El cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, ha emitido una carta con motivo del 25 aniversario de la publicación de la Exhortación Apostólica Vita Consecrata, escrita por san Juan Pablo II en 1996.
El documento, ofrecido por la Congregación hoy jueves 25 de marzo de 2021, está dirigido a los consagrados y consagradas y titulado “Testigos de la belleza”.
Esperanza en tiempos difíciles
Al comienzo del escrito, el purpurado muestra su solidaridad “con todos y todas en la tribulación y en la esperanza, no solo a causa de la pandemia, sino sobre todo por sus consecuencias que nos tocan de cerca en los acontecimientos cotidianos de la comunidad civil y eclesial”. Las personas consagradas, prosigue, “están llamados en primera persona a despertar en todos el sentido de la esperanza”.
Del mismo modo, explica que Vita Consecrata se publicó “en tiempos de gran incertidumbre, en una sociedad líquida, de identidades confusas y pertenencias débiles”: Sorprende, por tanto, “la certeza con la que se define la identidad de la vida consagrada, ‘icono de Cristo transfigurado’ que revela la gloria y el rostro del Padre en el esplendor radiante del Espíritu”.
Relación trinitaria
Monseñor Aviz sostiene que la exhortación apostólica “está toda construida en torno a la idea de la relación, relación generada en y por el Misterio de Dios comunión trinitaria”: “Un testimonio que no es singular, sino de una fraternidad que vive lo que anuncia y lo disfruta. Una santidad que es comunitaria, no de solitarios perfectos, sino de pobres pecadores que comparten y se regalan cada día misericordia y comprensión”.
“Hoy la vida consagrada se siente ‘más pobre’ que en el pasado, pero vive – por gracia – mucho más la relación con la Iglesia y el mundo, con los que creen y los que no creen, con los que sufren y están solos”, añade.
Formar en la sensibilidad de Cristo
El prefecto subraya que un “aspecto particular de la dimensión relacional parece alcanzar su punto más alto, cuando el documento aborda el tema de la formación”, no una relación cualquiera, sino “la que lleva a tener en sí los mismos sentimientos del Hijo obediente, del Siervo sufriente, del Cordero inocente”.
Se trata, continúa, de “una relación que llega a un contacto tan intenso y profundo que redescubre en sí la sensibilidad del Hijo, a su vez imagen y encarnación de la sensibilidad del Padre”. Sería, propone, “una formación integral, construida sobre la roca del amor eterno que forma personas libres, integradas, que han aprendido a evangelizar su sensibilidad, para amar a Dios con un corazón de hombre, y amar al hombre con un corazón divino”.
La belleza del Señor
El cardenal Aviz afirma que “la persona consagrada está llamada a ser testigo de la belleza” y bello debe ser todo lo que se hace, la fraternidad, el templo y la liturgia, estar juntos en nombre del Señor, ser vírgenes, “tener un corazón libre para acoger el dolor de los que sufren para manifestarles la compasión del Eterno” y el entorno, “en la sencillez y la sobriedad creativa”.
También aclara que le exhortación “puede alimentar aún la fidelidad creativa de los consagrados, eje fundamental de la vida consagrada del tercer milenio”. “Responder a los desafíos que vienen de la Iglesia y de la sociedad actual implica crecer en la significación evangélica”, ilustra.
Concluye diciendo que “necesitamos la paciencia valiente de caminar, de explorar nuevos caminos, de buscar lo que el Espíritu Santo nos sugiere. Y esto se hace con humildad, con simplicidad, sin mucha propaganda, sin gran publicidad”.