Albert Cortina conversa con Ignacio Serra Baucells, joven de 34 años. Ingeniero industrial e ingeniero de materiales. Primogénito de una familia de cuatro hermanos que vive a caballo entre Sant Cugat del Vallès y Barcelona.
Cada vez conocemos más familias aparentemente exitosas, incluso en los entornos católicos más “fetén”, que tras una fragmentación o ruptura esconden una historia que les llena de gran sufrimiento. Ignacio, ¿cuál es tu experiencia personal en este sentido?
Ninguna familia es perfecta. La única familia perfecta fue la Sagrada Familia. A partir de esta constatación, hay que contemplar a la familia de Nazaret para crecer.
Creo que fue el papa Pablo VI quien en una de sus encíclicas afirmó que la familia es la célula fundamental de la sociedad. En una sociedad que desinstitucionaliza la familia, el individuo está perdido. Ese deterioro familiar afecta a la natalidad y a las relaciones estables. La mujer no concilia la maternidad con la profesionalidad, ni el hombre ejerce su papel esencial de padre con responsabilidad. Las familias acomodadas tienden a utilizar muchas interinas para las labores domésticas y delegan en terceros la crianza de sus hijos. Entonces, con este planteamiento de vida, las familias no tienen tiempo de calidad para atender correctamente el hogar y por tanto hay poco diálogo entre los miembros del núcleo familiar. También las familias numerosas se resienten especialmente de todo esto y en particular, mi familia que, sin embargo, trata de volver en el presente al modus operandi de décadas anteriores donde el encuentro real y la ternura favorecían la comunicación y la acogida.
Sin embargo, desde niño tú has tenido una cercanía muy bonita y próxima con Jesús y con la Virgen María, que has ido manteniendo y cultivando a lo largo de las distintas etapas de tu vida a pesar de las circunstancias realmente adversas que te han tocado vivir. ¿Cómo fue tu educación religiosa?
Muy buena. Estudié en el colegio Viaró de Sant Cugat del Vallès (Barcelona). Toda mi vida me he ido formando en el ambiente y el carisma del Opus Dei. En casa he recibido los valores de la Obra, y siempre hemos tenido libertad para escoger, con criterio propio, nuestro camino espiritual. Mis referentes han sido magníficos amigos numerarios y extraordinarios sacerdotes de la Obra. En los años de Universidad, tuve la suerte de seguir profundizando en los valores y virtudes de San Josemaría Escrivá, encontrando en ellos las directrices y orientaciones espirituales necesarias para sortear los conflictos y problemáticas que me iban surgiendo en cada momento.
Ignacio, tú tenías una buena formación académica, cualidades y dotes adecuados, posición familiar acomodada, un entorno de amistades sano, vivías confortablemente en una ciudad residencial estupenda y, sin embargo, en un momento de tu vida caes en una profunda depresión. ¿Qué te lleva a ese estado de ruptura personal?
Bien, como te he contado anteriormente, siempre he encontrado en mi ambiente y en los medios de los que he participado en la Obra, los recursos espirituales para salir adelante. Sin embargo, he estado muy condicionado por el matrimonio de mis padres, fluctuante, y por una sobrecarga emocional al terminar los estudios universitarios que se me hizo insoportable. Caí en una profunda depresión que, como sabes, es una enfermedad del subconsciente motivada por razones de base que cada uno debe identificar. En mi caso, la fractura familiar y distintos conflictos personales fueron minando poco a poco mi salud mental y física, hasta llegar a un momento de colapso total.
Y en ese momento de profunda oscuridad, llega un día en que decides libremente entrar en el Cenacolo. Para aquellos que nunca hayan oído hablar de esa iniciativa (https://www.comunitacenacolo.it/es/index.php?option=com_content&view=category&id=101 ) decir que la Comunità Cenacolo es una asociación fundada por la Madre Elvira en el año 1983, cuando dejó su comunidad religiosa para abrir la primera casa en Italia movida por la necesidad de amparar a los jóvenes que veía tan perdidos. No quería que fueran a un lugar de asistencia social, un mero centro de desintoxicación, sino que quería crear una gran familia en la que la “persona recibida pudiera sentirse en casa y así encontrar su propia dignidad, la sanación de sus heridas, la paz del corazón, la alegría de vivir y el deseo de amar”. La Comunità Cenacolo lleva ya algunas décadas sanando adicciones con trabajo y oración.
