Un seminarista de Filipinas con mucha sed de Dios

Carlo tiene claro que «vivimos en un mundo con mucha sed de Dios. En una sociedad saturada de secularismo y materialismo, hemos perdido el sentido de Dios»

«Hay mucha sed de Dios», dice Carlo Alexis Malaluan Rollán un seminarista filipino de 24 años de la diócesis de Imus, una diócesis que pastorea a más de 4 millones de personas.

Su obispo le envió al Seminario Internacional Bidasoa (Pamplona) para recibir una formación integral gracias a los benefactores de la Fundación CARF.

Un filipino con una vida feliz y plena

Carlo Alexis estudió psicología en Filipinas y de joven quiso ser psiquiatra, pero las cosas cambiaron cuando se fue implicando cada vez más en las obras de voluntariado de la Iglesia, con jóvenes y estudiantes.

«Colaboraba con sacerdotes, religiosos y religiosas. De alguna manera, percibí el gozo de sus vidas, vidas llenas de alegría a pesar de las dificultades, vidas dispuestas a servir a pesar de las exigencias del sacrificio. Sentí que era una vida feliz y plena». Poco a poco, notó una gran alegría por el trabajo que estaba haciendo, una alegría que no se puede encontrar en ningún otro lugar..

En este ambiente y en una de sus confesiones, el sacerdote, al que apenas conocía, le dijo: «¡Llevo mucho tiempo esperando que vengas a mí!». Ese fue su verdadero punto de inflexión, el momento en que sintió en lo más profundo de su ser que realmente el Señor es quien le había estado llamando para continuar su trabajo en la viña.

La vocación es siempre un don de Dios

Carlo entró en el seminario en 2019 a la edad de 21 años, unos días después de su graduación en el Bachillerato de Psicología. «La vocación es siempre un don. Es un don que hemos recibido de un Dios generoso y que está destinado a ser entregado también como regalo a su pueblo».

En un mundo secularizado, jóvenes como Carlo Alexis, que dejan todo para ser sacerdotes, producen un aldabonazo de esperanza. Por eso, para él «un joven sacerdote del siglo XXI debe tener siempre un corazón de Buen Pastor».

Filipinas y el mundo, con mucha sed de Dios

Para Carlo Alexis Malaluan Rollán, así debe ser el corazón de un sacerdote: «un corazón siempre joven y animado, un corazón que no sólo oye, sino que escucha; un corazón que acoge y abraza a todas las personas de diferentes condiciones sociales; un corazón que camina con el pueblo peregrino que Dios le ha confiado. Vivimos en un mundo sediento de Dios. En una sociedad saturada de secularismo y materialismo, hemos perdido el sentido de Dios».

«Tenemos un pueblo filipino que anhela más que nunca lo sagrado. En un mundo pesimista, ahí es donde entra el sacerdote, que nos señala –con sus palabras y sus obras, con su vida misma, sus oraciones, sus virtudes y su celo apostólico– la presencia de Dios que nunca nos abandonó como el apóstol amado que reconoció al Señor en medio de ellos junto al mar de Tiberíades, ¡Dominus est!», bellas palabras.

La Iglesia de Filipinas está viva

Filipinas acaba de celebrar el quinto centenario de la evangelización, uno de los países más católicos de Asia. La fe católica es, y siempre será, una gran herencia que han recibido los filipinos y atesorada a través de los tiempos. La Iglesia de Filipinas está realmente viva y vibrante en el sentido de que muchas personas siguen practicando fielmente su fe, que ha pasado a través de hijos y nietos. Se ha arraigado, por así decirlo, en la identidad filipina.

Sin embargo, en los últimos tiempos, aumenta la influencia de otras sectas no cristianas incluso masones ¿cómo testimoniar la fe católica y evangelizar en Filipinas? Carlo Alexis nos da una respuesta: «Ante el auge de diferentes confesiones e iglesias en el país, la respuesta de la Iglesia católica debe ser a través de su testimonio como un solo cuerpo de Cristo.


