Mientras Jesús estuvo en el sur en Judea con Juan el Bautista, conoció a Andrés, el hermano de Pedro, y probablemente conoció a Pedro, porque los dos hermanos eran unidos; siempre aparecen juntos en la escritura. Y podemos suponer que, después de la muerte de Juan Bautista, Jesús regresó a Galilea y se fue a vivir a la casa de los dos hermanos que quedaba en Cafarnaúm, un pequeño pueblito de pescadores a orillas del lago. Es en Galilea donde Jesús empezó su ministerio público, anunciándonos una extraordinaria noticia. La gran noticia es que Dios nos quiere y, porque nos quiere, quiere reinar entre nosotros. Y la razón es para que seamos felices y para que vivamos para siempre unidos a Él.
Su base de operaciones fue este pequeño pueblito de Cafarnaúm, que no llega a sino a unas seis cuadras cuadradas, pequeñito. La gente conoció a Jesús como el profeta de Galilea y más en concreto, como Jesús de Nazaret de Galilea. Por eso, Pedro, cuando se dirige a la iglesia que recién nace, se va a referir a lo sucedido en Judea comenzando por Galilea. Ese tiempo de Galilea fue un tiempo de crecimiento, de florecimiento, de esperanza, un tiempo de consolación, especialmente para quienes vivían en las sombras de la muerte, y de expectativa para todos aquellos que esperaban el reinado de Dios.
Los textos evangélicos nos dicen que, cuando Jesús empieza a anunciar esta gran noticia, va a recorrer todos los pueblitos de la región. De Canaán, Genesaret, Magdala, Tapja, Naím, Nazaret. Y la buena noticia que Jesús nos quiere compartir se apoya en dos certezas fundamentales que tuvo Jesús: la primera es saberse infinitamente amado por su padre, y la segunda, el deseo de solo hacer lo que su padre quiere. Y toda la vida de Jesús quedará marcada por el deseo de hacer la voluntad de su padre. Sobre estas dos certezas se va a desarrollar toda la vida de Jesús. Eso nos explicará por qué Jesús vivió como vivió y por qué hizo lo que hizo.
P Gerardo Aste SJ