Annus terribilis Operis Dei

¿Está preparada la Obra para vivir esta “contradicción de los buenos”?

Mons. Gänswein Opus Dei
Mons. Gänswein ordena a 27 sacerdotes del Opus Dei © Opus Dei

Sin temor a exagerar, se puede decir que el Opus Dei está viviendo ahora su “annus terribilis”, “su año terrible.” En efecto, la Prelatura Personal de la Santa Cruz y Opus Dei se ha visto afectada, en el seno de la Iglesia, por varios frentes canónicos -relativos a la ley de la Iglesia-, en concreto, por cómo entiende la Iglesia la inserción de la Prelatura en su seno y, muy secundariamente, pero significativa y simbólicamente hablando, el cambio en la jurisdicción del Santuario de Torreciudad, promovido y realizado por el Opus Dei, que pasa de ser un oratorio de la Prelatura, a ser santuario de la diócesis de Barbastro-Monzón.

La “pesadilla” de la Obra comenzó con la entrada en vigor de la Constitución Apostólica sobre la Curia Romana y su servicio a la Iglesia y el Mundo Praedicate Evangelium, el 5 de junio del 2022. A partir de ese momento, cuando entró en vigor la nueva organización de la Iglesia propuesta por Francisco, la Prelatura deja de depender de la Congregación de Obispos y pasa a depender de la Congregación del Clero. En efecto, el número 117 de dicho documento dice escuetamente: “Compete al dicasterio [Dicasterio para el Clero] todo lo que corresponde a la Santa Sede sobre las prelaturas personales.” Lo cual no deja de ser curioso, en una institución en la que la mayor parte de sus fieles son mujeres y sólo el 2% de los mismos son sacerdotes, cuyo mensaje está fundamentalmente -no exclusivamente- dirigido a los laicos.

Un segundo momento de “desconcierto jurídico” dentro de la Obra lo constituyó el Motu Proprio Ad Charisma Tuendum del Papa Francisco, que entró en vigor el 4 de agosto de 2022. En este breve texto Francisco, deja claro no solamente que la Obra depende ahora de la Congregación del Clero, a la cual deberá informar anualmente de sus actividades y que el prelado no podrá ser nombrado obispo -como lo fueron los dos primeros prelados del Opus Dei: el Beato Álvaro del Portillo y Monseñor Javier Echevarría, consagrados obispos por san Juan Pablo II-, sino -y esto es lo más importante-, que el Opus Dei es un fenómeno carismático y no jerárquico en el seno de la Iglesia. Con sus propias palabras: “Con este Motu Proprio se busca confirmar a la Prelatura del Opus Dei en el ámbito auténticamente carismático de la Iglesia.” La Prelatura siempre había entendido que sin ser propiamente una “Iglesia particular” se asemejaba a ella, a las diócesis y, particularmente, a los ordinariatos militares, de manera que se trataba de una realidad jerárquica, más que carismática, en el seno de la Iglesia. Puede verse un apretado resumen de esta postura en el capítulo “Implantación de la Prelatura Personal” del libro “Historia del Opus Dei” de José Luis González Gullón y John F. Coverdale, publicado apenas un año antes, en 2021. Sobra decir que esa era la mente del legislador -el que erigió el Opus Dei en Prelatura Personal-, es decir, la idea de san Juan Pablo II.

El tercer acto de la “deconstrución” de las Prelaturas Personales, como el puntillazo que cambia definitivamente la comprensión que de las mismas tiene la Iglesia, está constituido por el Motu Proprio del Papa Francisco, fechado el 8 de agosto de 2023, con el que modifica los cánones del Código de Derecho Canónico vigente, respectivos a las Prelaturas Personales. De esta forma, el Canon 295&1 dice con claridad: “la Prelatura personal se asimila a las asociaciones públicas clericales de derecho pontificio [y no a las diócesis u ordinariatos militares], con facultad para incardinar clérigos.”

¿Qué supone en definitiva todo esto? Podríamos resumirlo con un ejemplo muy gráfico, al que tristemente nos hemos habituado. Con las Prelaturas Personales ha sucedido algo semejante a lo que le pasó a la institución del Matrimonio en el derecho civil, en los países en los que se ha legislado el “matrimonio igualitario.” En la ley se le sigue llamando “matrimonio”, pero ya no es lo mismo, la comprensión añeja, secular de lo que era, se ha vaciado de contenido. Algo análogo sucede ahora con la figura de las prelaturas personales: ya no son lo que eran, lo que previó el Concilio Vaticano II en el Decreto Presbyterorum Ordinis, n.10 o, particularmente para el Opus Dei, única prelatura personal existente en la Iglesia, lo que legisló san Juan Pablo II en la Constitución Apostólica Ut sit, y confirmó en su discurso del 17 de marzo de 2001, dirigido a fieles de la prelatura que se habían reunido en un “Congreso sobre la Novo millennio ineunte.”

