crucificados. Como empresarios y directivos tenemos la oportunidad de poner nuestros proyectos al servicio de esta tarea.
El papa Francisco, consciente de las cruces que los empresarios han de llevar, invita en su discurso a una delegación de empresarios franceses (07/1/2022) a mantener la esperanza en la oración:
«Me doy cuenta de lo exigente y difícil que puede ser implementar el Evangelio en un mundo profesional competitivo. Sin embargo, os invito a mantener la mirada fija en Jesucristo, con vuestra vida de oración y la ofrenda del trabajo diario. Él tuvo la experiencia en la cruz de amar hasta el extremo, de cumplir su misión hasta dar la vida. Vosotros también tenéis vuestras cruces para llevar. Pero tened confianza: prometió acompañarnos «hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). No dudéis en invocar al Espíritu Santo para que guíe vuestras elecciones. La Iglesia necesita vuestro testimonio».
Dionisio Blasco España es Delegado Territorial en la Diócesis de Málaga y miembro del Comité Ejecutivo de Acción Social Empresarial