El papa Francisco nos invita en su reciente mensaje para la Cuaresma a caminar juntos en la esperanza: «Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia».

Con estos hermosos propósitos el papa Francisco sintetiza el ADN del liderazgo. Y es que, para el cristiano, liderar es el arte de caminar sin perder la conciencia de la dignidad intrínseca en cada uno de los caminantes, reconociendo la singularidad de la huella propia de cada uno de los miembros del equipo, de la organización, de la empresa.

Con la mirada puesta en todos, el liderazgo vivido como vocación exige una especial atención a los más débiles. Y no sólo por todo aquello que un líder puede hacer por las personas necesitadas, sino por el bien que las personas necesitadas hacen al líder. El papa nos lo recuerda en su mensaje: «Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante».

Esta Cuaresma, en este año jubilar, nos brinda la oportunidad de encauzar nuestras empresas y proyectos en la senda de la esperanza. A través de tres propuestas somos invitados, como empresarios y directivos cristianos, a materializar unos objetivos en un tiempo que es, principalmente, de transformación (y por tanto de esperanza):

• Empresas al servicio de una sociedad justa. Es urgente recuperar la conciencia de la profunda razón de ser de una empresa: ofrecer bienes y/o servicios necesarios para el pleno desarrollo del ser humano en sociedad. Y, además, la justa redistribución de los bienes generados.
• Empresas comprometidas con la fraternidad, la paz y la casa común. En estos tiempos convulsos en los que afloran los negocios de las guerras (y de la paz) las empresas están llamadas a “la objeción de conciencia” para ser instrumentos de paz y de armonía. El papa Francisco nos invita a preguntarnos: «¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?»
• Empresas- esperanza: las acciones que una empresa realiza en favor del bien común, en favor del desarrollo de todos los hombres y de todo el hombre, son el acicate para recuperar la esperanza en tiempos de sufrimiento, la necesaria esperanza que no defrauda (Rom 5,5).

Y es que la Cuaresma nos invita a los líderes cristianos a ser motivo de esperanza. Porque estamos convencidos de que «ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Rom 8, 38-39).

Dionisio Blasco España es Delegado Territorial en la Diócesis de Málaga y miembro del Comité Ejecutivo de Acción Social Empresarial