“Un niño que no puede soñar, que no puede jugar, no puede crecer”, expuso el Papa Francisco en el discurso a los participantes en la Conferencia Internacional “Erradicar el trabajo infantil, construir un futuro mejor”.
Esta charla ha sido promovida por la Comisión Vaticana COVID-19 del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral en colaboración con la Misión Permanente de la Santa Sede ante la FAO y se celebra hoy, viernes 19 de noviembre de 2021, en formato virtual, de 14.30 a 16.30 (hora de Roma).
El trabajo infantil, una lacra para la sociedad
En sus palabras, Francisco explica cómo la lacra del trabajo infantil abusivo “es de especial importancia para el presente y el futuro de nuestra humanidad”. Por eso, “el modo en que nos relacionamos con los niños, en la medida que respetamos su dignidad humana innata y sus derechos fundamentales, expresa qué tipo de adultos somos y queremos ser, y qué tipo de sociedad queremos construir”.
Para Francisco resulta “chocante y preocupante” que en las economías actuales, “cuyas actividades productivas se apoyan en las innovaciones tecnológicas, hasta el punto de que se habla de la ‘cuarta revolución industrial’, persista el empleo de niños en actividades laborales en todas las partes del mundo”. Esto, añade, “pone en peligro su salud y su bienestar mental y físico, y les priva del derecho a la educación y a vivir su infancia con alegría y serenidad. La pandemia ha agravado aún más la situación”.
Negación de los derechos de los niños
Su Santidad recuerda que el trabajo infantil no debe confundirse con “las pequeñas tareas domésticas que los niños, en su tiempo libre y según su edad, pueden realizar como parte de la vida familiar, para ayudar a sus padres, hermanos, abuelos u otros miembros de la comunidad”. Estas, continúa, “suelen ser beneficiosas para su desarrollo, ya que les permiten poner a prueba sus habilidades y crecer en conciencia y responsabilidad”, por ello, “el trabajo infantil es algo totalmente distinto”.
El Sucesor de Pedro señala, que “es la explotación de los niños en los procesos de producción de la economía globalizada para el beneficio y la ganancia de otros. Es la negación de los derechos de los niños a la salud, la educación y el crecimiento armonioso, incluida la posibilidad de jugar y soñar. Esto es trágico”. De este modo, “un niño que no puede soñar, que no puede jugar, no puede crecer. Es robar a los niños su futuro y, por tanto, a la propia humanidad. Es una violación de la dignidad humana”.
Pobreza extrema y falta de trabajo
Por otro lado, la pobreza extrema, la falta de trabajo y la consiguiente desesperación de las familias “son los factores que más exponen a los niños a la explotación laboral”. De este modo, “si queremos erradicar la lacra del trabajo infantil, debemos trabajar juntos para erradicar la pobreza, para corregir las distorsiones del sistema económico actual, que centraliza la riqueza en manos de unos pocos”. Del mismo modo, “debemos animar a los Estados y a los agentes empresariales a crear oportunidades de trabajo decente con salarios justos que permitan a las familias satisfacer sus necesidades sin que sus hijos se vean obligados a trabajar”.
Para finalizar, el Obispo de Roma exhorta al Departamento para el Servicio del Desarrollo Humano Integral a que también es “responsable de promover el desarrollo de los niños”. Para que continúe su labor de “estimular, facilitar y coordinar las iniciativas y los esfuerzos que ya están en marcha a todos los niveles para combatir el trabajo infantil” y a aunar esfuerzos para “promover una educación de calidad y gratuita para todos en todos los países, así como un sistema sanitario accesible para todos sin distinción”.
A continuación el texto completo del discurso del Papa Francisco, ofrecido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede y traducido por Exaudi.
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Discurso del Santo Padre
Su Eminencia,
Queridos hermanos y hermanas
Tengo el placer de saludaros a todos, reunidos aquí desde muchas partes del mundo, a pesar de las dificultades debidas a la pandemia, para asistir a la conferencia internacional “Erradicar el trabajo infantil, construir un futuro mejor”, que tendrá lugar esta tarde en el dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral.
La lacra del trabajo infantil abusivo, sobre la que hoy reflexionáis juntos, es de especial importancia para el presente y el futuro de nuestra humanidad. El modo en que nos relacionamos con los niños, la medida en que respetamos su dignidad humana innata y sus derechos fundamentales, expresa qué tipo de adultos somos y queremos ser, y qué tipo de sociedad queremos construir.
Resulta chocante y preocupante que en las economías actuales, cuyas actividades productivas se apoyan en las innovaciones tecnológicas, hasta el punto de que se habla de la “cuarta revolución industrial”, persista el empleo de niños en actividades laborales en todas las partes del mundo. Esto pone en peligro su salud y su bienestar mental y físico, y les priva del derecho a la educación y a vivir su infancia con alegría y serenidad. La pandemia ha agravado aún más la situación.
El trabajo infantil no debe confundirse con las pequeñas tareas domésticas que los niños, en su tiempo libre y según su edad, pueden realizar como parte de la vida familiar, para ayudar a sus padres, hermanos, abuelos u otros miembros de la comunidad. Estas actividades suelen ser beneficiosas para su desarrollo, ya que les permiten poner a prueba sus habilidades y crecer en conciencia y responsabilidad. El trabajo infantil es algo totalmente distinto.
Es la explotación de los niños en los procesos de producción de la economía globalizada para el beneficio y la ganancia de otros. Es la negación de los derechos de los niños a la salud, la educación y el crecimiento armonioso, incluida la posibilidad de jugar y soñar. Esto es trágico. Un niño que no puede soñar, que no puede jugar, no puede crecer. Es robar a los niños su futuro y, por tanto, a la propia humanidad. Es una violación de la dignidad humana.
La pobreza extrema, la falta de trabajo y la consiguiente desesperación de las familias son los factores que más exponen a los niños a la explotación laboral. Si queremos erradicar la lacra del trabajo infantil, debemos trabajar juntos para erradicar la pobreza, para corregir las distorsiones del sistema económico actual, que centraliza la riqueza en manos de unos pocos. Debemos animar a los Estados y a los agentes empresariales a crear oportunidades de trabajo decente con salarios justos que permitan a las familias satisfacer sus necesidades sin que sus hijos se vean obligados a trabajar.
Debemos aunar esfuerzos para promover una educación de calidad y gratuita para todos en todos los países, así como un sistema sanitario accesible para todos sin distinción. Todos los actores sociales están llamados a combatir el trabajo infantil y sus causas. La participación en esta conferencia de representantes de organizaciones internacionales, de la sociedad civil, de las empresas y de la Iglesia es un signo de gran esperanza.
Exhorto al Departamento para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que también es responsable de promover el desarrollo de los niños, a que continúe su labor de estimular, facilitar y coordinar las iniciativas y los esfuerzos que ya están en marcha a todos los niveles para combatir el trabajo infantil.
Y a ustedes, ponentes y participantes en esta reunión, les expreso mi gratitud: gracias por compartir su experiencia y su compromiso con esta causa, que es verdaderamente una cuestión de civilización. Os animo a seguir por este camino, sin desanimaros por las inevitables dificultades, pero ampliando siempre la red de personas y organizaciones implicadas. Tengamos siempre presentes las palabras de Jesús en el Evangelio: “Os aseguro que en cuanto lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”. (Mt 25,40).
Os encomiendo a vosotros, a vuestras familias y a vuestro trabajo a la intercesión maternal de María Santísima, y os bendigo de corazón. Gracias.