¿Cómo ha sucedido esto? La clave también se puede buscar en el capítulo “Implantación de la Prelatura Personal.” Ahí veladamente se alude a la posición que un eminente canonista de la Universidad Gregoriana, hoy cardenal de la Santa Iglesia Católica, el P. Ghirlanda, ha sostenido durante años sobre las prelaturas personales. De hecho, fue el P. Ghirlanda S. J. el principal encargado de elaborar la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, es decir, la ley que regula el funcionamiento de la Curia; por eso fue creado cardenal. Tras bambalinas se comenta que esa ha sido la postura de Ghirlanda, porque considera que fue el Beato Álvaro del Portillo quien pujó para que se introdujera en el Decreto Presbyterorum Ordinis la figura de la Prelatura Personal pensando en el Opus Dei. Esto último no sería descabellado, pues fue secretario de la comisión encargada de elaborar ese decreto conciliar. Digamos que Ghirlanda vendría a enmendar la página.


Ahora bien, a todo esto, objetivamente negativo para la Prelatura Personal de la Santa Cruz y Opus Dei, ¿cómo ha reaccionado la Obra? Se puede decir que, en esta página difícil de su historia, ha reaccionado como lo hubiera hecho san Josemaría, su fundador: con un profundo sentido sobrenatural. En efecto, las sucesivas declaraciones del actual Prelado de la Obra, Monseñor Fernando Ocáriz han ido siempre por la misma línea: unidad con el Papa, rezar por él, aceptar dócilmente sus disposiciones. En el último mensaje enviado por él, con motivo del Motu Proprio del 8 de agosto nos dice:

“… acogemos con sincera obediencia filial esas disposiciones del Santo Padre, y para pediros que también en esto permanezcamos todas y todos muy unidos. Seguimos así el espíritu con el que vivieron san Josemaría y sus sucesores ante cualquier disposición del Papa relacionada con el Opus Dei. Siendo la Obra una realidad de Dios y de la Iglesia, el Espíritu Santo nos conduce en todo momento.”

La reacción del Prelado, como puede verse, ha sido ejemplar, de perfecta sintonía y unidad con lo que el Papa y la Iglesia dispongan para la Obra. De hecho, así está diseñada la Obra, que en palabras de su fundador, “está para servir a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida.” De esa actitud quedó huella histórica en la vida interior de san Josemaría, que en dos ocasiones experimentó lo que él denominó “la prueba cruel”, la cual consistía en considerar que la Obra no era de Dios sino de él; en ambas ocasiones reaccionó con decisión, encarándose con Dios y diciéndole: “si la Obra no es para servir a la Iglesia, ¡destrúyela ahora mismo!” Como en el caso de Abraham, no fue necesario ese sacrificio, pero dejó así marcado para sus fieles, cuál habría de ser siempre el camino a seguir.

Cabe pensar que el obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Javier Pérez Pueyo, ha sabido aprovechar el momento histórico -no corren buenos tiempos para el Opus Dei- y, audazmente, ha dado un golpe de mano para hacerse con Torreciudad, una de las últimas “locuras de san Josemaría”, imponente santuario mariano construido, mantenido y gestionado por el Opus Dei. Realmente pareciera un “robo de puños blancos”, pues supone apropiarse de lo que uno no ha hecho, ni mantenido, ni gestionado. Quedarse con algo que era de otro, pero todo, dentro de lo “eclesiásticamente correcto.” La Obra no está ahora para polémicas y Pérez Pueyo lo sabe. Por eso presidió la santa Misa de Nuestra Señora de los Ángeles el día de su fiesta -20 de agosto-, y dejó claro que el futuro del santuario era ser diocesano, no de la prelatura. La prelatura, dócilmente, manifestó su tácita aceptación del hecho consumado, con la presencia del Vicario Regional de España, Ignacio Barrera, en la ceremonia. En este caso importa más la unidad de la Iglesia, que la estricta justicia.

¿Está preparada la Obra para vivir esta “contradicción de los buenos”? Todo parece indicar que sí. De hecho, ahora el Opus Dei vive colectivamente, como institución, lo que san Josemaría vivió y predicó insistentemente a sus hijos: el “Omnia in bonum” (todo es para bien), que toma de san Pablo (Romanos 8, 28: “para los que aman a Dios todo es para bien”). Digamos que el Opus Dei está diseñado para besar los pies de los que le dan patadas, sobre todo si esos forman parte de la Iglesia. Se podría resumir su actitud en lo que recoge este santo en sus apuntes íntimos, cuando los mismos que ahora ponen obstáculos a la Obra lo acusaron a él ante el Santo Oficio:

“¡Roma! Agradezco al Señor el amor a la Iglesia que me ha dado. Por eso me siento romano. Roma para mí es Pedro… de Roma, del Papa, no puede venirme más que la luz y el bien. – No es fácil que este pobre sacerdote olvide esa gracia de su amor a la Iglesia, al Papa, a Roma. ¡Roma!”