“No descuides el recuerdo del primer amor, con el que Jesús conquistó tu corazón, para renovar siempre tu opción de vida consagrada desde las raíces. Volver siempre a las raíces del primer amor, porque ahí está nuestra identidad religiosa: el primer diálogo con Jesús, la llamada”, exhortó el Papa a los participantes del Capítulo General de la Orden de los Camilos, este lunes 16 de mayo de 2022 desde la Sala del Consistorio.
Publicamos a continuación las palabras del Papa:
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Discurso del Papa
Queridos hermanos, ¡buenos días y bienvenidos!
Me complace reunirme con ustedes con motivo de su Capítulo General. Os saludo cordialmente a cada uno de vosotros, empezando por el nuevo Superior General, al que agradezco sus palabras y al que deseo todo el éxito en su ministerio.
En el centro de tu reflexión de estos días has puesto el tema: “¿Qué es la profecía camiliana hoy?”. Animados por la gracia propia de un Capítulo -si se vive bien en la escucha del Espíritu, de los hermanos y de la historia- os proponéis encontrar nuevos caminos de evangelización y de proximidad, para realizar con fidelidad dinámica vuestro carisma, que os pone al servicio de los enfermos. San Camilo de Lellis, transformado por el amor de Dios, sintió la llamada a dar vida a una nueva Familia religiosa que, imitando la compasión y la ternura de Jesús hacia los que sufren en el cuerpo y en el espíritu, viviera el mandamiento del amor difundiendo con alegría el anuncio del Evangelio y el cuidado de los más frágiles.
Nuestro tiempo está marcado por un individualismo y una indiferencia que generan soledad y provocan el descarte de tantas vidas. Esta es nuestra cultura actual. Individualismo, indiferencia, que generan soledad y provocan el descarte: la cultura del descarte. La respuesta cristiana no está en la observación resignada del presente ni en el lamento nostálgico del pasado, sino en la caridad que, animada por la confianza en la Providencia, sabe amar su tiempo y, con humildad, da testimonio del Evangelio.
Esto es lo que consiguió vuestro Fundador, que es una de las figuras de santos que mejor encarnan el estilo del buen samaritano, de hacerse cercano a su hermano herido en el camino. En esta elección de vida está el punto de inflexión para salir de las sombras de un mundo cerrado y generar un mundo abierto (cf. capítulos 1-3). A vosotros, hermanos, el don y la tarea de inspirarse en él para mirar la realidad del sufrimiento, la enfermedad y la muerte con los ojos de Jesús. Así harás de la profecía camiliana una profecía encarnada, que te impulsa a asumir las cargas de los demás, las heridas y las angustias de tus hermanos y hermanas más vulnerables. Esto requiere una dócil apertura al Espíritu Santo, que es el alma de todo dinamismo apostólico; y requiere una cierta audacia, para descubrir y recorrer juntos caminos inexplorados o expresar en formas nuevas el potencial del carisma y del ministerio camilianos.
Este estilo de vida y de apostolado suyo, dedicado especialmente al servicio de los enfermos y de los débiles y ancianos, me parece que conjuga bien dos dimensiones esenciales de la vida cristiana: por un lado, el deseo de un testimonio extrovertido y concreto hacia los demás, y por otro, la necesidad de entenderse a sí mismo según los cánones de la pequeñez evangélica.
Por eso, os invito a extraer siempre de nuevo la savia de las Bienaventuranzas, para llevar, con mansedumbre y sencillez, la buena nueva a los pobres y a los últimos de hoy. Deseo también que os refresquéis mutuamente en la confianza de que el bien que se da a una hermana o a un hermano que sufre es un don que se da al mismo Jesús, y que lo que se vive y se ofrece cada día con alegría, aunque sea invisible a los ojos del mundo, nunca se pierde, sino que, como una semilla caída en la tierra, germina y da fruto. Y no descuides el recuerdo del primer amor, con el que Jesús conquistó tu corazón, para renovar siempre tu opción de vida consagrada desde las raíces. Volver siempre a las raíces del primer amor, porque ahí está nuestra identidad religiosa: el primer diálogo con Jesús, la llamada.
Siguiendo la estela de la solicitud creativa de san Camilo, os animo a colaborar con el Espíritu Santo en la búsqueda de todos los modos de vivir su carisma de misericordia, valorando también de las formas más oportunas la colaboración con los laicos, en particular con los agentes sanitarios. Cultivar una espiritualidad de comunión entre vosotros y con todos os ayudará a discernir mejor lo que el Señor quiere de vosotros. Busca en comunión la voluntad del Señor.
Queridos hermanos, sobre todo quiero daros las gracias por lo que sois y por lo que hacéis en la Iglesia. Si queremos ofrecer a la gente un buen “hospital de campaña”, donde los heridos puedan encontrarse y sentir la cercanía y la ternura de Cristo, si queremos esto, no podemos prescindir del carisma de San Camilo de Lellis. A ti te corresponde dar tus manos, tus pies, tu mente y tu corazón a este don de Dios, para que siga inspirando las obras de Dios en nuestro tiempo, en el tiempo en que vivimos nuestra vocación. Que el Señor bendiga abundantemente vuestros trabajos capitulares y que la Virgen acompañe siempre vuestro camino. Y, por favor, no olvides rezar por mí. Gracias.
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