El cardenal Peter K.A. Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral, ha enviado un mensaje para el XI Día Mundial del Circo. El texto está dirigido al presidente de la Fédération Mondiale du Cirque con motivo de la XI Jornada Mundial del Circo que se celebrará el sábado 17 de abril de 2021.
A lo largo del mismo, el cardenal ha quedido mostrar “nuestra cercanía al mundo del circo y a sus protagonistas, verdaderos ‘artífices de la fiesta’, como les llamó el Papa Francisco el 16 de junio de 2016”.
Trágica situación
El prefecto resalta que el eurodiputado István Ujhelyi, embajador honorario de la Fédération Mondiale du Cirque, junto con el presidente de la misma y el Dr. Helmut Grosscurth, director ejecutivo de la European Circus Association, se dirigió a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y a la comisaria europea de Educación y Cultura, Mariya Gabriel, “para exponerles la trágica situación de las compañías de circo europeas, que emplean a decenas de miles de artistas y albergan a miles de animales”.
“La prolongación de la situación de emergencia, así como de las medidas para evitar aglomeraciones, han amenazado la industria del circo, así como la existencia misma de estas empresas, a menudo familiares, que han tenido que endeudarse a la espera de tiempos mejores”, explica.
Con el fin de proteger este arte, “es fundamental el apoyo financiero tanto por parte de la Unión Europea como de cada país, llamados a proteger a los más débiles, así como a los sectores más vulnerables de la economía”, se lee en el texto.
Bálsamo de la caridad
“Por voluntad del Papa Francisco”, continúa el purpurado, el Dicasterio “es el punto focal del COVID-19 y está comprometido a escuchar y apoyar a las Iglesias particulares del mundo”. Los obispos “nos hablan del sufrimiento físico y psicológico causado por la pandemia, de las crisis existentes que se han intensificado debido también a las medidas drásticas que era necesario adoptar para proteger a los más vulnerables, el síndrome de burnout de los que se encuentran al frente de la lucha contra el virus, la desorientación de toda la sociedad”. Se trata de “heridas que serán largas y complejas de cuidar, pero todos estamos llamados a hacerlo juntos”.
En este sentido, destaca que “es consolador ver que el bálsamo de la caridad que ya se ha derramado sobre estas heridas, gracias a pequeños y grandes gestos espontáneos, organizados por parroquias y diócesis, a través de las Cáritas y organizaciones caritativas católicas, que también han respondido a las necesidades más básicas de los artistas y animales del circo; en Italia intervinieron la Protección Civil y Coldiretti, pero también ciudadanos, administraciones locales y aldeas enteras”.
Asimismo, indica que para que el sufrimiento del mundo “no sea estéril, sino que tenga un sentido que nos ayude a preparar un futuro diferente, presagio de un cambio en lo creativo, el Papa nos exhorta a vivirlo como lo hizo el Buen Samaritano, modelo para construir relaciones reales y nuevas con los demás: los duelos en las familias, la enfermedad, las dificultades de todo tipo nos han revelado que ‘la existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro’”.
A continuación, sigue el texto completo del mensaje del prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral.
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Mensaje para el XI Día Mundial del Circo
Estimado Señor
Dr. Urs PILZ
Presidente de la Fédération Mondiale du Cirque
MONACO
Querido Señor Presidente,
Como es sabido, el cuidado pastoral de los artistas circenses es una de las tareas del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Con motivo del XI Día Mundial del Circo, promovido tradicionalmente por la Fédération Mondiale du Cirque, bajo el alto patrocinio de S.A.S. Princess Stéphanie de Mónaco, que se celebra el tercer sábado del mes, el 17 de abril, deseo expresar nuestra cercanía al mundo del circo y a sus protagonistas, verdaderos «artífices de la fiesta», como les llamó el Papa Francisco el 16 de junio de 2016.
El año pasado, la Federación decidió posponer las celebraciones de esta jornada, debido a la pandemia Covid-19 en curso. El eurodiputado István Ujhelyi, Embajador Honorario de la Fédération Mondiale du Cirque, junto con Usted y el Dr. Helmut Grosscurth, Director Ejecutivo de la European Circus Association, se dirigió a la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y a la Comisaria europea de Educación y Cultura, Mariya Gabriel, para exponerles la trágica situación de las compañías de circo europeas, que emplean a decenas de miles de artistas y albergan a miles de animales. La prolongación de la situación de emergencia., así como de las medidas para evitar aglomeraciones, han amenazado la industria del circo, así como la existencia misma de estas empresas, a menudo familiares, que han tenido que endeudarse a la espera de tiempos mejores. Para proteger este arte, que en Europa nació hace más de 250 años y que lleva alegría a adultos y niños, es fundamental el apoyo financiero tanto por parte de la Unión Europea como de cada país, llamados a proteger a los más débiles así como a los sectores más vulnerables de la economía.
