15 abril, 2025

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Una mente prodigiosa: Tomás de Aquino

A 800 años de su nacimiento, el pensamiento de Santo Tomás de Aquino sigue iluminando el diálogo entre fe y razón, ciencia y filosofía, con una vigencia sorprendente en el mundo actual

Una mente prodigiosa: Tomás de Aquino

Se celebra los 800 años del nacimiento de Santo Tomás de Aquino ocurrido en Nápoles en 122. Hace unos días ha tenido lugar en la Complutense un Congreso de Pensamiento Católico centrado en santo Tomás Aquino. Ha despertado gran interés por su pensamiento novedoso y enraizado en la tradición anterior apoyado en Aristóteles, Platón, y otros.

Compendio de teología y antropología

El santo de Aquino publicó muchas obras de filosofía y teología, comentarios a las obras de Aristóteles, a Boecio, cuestiones disputadas entre los expertos: sobre la verdad, el alma, las virtudes, o el mal. También la “Suma contra gentiles”, que quiere debatir con los no creyentes, y sobre todo su obra magna, la “Suma Teológica”.

Trabajó en esta Suma en Roma durante varios años queriendo que fuera ciencia de Dios y de la salvación humana: está dividida en tres partes extensas, cada una de ellas se divide a su vez en cuestiones, y éstas en artículos. La primera parte se dedica a Dios en sí mismo y como creador providente de todo lo que existe. Dedica la segunda parte a Dios como fin supremo y último del hombre, y estudia los actos humanos, las virtudes y los vicios, su antropología podemos decir. Y la tercera parte trata sobre Jesucristo plenitud de la revelación como el camino para llegar a Dios, así como los sacramentos y la vida eterna.

El Doctor Angélico, como también se le conoce, es maestro en recoger lo mejor de los anteriores -como Agustín, Ambrosio o Alberto Magno,  y proyectarse con audacia en el futuro, siempre al servicio de la fe, lo cual no resta nada al ejercicio riguroso de la razón. Como decíamos, la Suma abarca todo desde el Dios creador libérrimo hasta la Vida eterna.

Desde la fe en Jesucristo desarrolla una antropología cristiana, es decir netamente humana válida en sí misma y dotada de sentido sobrenatural. Aborda el planteamiento moral de la persona humana mediante el ejercicio de las virtudes elevadas por la gracia y los dones del Espíritu Santo. Como vivimos en sociedad, las relaciones configuran el camino de la madurez y la excelencia, que en cristiano es la santidad: gracia de Dios y libertad humana se juntan para que el hombre pueda llegar a la plenitud en Jesucristo.

Conocer a Dios

Todo el mundo ha oído hablar alguna vez de las famosas vías o pruebas de la existencia de Dios tratadas con orden en la primera parte de la Suma, cuestión dos, y artículo tres. No se trata aquí de resumirlas sino de acercarse al método que sigue y a su validez científica. Lo que ocurre es que muchos no reconoces que la filosofía o la teología sean ciencias, cien por cien, porque solo admiten el paradigma de las ciencias empíricas.

El Aquinate comienza reconociendo que muchos piensan que Dios no existe, si bien la Escritura muestra lo contrario: Dios existe en Sí mismo como Ser Personal que habla y, llevado por Amor, actúa en favor de los hombres.  Parte en cada vía de un hecho de experiencia, no de una idea o suposición. Y sigue un método inductivo a partir de una realidad evidente como es el movimiento de un río hacia el mar o el crecimiento de un joven en la virtud de la fortaleza. Y llegará a que Dios es el “primer motor inmóvil” causa de todo movimiento. La primera causa incausada, el Ser absoluto, la Perfección infinita, y Fin último de todo.

Pero… enseguida se alza la objeción pues parece que rebaja a Dios como si tuviera que estar pendiente de mover el universo y sus criaturas, lo cual resulta agotador y absurdo. Sin embargo es preciso un esfuerzo intelectual de captar el acto más que la cosa movida, el efecto causado, el ser efímero concreto, la perfección no plena, o la presencia de un fin que actúa por atracción.

El Doctor Angélico sostiene el valor intelectual de estas pruebas y su capacidad probatoria, a la vez que es consciente de que Dios no es abarcable o comprehensible por su absoluta realidad infinita. Desde una cosa evidente podemos inducir la causa primordial mediante la analogía, que muestra la semejanza con las criaturas y a la vez la infinita desemejanza. Por ejemplo, si decimos que Dios es bueno es verdad aunque de modo absolutamente distinto a una persona buena: ésta lo es sin agotar la bondad, mientras que Dios es la Bondad absoluta que ha dado a participar a los seres buenos.

Ciencias y filosofía

El hombre es buscador de la verdad y por ello las ciencias buscan las causas según su parcela de la realidad y el método propio de cada, una pues no es el mismo para la genética que para la astrofísica, para la historia que para la teología. Precisamente la filosofía busca las causas últimas de cada realidad y de todo en su conjunto, con su método propio a partir de los hallazgos de las ciencias empíricas, como la física, la psicología o la sociología.

Las ciencias humanas aportan datos y conclusiones pero no pueden demostrar la existencia de Dios, pues se quedan a las puertas, ya que Dios no es objeto de experimentación científica, precisamente por no ser material y estar “fuera del mundo”. Tarea de la filosofía es recoger las aportaciones de los científicos y los desarrollos racionales para dar el salto de los fenómenos a su fundamento último.

Los científicos comprueban que el espacio, el tiempo y la materia apuntan a que tienen un origen y un final no en sí mismos, siendo precisamente ésta la pregunta filosófica:  ¿Hay una causa eficiente capaz de fundamentar ontológicamente la realidad y dar razón suficiente a nuestra inteligencia? ¿o quizá todo es producto del azar?

Quién es Dios

El filósofo encuentra que cada cosa no tiene en sí misma su fundamento porque ha sido causada “desde fuera” de sí misma, y que el azar o la casualidad pospone la cuestión sin resolverla. No hay que detenerse en el dedo que señala (las ciencias empíricas) sino mirar a la luna.

Tiene gran importancia la pregunta sobre la existencia de Dios como ser supremo y ésta desemboca en quién es Dios, cuál es su realidad, qué me pide, y qué relación puedo tener con él. Y así entramos en el ámbito de la religión como relación confiada con Dios que habla y espera respuesta, que quiere el bien de cada persona y que concede sus dones a quienes se le acercan con humildad. El creyente cree y sabe y puede hablar con certeza y verdad de Dios sin abarcarle.

En resumen, y recordando la Suma del Aquinate, esta es la visión judeocristiana de la religión, de la antropología humana, del sentido de la vida, y de la llamada a colaborar con Dios personal en la perfección del universo creado en estado de desarrollo. Demos gracias por tanto a los avances de las ciencias empíricas, a las técnicas que facilitan la vida, al desarrollo de los derechos humanos, y a las respuestas de la filosofía que siguen buscando la verdad inagotable porque Dios es siempre más.

Jesús Ortiz López

Jesús Ortiz López es sacerdote que ejerce su labor pastoral en Madrid. Doctor en Pedagogía, por la Universidad de Navarra, y también Doctor en Derecho Canónico. Durante varios años ha ejercido la docencia en esa misma Universidad, como Profesor del actual Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Ha dirigido cursos de pedagogía religiosa para profesores de religión. Es autor de varias obras de sobre aspectos fundamentales de teología y catequética, tales como: Creo pero no practico; Conocer a Dios; Preguntas comprometidas; Tres pilares de la vida cristiana.