Tumaini: Destino Ukerewe

Crónica 9

Y continuamos con la aventura del viaje y por si no fuera suficiente nuestro horario habitual. Hoy nos toca madrugar más que nunca para iniciar nuestra nueva ruta a Ukerewe. A las cinco y media estábamos todos en la puerta del que ha sido nuestro hogar y esperando lo que son 10 minutos de Enock (hora y media para el resto del mundo) vimos un amanecer espectacular.

Por fin iniciamos el recorrido en bus que nos llevará a nuestro segundo destino, que como no, nos sorprenderá igual o más que el anterior. Siete horas de bus que se resumieron en varias durmiendo, otras dedicadas a conocernos más (indagando sobre todo en los amoríos y rupturas de nuestros nuevos amigos), y aún nos faltó tiempo para jugar a las adivinanzas, y así Bea seguir demostrando que en los juegos es el caballo ganador.

Llegamos al puerto, donde tuvimos la suerte de conocer a Father Mapendo, quien será nuestro guía durante estos días.

Un majestuoso ferry, «el rafiki» se encarga de transportarnos a esta nueva familia de voluntarios. Un banquete que podía equivaler a un five guys al estilo tanzano y nos ponemos en marcha.

Pasamos a la parte final del viaje, que sin duda es mi favorita. El bus que se encargaba de llevarnos hasta nuestro nuevo y acogedor (para muchos que no para nosotras, Estela) hogar.

Que auténtica pasada poder disfrutar de un viaje con gente llena de ilusión por seguir indagando en esto que nos queda tan grande, y poder seguir ayudando tanto como nos propusimos al iniciar esta experiencia.

Canciones a grito pelado, cabezas asomadas sintiendo el aire de África y, sobre todo, disfrutar de uno de los mejores atardeceres de mi vida. Y es por estos momentos cuando me viene a la cabeza la frase que me dijo Jaime en la entrevista: «es allí, en África, donde realmente estoy feliz» y yo corroboro esta sensación de no poder parar de sonreír y sentirte de las personas más afortunadas del mundo.

Cuando dábamos el día prácticamente por terminado, una vez más nos sorprenden con una bienvenida que consiguió ponernos los pelos de punta: niños, jóvenes y mayores cantando por todo lo alto y bailando al ritmo africano, sonrisas de oreja a oreja y un ambiente donde se palpaba algo diferente.

A continuación, descargamos maletas y nos presentan lo que serán nuestra futura casa durante esta corta pero intensa estancia aquí en Ukerewe.

Emocionadas por dormir esta vez todas juntas nos llevan hasta nuestra cabaña, según algunas el «duplex» que cuenta con seis camas sobre literalmente arena y una cubierta de lo más acogedor, para los insectos, digo.


Una cena buenísima (acompañada de gran cantidad de insectos, que tanto Ignacio S. como Santi M. intentaban tranquilizarnos diciendo que eran proteínas y que no había problema en comernos alguno).

Al terminar nos acercamos a la hoguera que preparan cada domingo y en la que Father Mapendo nos dedicó unas palabras que se resumen en que somos amigos no invitados y que gracias a nuestra visita le animamos a seguir creyendo en que ha elegido el camino correcto.

Nos quedamos disfrutando de la noche de la forma más básica y que nos hace desconectar, con cerveza en mano y charlas profundas que cada vez nos unen más.

Para terminar unos cuantos nos quedamos hablando con el guardés, Charles, que para conseguir ser masái se enfrentó cara a cara con un león. Se pasea por los alrededores con nada más y nada menos que con un arco como Estela de alto con unas cuantas flechas para hacernos sentir seguros.

Todos los días mencionamos que hemos visto el mejor atardecer, que ha sido el mejor día o que nos emocionamos con facilidad, pero es que realmente cada día supera al anterior.

No quería despedirme sin antes dar las gracias. En primer lugar, me gustaría dar gracias a Dios, por hacer posible lo que está siendo uno de los mejores días de mi vida. En segundo lugar, a vosotros Tumaini, quienes habéis pasado de ser completos desconocidos a mi nueva gran familia, no me puedo sentir más agradecida. Por último, quería daros las gracias a vosotros padres por hacer posible este viaje, sin vosotros nada de esto hubiera salido adelante.

Un beso enorme,

Os quiero

María R. (créditos a Elena L.)