Sisters Todoterreno

Crónica 3

7:30 de la mañana, suena el despertador (aquí Elena L. con sus temazos para empezar el día con buen pie). Nos dirigimos a las duchas para recibir un «cubazo» de agua fría que nos espabila pero que a la vez nos saca una sonrisa; no os preocupéis porque Almu ya está diseñando una técnica para calentar el agua. Tras la refrescante ducha, nos dirigimos al desayuno, sonrisa de Grace con sus dos coletas perfectamente colocadas, mientras que le pedimos más café, un poco de Malarone para el cuerpo y nos vamos corriendo a ver a las Hermanas de la Caridad, o a las Sisters como cariñosamente nos dirigimos a ellas.

Una vez las tareas están repartidas nos ponemos a trabajar. Entre los grupos había uno encargado de ir a por leña, cuando digo ir a por leña en Tanzania, como os imaginaréis, no es lo mismo que ir a por leña en España. Así que nos subimos 5 voluntarios, con dos de las Sisters y un par de ayudantes suyos; a su Land Cruiser todoterreno. Lo que no sabíamos era que las que de verdad eran todoterrenos eran las Sisters, esto lo comprobamos cuando cogieron el hacha y se pusieron a cortar leña. Sí, las mismas Sisters Todoterreno que acogen a huérfanos, cuidan de mayores discapacitados y tienen una labor fundamental en su comunidad; también cortan leña. Todo lo mencionado lo hacen siempre con algo presente, algo imprescindible aquí y de lo que no escasean: una sonrisa contagiosa de oreja a oreja (acompañada de frecuentes carcajadas y un brillo que ilumina sus ojos). Contagia, sí, y mucho. Desde que hemos llegado algo ha cambiado, se empieza a ver ese brillo en los ojos de nuestro grupo; el qué poco a poco comienza a convertirse en familia. Algo nos han transmitido que sabe a serenidad, a tranquilidad y a felicidad.

El día continúa, volvemos para comer y aprovechamos para compartir batallitas y ponernos al corriente de todo lo sucedido. Mientras nos tomamos el café escuchamos un claxon, nos damos la vuelta y ahí estaban las Sisters Todoterreno en su Land Cruiser, esperándonos para que fuésemos con ellas a por más leña. Una vez terminamos de cargar el camión Javi S. se da la vuelta y avista a dos niños debajo de un árbol, mirándonos fijamente. Preguntándose qué hacían allí en medio de la nada se acerca a hablar con ellos. Resulta que volvían del colegio, con bolsas de plástico como mochila y sus pies desnudos como calzado. Javi pregunta a Sister (Todoterreno) Jenny a ver si les puede dar zumos y galletas, un si rotundo con su sonrisa habitual es la contestación. Cogiéndolos de la mano los dirige al coche y les da su merienda, su reacción se me quedó grabada. Hubo silencio, una sonrisa tímida y unas miradas inocentes y puras, llenas de felicidad.

En los pocos días que llevamos aquí me estoy dando cuenta de lo fácil que es ser feliz cuando das importancia a lo importante, y lo mucho que nos podemos dejar llevar por las prisas de nuestro día a día en casa. Aquí son felices con lo que tienen, por mucha pobreza que haya, las calles siempre están llenas de sonrisas, alegría, música y diversión. Aún teniendo todo lo que pensamos que ellos necesitan, nunca he llegado a ver y sentir este tipo de felicidad hasta ahora; es muy diferente. Así que ahora me pregunto ¿Quién es más feliz; el que más tiene, o el que más necesita? Este voluntariado está siendo una bofetada de realidad para saber responder a esta pregunta.

Llega la hora de despedirnos de las Sisters, volviendo a casa oímos a un coro de la parroquia de al lado ensayar. Decidimos sentarnos en un tronco del suelo a escucharles, y empezamos a charlar sobre lo que ha significado el día para cada uno de los presentes. Hay un momento de reflexión, en el que nos invade el silencio, de esos silencios cómodos que solo puedes compartir con la gente que tienes confianza. Aprovechamos este para escuchar al coro cantar; es aquí cuando se ha parado el mundo por un instante y he grabado en mi mente esa escena; una escena que no pienso dejar escapar.


 

Pd: No os preocupes, estamos bien, ya tenemos agujetas en los mofletes de tanto sonreír.

Rafa (Rafiki) P.