Cuando un joven adicto, o con alguna herida profunda por una situación familiar, o con una depresión – como fue tu caso – entra en el Cenacolo tras haber conocido el espíritu de la comunidad y haber pasado algún día para verificar si realmente quiere hacer un cambio, decide empezar el camino comunitario que durará algunos años, entra a vivir en una casa en el campo donde no tienen cabida, como es lógico, las drogas, pero tampoco el alcohol ni el tabaco, ni internet, ni las redes sociales, ni el móvil, ni la televisión. Al llegar se le adjudica un ángel de la guarda que estará a su lado veinticuatro horas al día durante las primeras semanas. Ese ángel es quien hace un cacheo inicial para retirar la droga que casi todos creen que podrán colar. Es quien está en los momentos de mono, de desesperación, de bajón emocional. Estará a su lado para dormir, para ir al lavabo, para todo, y es alguien a quien difícilmente se le sorprenderá o engañará porque ya ha pasado por ello antes.
¿Crees que el primer paso que se da en la Comunità Cenacolo para el cambio profundo es sentirse amado?
Aterrizo en el Cenacolo después de meses colaborando en los comedores de Sta. Teresa de Calcuta. Mi amigo Joan me aconsejó que fuera. Ahí la Providencia me dejó claro que el Cenacolo era mi destino. Una vez en el Cenacolo – me recordaba más tarde un hermano de Albacete- se me notaba alegre. Era la alegría de saberme en el sitio adecuado. Nada más llegar, te privan de tus medios personales y empiezas a conectar con el silencio del desierto. Ahí aprendes a escuchar de nuevo. En dos meses perdí peso y recuperé la alegría. El resto de mi camino fue cuestión de hábitos y paciencia. El click definitivo lo hago en Borgaro (Torino), donde conecto nuevamente conmigo mismo y vuelvo a disfrutar del día a día. En Borgaro además veo que mi vocación cobra nuevamente sentido.
Ora et labora, esa es la fórmula mediante la cual tantos jóvenes no solo se han desintoxicado de sus adicciones o recuperado de su depresión, sino que han descubierto quienes son verdaderamente y, sobre todo, mediante la que se han encontrado con un Dios que es Padre e infinitamente misericordioso, y en ese amor han aprendido a salir de sí mismos y a vivir para los demás. El gran pilar del camino de la Comunità Cenacolo es la oración, que se concreta en la Eucaristía y en el rezo del Rosario tres veces al día (a primera hora, mientras trabajan y dando un paseo). La madre Elvira comprendió tempranamente que los jóvenes no solo estaban pidiendo un techo, comida y una cama, sino poder encontrar a Dios. Tenían hambre y sed de Él.
Ignacio, ¿cómo ha sido tu relación con Jesús y como conversabas con Él en tu oración dentro de la Comunità Cenacolo?
Mi relación con el Señor ha sido siempre muy buena, y es por ello que accedo a entrar en la Comunidad. Sin embargo, en el Cenacolo se insiste mucho en la Presencia. La presencia cenaculina significa “estar en Dios” en el día a día. Así, la oración y la Eucaristía son medios indispensables para poder estar más “atentos” a la presencia diaria de Dios. Entonces, todo cobra sentido y cada momento puede convertirse nuevamente en un encuentro con el Señor.
El primer cambio es cuando te das cuenta de que cada consejo, corrección fraterna o instrucción, esconden verdades que sólo Dios sabe. Ahí empiezas a conectar con esa Presencia que te acompaña a lo largo del camino. Eso te abre de nuevo y permite que los hermanos entren en tu camino, dejando que te ayuden, para después, poderlos ayudar a ellos también.
La cristoterapia va de cómo se pueden transformar los traumas, miedos y recuerdos negativos de la existencia de alguien en algo positivo que le acerque a Dios. Dicha cristoterapia, sana corazones, ya que tiene muy en cuenta la dimensión afectiva del ser humano, pero no es una propuesta sentimentaloide. El camino de la curación es meter a Jesús como un personaje más del propio pasado. Él entra y sana. Es un modo sencillo de orar, la oración de la memoria que hace presente a Cristo y revive los sucesos que han afectado más en la propia biografía. ¿Crees que la cristoterapia es muy necesaria en estos momentos en que hay tantas situaciones de fragilidad afectiva y mental entre los jóvenes y en el seno de las familias?
