El sacerdote Miguel Ángel Martín ofrece a los lectores de Exaudi este artículo sobre cómo conseguir indulgencia plenaria en el año de san José.
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El patronato de san José sobre la Iglesia Católica fue declarado el 8 de diciembre de 1870 por el beato Pio IX en el contexto del Concilio Vaticano I, en medio de un tiempo difícil para la Iglesia, el Papa encomendó la Iglesia en manos de san José, para que la guardase y protegiese ante los que la perseguían, del mismo modo que hizo con el Señor en los primeros años de su encarnación.
En la conmemoración del 150 aniversario de esta proclamación, el Papa Francisco ha decretado la celebración de un año extraordinario de san José, para fomentar la imitación de las virtudes del santo de Nazaret, que siempre tuvo el corazón abierto a la escucha y obediencia de la voluntad de Dios.
Con motivo de este año y dentro de los beneficios espirituales que se esperan de él, se concede a los cristianos el beneficio de poder recibir la gracia de la Indulgencia plenaria apostólica, por medio de las condiciones habituales de realizar la confesión sacramental de los pecados, la participación de la sagrada comunión y la oración personal según las intenciones del Papa.
Pero, ¿Qué es la indulgencia plenaria? No se trata del perdón de los pecados, que sólo se obtiene mediante la confesión sacramental, sino de la cancelación de las penas temporales a consecuencia de estos, que no desaparecen con la confesión.
Dentro de la tradición de la Iglesia esta es una de las tareas recibidas por los apóstoles de parte de Cristo, en relación con la potestad de “atar y desatar” referida al perdón de los pecados. El ejercicio de esta función se lleva a cabo de forma concreta en la tradición católica por el Santo Padre, que tiene la potestad de otorgar como gracia extraordinaria y como fruto de obras de piedad o misericordia concretas, la remisión de estas penas en el Nombre del Señor.
Como requisito previo a las prácticas habituales para la obtención de la indulgencia, que citamos antes, se establecen una serie de actividades que realizar, y que invitan a imitar las virtudes o a conmemorar la figura de san José, las proponemos en un listado extraído del Decreto difundido por el Vaticano con ocasión de este año y que detallamos a continuación:
- La participación en un retiro espiritual de al menos un día que incluya una meditación sobre san José o en una meditación de al menos media hora acerca del Padre Nuestro (san José y su dimensión como padre)
- La realización de una obra de misericordia, corporal o espiritual (san José y la caridad).
- El rezo del Santo Rosario en familia o por parte de los novios, en caso de no ser casados (san José, esposo de Santa María).
- Confiar cada día en la oración personal al patronazgo de San José y su intercesión por los trabajadores (san José Obrero).
- El rezo de las letanías de san José (para el rito latino) o el Akathistos a san José (para el rito oriental) o alguna oración litúrgica dedicada a San José, en favor de la Iglesia perseguida en el mundo (san José, perseguido y migrante).
- De modo extraordinario, la penitenciaría apostólica concede también la indulgencia a todo el que rece cualquier oración o realice un acto de piedad legítimamente aprobado en honor de San José, los 19 de cada mes y cada miércoles (día consagrado a san José en el rito latino) y, especialmente, en los días 19 de marzo y 1 de mayo, conmemoraciones de san José en el calendario.
- Teniendo en cuenta el contexto de dificultad provocado por la pandemia, a los ancianos, enfermos, moribundos y, en general, para todos los que por cualquier motivo están impedidos para salir de casa; se extiende la gracia de la indulgencia, siempre que realicen las condiciones habituales de confesión, comunión y oración, cuando las condiciones lo permitan.
Finalmente recordemos que la posibilidad de obtener la indulgencia no es un fin en sí mismo, sino un fruto más de este año en el que el Papa Francisco nos invita a volver la mirada a san José, imitar sus virtudes y estimular la confianza en Dios Padre y su voluntad para con nosotros; recordándonos que, en todo momento, y especialmente en los difíciles, Dios nos asiste y guía nuestros pasos. Nosotros como san José debemos tener el corazón abierto a percibir su presencia y el ánimo dispuesto a dejarnos guiar por él en el camino de la vida, cada cual desde la vocación recibida.
San José, patrono de la Iglesia universal, ruega por nosotros.