En la audiencia general de esta mañana, el Papa Francisco ha señalado que en el combate de la oración “se nos pide decidir, como nos enseña san Ignacio de Loyola, si ponernos bajo la bandera de Jesucristo, es decir, si lo seguimos, si lo amamos y servimos sólo a Él, o si nos dejamos vencer por los engaños del Maligno”.
Hoy, 12 de mayo de 2021, el Santo Padre ha presidido la audiencia general en el patio San Dámaso del Palacio Apostólico vaticano, transmitida en directo, de nuevo con fieles, adaptándose a las medidas de prevención frente a la COVID-19, y ha seguido con el ciclo de catequesis sobre la oración centrada en tema de “El combate de la oración”.
Rezar no es fácil
El Papa ha explicado que “rezar no es sencillo, aunque todo el mundo pueda rezar. El silencio, la concentración, la oración son ejercicios difíciles, y a veces la naturaleza humana se rebela”.
El Catecismo de la Iglesia católica “enumera algunos de los obstáculos para la oración que podemos encontrar fuera o dentro de nosotros mismos, como por ejemplo la tentación del desánimo, la tentación del activismo, la decepción de pensar que no somos escuchados, y así podemos enumera más”, apunta.
Combate de la oración
Asimismo, el Pontífice sostiene que “la experiencia de los grandes orantes nos muestra que la oración no es sólo fuente de consolación y alegría, sino también momentos de lucha, de cansancio, de sequedad. Ninguno de estos personajes tuvo una oración ‘cómoda’, la paz que alcanzaron llegó a través de un combate interior”.
“Tengamos la certeza de que cuando rezamos nunca estamos solos y de que, en los tiempos de prueba y oscuridad, cuando parece que todo se desmorona y no hay puntos de referencia, el Señor Jesús, aunque no percibamos su presencia, siempre está a nuestro lado, nos reanima con su gracia, nos sostiene, nos guía y nos protege”, añade.
Fuerza del Espíritu para orar
En las peticiones realizadas en su habitual saludo a los peregrinos de lengua española, de España y Latinoamérica, el Papa ha pedido “al Señor que, especialmente en los momentos de aridez, duda y tentación, nos conceda la fuerza del Espíritu Santo para orar con humildad, confianza y perseverancia”.
Por último, el Obispo de Roma ha rogado a “la Virgen Santa nos ayude con su intercesión maternal para que no nos apartemos nunca de Jesús”.
