Israel Risquet, sacerdote de la archidiócesis de Sevilla, España, comparte con los lectores de Exaudi este artículo sobre la Fiesta del Inmaculado Corazón de María, titulado “Sagrado Corazón de la Virgen: En el Corazón de la Madre”.
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El Inmaculado Corazón de la Virgen María se celebra al día siguiente a la fiesta del Corazón de Jesús, sábado posterior al segundo domingo después de Pentecostés. En febrero de 2020, justo cuando estaba comenzando a entrar la pandemia en Europa, peregriné al Corazón de la Madre, a la basílica de la Santa Casa en Loreto(Italia), en palabras de san Juan Pablo II: “El auténtico corazón mariano de la cristiandad”.
Allí se encuentra la casa donde el arcángel san Gabriel anunció a la Santísima Virgen María la maternidad divina y donde vivió la Sagrada Familia, en Nazaret, Tierra Santa. Durante las cruzadas y por miedo a su destrucción fue llevada a Loreto.
En la basílica, mientras entrábamos por turnos en la Santa Casa, que es muy pequeña, rezábamos el Rosario cantando, curiosamente las letanías lauretanas fueron compuestas para la Virgen de Loreto, en su honor. Creo que es lo más cerca que he estado nunca del Corazón de la Virgen María.
En esos mismos días paseando por Roma, entré en una de sus basílicas y reparé en una capilla donde se encontraba en el altar una pintura pequeña, con un tondo ovalado del Inmaculado Corazón de la Virgen María, que me sublimó, por haber estado en el corazón de la Madre.
Me crié de pequeño en una parroquia de Sevilla del barrio de Nervión, en cuyo sagrario hay una inscripción que dice: “Caro Christi, caro Mariae” (Carne de Cristo, carne de María). Siempre me ayudó esta frase, me resultaba profundamente cercano y consolador que Dios estuviera allí en aquella cajita (el sagrario), y que además llevara nuestra carne, la de una de nuestra raza, la de la Virgen María.
El Corazón de Jesús, como todo corazón humano, tendría latidos únicos, el de cada persona sigue un patrón distinto, tanto es así que parece que será la contraseña del futuro, y el del Señor se formó en María…luego nuestras oraciones, ¿cómo no van a ser escuchadas?, teniendo a la Virgen tirándole de la túnica a su Hijo para que no se olvide de nosotros, pues lleva su Corazón, el nuestro…Sabemos la contraseña para el cielo, es el Corazón de María.
María guardaba todo en su corazón, allí soportó con fortaleza la espada de dolor de la pasión y allí esperó, llena de fe, la resurrección de su Hijo. ¿Cómo no nos va a comprender…por muy hondo que sea nuestro dolor, nuestra espada…?
Mi párroco me preguntó con dieciséis años, preparándome para recibir la Primera Comunión: “¿Quién es para ti la Virgen María?”, a lo que respondí: “Mi Madre”, (soy huérfano criado por mis abuelos maternos). Nuestra Madre es toda Corazón.
En estos momentos de pandemia ruego al Inmaculado Corazón de la Virgen por mi querida amiga y feligresa Ana María, enferma, invidente (y junto a ella por todos los enfermos), que la visitamos semanalmente y que se encuentra ingresada en el Hospital, durmiéndose en el Señor. Solamente le consolaba escuchar su radiolina de Radio María, se pasaba día y parte de la noche encamada aferrada a su transistor pegado a su oreja…fue lo único que nos pidió tras recibir los sacramentos, su radio.
Ya solamente duerme. Cuánto bien hace nuestra Madre, su Corazón Inmaculado.
Termino con las palabras del obispo santo sevillano, san Manuel González: “¡Madre mía, que no nos cansemos!”.
Fuerte abrazo en Cristo y mi bendición +.