Creo que el pueblo filipino, especialmente los católicos, dan testimonio continuamente y se adhieren fielmente a las verdades de la Iglesia. En su larga historia, la Iglesia de Filipinas ha dado testimonio firme de la verdad y la caridad evangélicas».

En Filipinas no hay divorcios ni abortos

Para este joven seminarista, éstas son algunas razones por las que en Filipinas no hay divorcios ni abortos «porque valoramos la vida como el don más precioso de Dios. Las Iglesias están siempre rebosantes de personas de diferente condición social. No hay distinción entre ricos y pobres. Participamos como una sola comunidad».

Carlo señala además que los católicos filipinos son activos en la construcción de comunidades sociales que ayuden a la gente de las periferias a alcanzar una vida digna y santa. «Estos son valores católicos –valores que están centrados y arraigados profundamente en Cristo. Y a través de esto, tiene lugar la evangelización–, el mismo Evangelio que hemos recibido y abrazado, el mismo Evangelio del que damos testimonio».

El clamor de los jóvenes de filipinas

Respecto a la juventud filipina, Carlo Alexis aporta datos significativos: «En el proceso sinodal, una de las respuestas más sorprendentes que hemos recibido de los jóvenes es un clamor, un grito de inclusión. La juventud de hoy está demasiado alienada, de sus propios hogares e incluso de sí misma. Es una de las duras realidades que tenemos que afrontar en este siglo, hay mucha sed de Dios».

Por eso, en su opinión, los jóvenes buscan su ‘hogar’ en lugares diferentes y, a veces, incluso en lugares equivocados.

Para contrarrestar esa búsqueda, la Iglesia se ofrece como el ‘hogar verdadero’ donde, en palabras del Papa Francisco, se acoge a todos. «Creo que los jóvenes necesitan sentirse parte de una familia, que es la Iglesia, una familia que acoge a todas las personas a pesar de sus diferencias. La Iglesia católica es para todos. Esta es la belleza de la fe, que todos somos amados y acogidos. Es la verdad que tenemos que hacer comprender a los jóvenes. Cristo los quiere mucho y les acoge. Es nuestro papel como Iglesia», explica Carlo.

Necesidades pastorales de Filipinas

Con la ilusión puesta en formarse bien en las Facultades Eclesiásticas de Pamplona, y regresar de nuevo a su país para servir a su diócesis, cuenta cuales son las principales necesidades de evangelización de su diócesis«tenemos muchos emigrantes que vienen de distintas partes del país buscando un trabajo digno y estable con el que mantener a sus familias en la provincia. Es una de las realidades, no sólo en mi diócesis, sino en todo el país, a la que tenemos que enfrentarnos como futuros pastores».

Ante esta circunstancia y en un ambiente cultural diverso y variado, para Carlo Alexis, el factor unificador es «la Buena Nueva, la Buena Noticia que trasciende todas las barreras, abarca todas las realidades, toca todos los corazones y abre todos los caminos a la comunión. Es a través y con la Buena Nueva como la Iglesia puede caminar con personas de diferentes caminos de vida y animar a colaborar y comulgar juntas como un solo cuerpo de Cristo. Y sobre todo en las periferias, donde no siempre se oye hablar del Evangelio».

Predicar el Evangelio en la sociedad moderna filipina

Carlo Alexis concluye su relato con la urgencia de predicar el Evangelio en todos los lugares. «El Evangelio no debe limitarse a los muros de la parroquia, sino proclamarse en las calles, en las escuelas, en las familias, en los lugares de trabajo, en las zonas agrícolas y costeras. Hay una necesidad urgente de hacer que la Palabra hecha Carne esté real y efectivamente presente en medio de la sociedad moderna, y eso pasa por el trabajo conjunto de los sacerdotes y el pueblo, por eso hay sed de Dios».