El orden afectivo se resiente en esas circunstancias. Las leyes además, orientadas a fomentar el aborto, la eutanasia, los divorcios y el materialismo, nos alejan de una comunicación humana y de una afectividad ordenada. Hay mucha desconfianza y mucha incomunicación. Todo esto nos precipita a la soledad y al aislamiento. Y es ahí donde la pornografía, el alcohol, las máquinas, el juego y las apuestas merman todavía más la humanización de esta sociedad.
Al conectar con el Señor de esta manera tan directa, a través de los demás, puedes empezar a localizar, desde la oración, las causas que te han llevado a la crisis, o a la enfermedad o trastorno mental. También puedes entender mejor el sentido de tu vocación, e incluso, puedes aprender de nuevo a corregir hábitos viciados desde un aprendizaje integral: deporte, alimentación, descanso, sueño, trabajo, higiene. La oración puede darte las respuestas en cualquier momento del día y aprendes sobre todo a conocerte bien a ti mismo.
Una vez sales del Cenacolo, hace pocos meses, después de tres años en dicha comunidad, te pones a servir a los demás. Una de las actividades que realizas actualmente es la de servidor en los retiros de Effetá ( https://retiroeffeta.org/ ) y de Emaús ( https://xn--emas-sra.com/que-es-emaus/ ). ¿Qué te encuentras en esos retiros en relación a la fragilidad de la familia y de la vulnerabilidad de las personas que participan en ellos?
En el Cenacolo entendí que somos muchas las familias vulnerables y veo en primera persona lo que tenemos en España. Emaús, así como Effetá, nos llevan al reencuentro personal y a la responsabilidad social, dejándonos ver cómo la sociedad la configuramos entre todos, sin escondites ni jerarquías. Se ve todo claramente. Se estrechan las relaciones y se acercan las posturas, pues en esos retiros se facilita sobre todo la escucha y el silencio, que te llevan sobre todo a ti mismo.
Por otro lado, te haces consciente desde el primer instante de que Dios está ahí, y que no te deja. A poco que vas entrando en las dinámicas y en los talleres del retiro, ves cómo los demás gestionan lo que viven, y ellos ven cómo tú gestionas lo que vives. Esas dinámicas permiten a uno empatizar con el otro más allá de las apariencias, dando lugar a que las máscaras de cada cual caigan por su propio peso. Estos retiros son, sin duda, un espacio que permite crear ese diálogo entre los participantes y sobre todo con Dios. En el día a día, muchas veces no hay tiempo para esto, y podemos desatender sobre todo lo que llevamos en nuestro interior, precipitándonos nuevamente en el aislamiento.
Otra actividad solidaria que realizas es la de servir en la Asociación del Hogar de María para la defensa de la maternidad y la integridad de la mujer ( https://hogardemaria.org/ ). Dicha asociación sin ánimo de lucro, fundada en 2014, esta orientada a defender, acoger y proteger la vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural, ayudando y acompañando a la mujer embarazada en todas sus necesidades materiales, humanas y espirituales, hasta que su bebé cumple un año. Una forma de ayudar a la Asociación es pertenecer al grupo de oración por WhatsApp, en el que se reza diariamente la Oración por la vida del Hogar de María y en el que se ofrece un misterio del Santo Rosario por las intenciones de esta asociación, y por casos concretos que se atienden en ella.
Ignacio, ¿qué problemáticas ves que llegan día a día al Hogar de María?
Hogar de María da cobertura a esas madres vulnerables y las acompaña en su maternidad. En dicha asociación se les ofrece una formación y un soporte social, material y espiritual. Muchas de esas mujeres no están bien adaptadas a su entorno y sienten el enorme peso de la burocracia. No encuentran una vivienda asequible y no consiguen conciliar un salario digno con la maternidad. Todo esto, a la vez que siguen un proceso de regularización de su nacionalidad. Son madres con más hijos que la media de españoles. Sus hijos crecen con una madre, diversos hermanastros y llegan a la adolescencia con muy pocos recursos formativos. Y es ahí donde la alternativa a la escuela y a la educación les aboca inevitablemente a la delincuencia. En la asociación Hogar de María se intenta suplir esas carencias educativas y se ofrece un entorno familiar de afectividad y de amor.
