En nuestras relaciones cotidianas, cuando nos presentan a una persona o cuando hablamos con otras personas en nuestras relaciones sociales, surge la duda de cómo tratar a esa persona. Utilizar un tratamiento apropiado es una muestra de respeto y buena educación.
El tratamiento por defecto debería ser el de “usted”. No se debe usar el término “tú” de forma directa con una persona que no conoces, e incluso conociéndola si no tenemos la suficiente confianza.
La mayoría de la gente que tutea a los demás, suele buscar alguna excusa para justificar el uso de ese tratamiento: es más joven que su interlocutor, es un empleado o subordinado suyo, etc.
No es un comportamiento muy correcto tutear a una persona que no se conoce o con la que no le une una familiaridad cercana. Los tratamientos verbales son una manera de mostrar consideración por la otra persona.
La mejor manera de dirigirse a otra persona es emplear siempre el tratamiento de “usted” hasta que el propio interesado nos indique lo contrario. Si no lo hace, debemos seguir usando el usted siempre. A nadie se le molesta tratándolo de usted, pero sí puede molestarse si se le tutea, sobre todo en este caso a las personas más mayores.
Es cierto, que en la sociedad actual se tiende al tuteo generalizado, pero hay que diferenciar a los jóvenes de las personas mayores. Entre los jóvenes el tuteo está más admitido. Entre las personas mayores suelen preferir que se las trate de usted. Si no quieren ya lo dirán.
El tuteo nos puede hacer más cercanos, pero a la vez menos respetuosos. En este tipo de tratamientos, no hay sexos. Es decir, se debe tratar de usted lo mismo a una mujer que a un hombre.
Una norma básica de buena educación, es evitar el tuteo tanto en las relaciones laborales como en las sociales, salvo que se indique lo contrario al inicio o durante la conversación.
En democracia y con el igualitarismo como valor supremo, el tuteo ha uniformizado el lenguaje y allanado las relaciones. Para una mayoría se favorece el acercamiento y la confianza.
Pero hay una minoría que ve en el usted un signo de deferencia, de respetuosa distancia y de reconocimiento de jerarquías. Uno de estos era el escritor checo Milan Kundera quien puso en boca de uno de sus personajes una airada protesta contra el tuteo comunista : “Un mundo en el que toda la gente se tutea no es un mundo de amistad generalizada sino un mundo de falta de respeto generalizada”.
Recuerdo también la última voluntad del escritor Eugenio D’Ors quien deseaba morir en brazos de un amigo con el que, “aun conociéndose de toda la vida y queriéndose con toda el alma, no nos hubiésemos tuteado jamás”.
Por eso. A mí, de usted,
Juan Andrés Segura – Colaborador de Enraizados