Dicen que sólo con pequeñas acciones se logrará cambiar el mundo. Y son estas pequeñas cosas las que consiguieron un día captar la atención de Javier Cascón.
Javier adquiere viviendas para compartirlas con personas sin hogar.
- ¿Cómo surge esta iniciativa?
Durante los últimos seis años he estado trabajando en diferentes iniciativas en las que el contacto con personas en riesgo de exclusión era constate. En estos años, recibimos demasiadas llamadas pidiendo ayuda a las que no podíamos dar abasto por la falta de plazas o de recursos. Cada año que pasaba veía que a nivel personal podía dar un paso más. Esto me llevó a decidir comprar una casa para personas sin hogar. Con lo que tenía ahorrado no era suficiente, así que, escribí el libro Amen sin tilde que saqué a la venta en octubre de 2021 con el objetivo de comprar el inmueble en menos de un año. Así fue, gracias al apoyo de cientos de personas, se pudo comprar la primera casa en menos de un año. Desde septiembre de 2022 ya viven allí dos mujeres (madre e hija).
- ¿Qué dificultades te has encontrado?
La verdad es que todo ha sido mucho más fácil de lo que esperaba gracias a la gente, pero, aun así, siempre hay algunas dificultades. Obviamente, una de ellas, el precio de los inmuebles en Madrid. Este primero han sido 75.000€ (del que aún tengo que pagar 18.000€) y eso que solo son treinta y pocos metros cuadrados. Mi idea era algo más grande para poder vivir yo con las personas del piso, pero en algo tan pequeño y siendo mujeres las que están viviendo allí, es mejor no estar yo. Para el segundo espero poder comprar algo más grande y vivir juntos unos chicos y yo. Otra dificultad ha sido la cantidad de papeleo y burocracia que se necesita. Yo no sabía que era tanto y en mi ingenuidad con 24 años no sabía cómo resolver todo.
- ¿Qué frutos ha dado ya esta iniciativa?
Para mí lo más importante es que la madre y la hija ya pueden vivir tranquilas. Pero, además de eso, nunca sabemos hasta donde llega la repercusión de lo que hacemos. Yo pensaba que todo esto era solo un pequeño gesto porque solo iban a caber dos personas y me parecía insuficiente. Sin embargo, me han llegado mensajes increíbles de muchas personas de diferentes países y continentes apoyando, rezando o haciendo proyectos parecidos. Más de 900 personas se han implicado de una u otra manera. Especialmente bonito han sido algunos gestos sencillos como una chica que donó el dinero que iba a recibir por su cumpleaños, otra chica que escribió un libro y destinó lo recaudado a este proyecto, una empresaria que compró el libro y se lo regaló a todos sus clientes o un hotel que puso a la venta el libro para sus clientes.
- ¿Tiene algún testimonio que nos pueda compartir?
Hemos vivido testimonios muy bonitos de compañerismo y generosidad, desde algunas familias que nos donaban sus muebles para la casa hasta otros amigos míos que iban a dar clases de español a las mujeres residentes. Uno de los profesores fue un amigo mío que anteriormente había estado también viviendo en la calle durante casi treinta años. Increíble todo lo que está pasando. Confío en que podamos seguir creciendo y llegando a más personas.
- ¿Cómo pueden ayudar nuestros lectores?
De esto se me ocurren unas cuantas maneras. Lo primero, entregándose y amando mucho a las personas que les rodean. Esa es la mayor revolución. La segunda, creyendo firmemente que todos los que nos rodean son hermanos y hermanas. Si supiéramos esto, muchas cosas cambiarían. Lo tercero, si quieren apoyar este proyecto, pueden orar por nosotros, pueden comprar el libro Amen sin tilde que cuesta 12€, donar o ponernos en contacto con personas que quieran vender o dar sus casas para esto. Hay muchas otras maneras, pero ahí que tengan libertad para escribirme por redes sociales o a mi correo electrónico ¡Gracias por todo!