Uno de los proyectos que tienes en marcha es el de crear un podcast sobre las tendencias de futuro de la familia. En el citado proyecto pretendes transmitir y alertar a la sociedad sobre el estado actual en el que nos encontramos en relación a las familias, así como tratar sobre la necesidad de las comunidades cristianas de defenderse ante las agendas disolventes de la persona y de la familia. El asedio al que se ve sometida hoy la familia es mayor que en ninguna otra época, porque hay leyes fraguadas para lograr su disolución. Tu intención es detectar esas tendencias disolventes y contrarias a la familia y ofrecer soluciones.
¿Puedes adelantarnos un poco en que va a consistir este proyecto y como se te puede ayudar para llevarlo a cabo?
Este proyecto pretende averiguar realmente qué está sucediendo a día de hoy a escala familiar. La extorsión económica, el excesivo intervencionismo público y las dificultades legales en relación a la vida de las familias nos interpela a hacer algo y a actuar en diferentes frentes. La sociedad está evolucionando y la familia, por tanto, ha de dar una respuesta eficaz a las circunstancias actuales, en todos sus aspectos: educativo, cultural, en relación al acceso a la vivienda, respecto a la formación de la vocación profesional a favor del bien común, proporcionando los ingresos adecuados para una economía doméstica sostenible y de calidad, fomentando la conciliación familiar en el trabajo, etc.
En la actualidad, la “teología del hogar” está muy penalizada. La mujer maternal y el hombre paternal, ambos responsables en la formación de sus hijos, han sido desterrados, en demasiadas ocasiones, en favor de una delegación en la crianza de los hijos a favor de terceros y de las instituciones públicas o privadas.
Nos encontramos en un momento adecuado para intentar una reconciliación general entre hombres y mujeres en favor de la familia. La vida no es solo una cruda guerra entre los sexos como nos quiere convencer la ideología wok, el marxismo cultural y la ideología de género. En ocasiones (¡con suerte, a menudo!) entre hombres y mujeres hay complicidad, afecto, risas, amistad y amor. Me encantan las propuestas de Pep Borrell en su libro titulado “Bailar en la cocina. El secreto de los matrimonios que disfrutan”.
A este proyecto se me puede apoyar de la forma que cada uno pueda ([email protected] ).
Los especialistas nos alertan de que la proliferación de los desajustes psíquicos que van en aumento tienen mucho que ver con la desmembración de la familia. Es por ello que debemos amar la familia porque su ruptura y disolución nos convierte en carne de ingeniería social y en esclavos del Estado y de las Corporaciones globales. ¿Qué aconsejarías a los matrimonios jóvenes para desarrollar una auténtica “teología del hogar”?
El matrimonio, tal y como yo la entiendo, es la unión conyugal junto al Espíritu Santo. Entran dos y salen tres. De este modo, lo que diferencia un matrimonio de una pareja de hecho, es el encuentro diario con Dios al que pueden acceder los esposos. Jesús, al ser hijo de un carpintero, durante 30 años, en el seno de la Familia de Nazaret, nos enseñó que el hogar está en lo ordinario, y en lo cotidiano. Así, para conectar con Dios en el hogar, hay que volver a valorar las tareas domésticas de cada día, a pesar de ser rutinarias. Sólo entonces volveremos a ser otra vez paternales y maternales. La sociedad actual quiere que hombres y mujeres sean como el Sr. y la Sra. Smith (Angelina Jolie y Brad Pitt) en la película que muestra una vida matrimonial totalmente letal, que lo consiguen todo menos crear un hogar. Las modas y las circunstancias profesionales, sociales y de ocio nos empujan fuera del hogar. Debemos volver a valorar dicho concepto y volver al “caliu de la llar”, es decir, al entorno amoroso y cálido del hogar.