Por voluntad del Papa Francisco, el Dicasterio es el punto focal del Covid-19 y está comprometido a escuchar y apoyar a las Iglesias particulares del mundo. Los Obispos nos hablan del sufrimiento físico y psicológico causado por la pandemia, de las crisis existentes que se han intensificado debido también a las medidas drásticas que era necesario adoptar para proteger a los más vulnerables, el síndrome de burnout de los que se encuentran al frente de la lucha contra el virus, la desorientación de toda la sociedad. Son heridas que serán largas y complejas de cuidar, pero todos estamos llamados a hacerlo juntos.
Es consolador ver que el bálsamo de la caridad que ya se ha derramado sobre estas heridas, gracias a pequeños y grandes gestos espontáneos, organizados por parroquias y diócesis, a través de las Cáritas y organizaciones caritativas católicas, que también han respondido a las necesidades más básicas de los artistas y animales del circo; en Italia intervinieron la Protección Civil y Coldiretti, pero también ciudadanos, administraciones locales y aldeas enteras.
La pandemia nos ha recordado que estamos “en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”, como dijo el Papa Francisco el 27 de marzo 2020 en una plaza de San Pedro vacía y mojada por la lluvia: encontrarnos frente a la prueba nos ha demostrado una vez más “que nadie se salva solo” y que “en medio de nuestra tormenta, [el Señor] nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar”1.
Para que el sufrimiento del mundo no sea estéril, sino que tenga un sentido que nos ayude a preparar un futuro diferente, presagio de un cambio en lo creativo, el Papa nos exhorta a vivirlo como lo hizo el Buen Samaritano, modelo para construir relaciones reales y nuevas con los demás: los duelos en las familias, la enfermedad, las dificultades de todo tipo nos han revelado que “la existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro”2, tiempo de hermandad, un antídoto verdadero y poderoso contra la cultura de la exclusión y del descarte. La pandemia ha revelado a dónde nos lleva la indiferencia, nos obliga a situarnos frente a los problemas y a las crisis interconectadas que ha puesto de manifiesto brutalmente: “Hay dos tipos de personas: las que se hacen cargo del dolor y las que pasar de largo… la desidia social y política… deja a tantos marginados, tirados a un costado del camino»3. La pandemia es una lupa que revela vulnerabilidades viejas y nuevas, un desafío para todos, llamados a ser corresponsables de procesos de transformación que vuelvan a poner a la persona en el centro y creen una cultura de inclusión, integración y apoyo. Dicha cultura nos alienta a ocuparnos personalmente de las dificultades reales de los necesitados, que corren el riesgo de quedarse al margen. Sólo así descubrimos “el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones para amar y acoger a todos”4.
El eurodiputado István Ujhelyi ha publicado un vídeo muy bonito, que si por un lado cuenta el sufrimiento de los artistas del circo, por otro reitera el “¡aquí estamos!” de todos los artistas, dispuestos a volver a pintar sonrisas y alegrías en los rostros de niños y adultos5. Es el mismo “¡aquí estamos!” del Rony Roller Circus que me acompañó al Hospital del Papa, Bambino Gesù, el 17 de enero de 2020: una gran alegría para los niños enfermos, una emoción vívida que los artistas guardan en sus corazones, la fiesta de la vida sobre el dolor y el sufrimiento, especialmente el que afecta a los más pequeños.
Como dije con motivo de ese hermoso momento vivido con los niños enfermos, “darle a un pequeño paciente un recuerdo de alegría vinculado a un momento delicado de su vida significa aliviar su carga de dolor, a los padres que lo acompañan y hasta levantar la moral del personal médico, ofreciéndoles un poco de alegría para alimentar la misión extraordinaria que cumplen cada día al servicio de los demás”.
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- Momento extraordinario de oración en tiempos de epidemia, presidido por el Santo Padre Francisco, 27 de marzo de 2020
- Francisco, Carta encíclica Fratelli Tutti, n. 66.
- Ibidem , nos. 70, 71.
- Ibidem , n. 86.
- https://youtu.be/HQJn7v8UQ1s