En estos tiempos postcristianos que nos ha tocado vivir resulta muy necesario el Kerigma, es decir, el primer anuncio que busca el encuentro de la persona con Jesús, para que sienta en el corazón que Dios está vivo y que la ama. Esa constatación conduce a responderle sí al Señor, a confiar en Él y a buscar la conversión personal y la adhesión a la persona de Jesús, es decir, al anuncio del Evangelio y a su proclamación en nuestro mundo.
Me consta que en tu vida espiritual y de intimidad con la Santísima Trinidad tienes muy incorporada la adoración a Jesucristo Eucaristía. ¿Cómo animarías a los jóvenes y a las familias a encontrarse con el Señor en esos momentos de silencio y de alegre alabanza?
Los católicos disponemos de buenos medios para llegar a Dios a través de los sacramentos, en especial, a través de la Eucaristía (la Santa Misa) y que pueden extenderse a los momentos de Adoración Eucarística en silencio y/o con cantos de alabanza.
Como bien decía San Juan Pablo II, alabar es rezar tres veces: rezas, cantas, y bailas. A la vez, participas junto a los demás presentes en dar gloria a Dios estrechando mucho las distancias entre los participantes. Al final, en los momentos de alabanza, también se te quitan muchos reparos humanos y se rompen muchos prejuicios con respecto a las personas que están a nuestro lado.
Las familias necesitamos, de nuevo, orar juntas y encontrar espacios comunes para la comunicación entre nosotros y para el diálogo con Dios. La alabanza al Señor resulta ser una fiesta de la comunidad cristiana, y la mejor alternativa a la TV, a las pantallas y a las redes sociales que hoy día impiden las sobremesas en familia y el tiempo que querríamos destinar a conversar con Dios.
La Santa Misa, la Adoración Eucarística y la Alabanza son los mejores momentos para encontrarnos con Dios que es a la vez: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
A lo largo de esta conversación hemos realizado un recorrido muy íntimo desde la oscuridad a la luz en tu vida. Para ello hemos iniciado la entrevista con la misma fórmula que hace muchos años empleó uno de los discípulos de Jesús, Felipe, con su «amigo del alma», Natanael. Le dijo Felipe: «hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés en la Ley, y los Profetas: Jesús de Nazaret, el hijo de José. Entonces le dijo Natanael: ¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret? Le respondió Felipe: VEN Y VERÁS».
Ignacio, ¿Qué ha salido de bueno de Sant Cugat del Vallès, la ciudad donde vives?
Sí, estás replicando las palabras de los apóstoles Felipe y Bartolomé. Igual que de Nazaret salió algo bueno (¡y tan Bueno!), hoy puedo decir, como entonces, que también sigue saliendo mucho y muy bueno en Sant Cugat del Vallès. Y es que, en mi caso, he vuelto a conectarme con el Señor, que sigue vivo entre nosotros. Él sigue aquí y nos espera cada día en las parroquias, en el seno de nuestras familias, en nuestros encuentros con los amigos, en nuestros trabajos, en nuestras labores de apostolado y en la vida ordinaria. Sólo tenemos que salir de nuestros miedos y de nuestro egoísmo y atender a esa voz amiga de Jesús que nos susurra en nuestro interior: “VEN Y VERÁS”.
Esa voz está dentro de nosotros, en nuestro corazón, y Felipe es ese amigo que nos anima a acercarnos a la Eucaristía, a ir a la Adoración y a la Alabanza, a asistir a esa charla de formación, a compartir unos ratos de oración, a realizar esa actividad de ayuda a los demás, etc. Pero para verlo y escucharlo, en medio de tanto ruido que nos rodea, hay que tener – como dicen en la Comunità Cenacolo – una “bricciola di fede”, es decir, una migaja de fe.
Jesús quiere que seamos como un grano de mostaza. El Reino de Dios es así: cuando abrimos nuestro corazón a Jesús, una semilla llamada fe entra dentro de nosotros y con el tiempo, escuchando a Dios, se va transformando lentamente y va cambiando nuestras vidas.
Muchas gracias Ignacio por esta entrevista, por la valentía de haber compartido con nosotros tu valioso testimonio personal y por tu servicio en distintas causas nobles movido por el Espíritu Santo.