Los patriarcas y jefes de las Iglesias de Tierra Santa hacen un llamamiento en vísperas de Navidad a los gobiernos locales que actualmente tienen el control de Tierra Santa a ‘iniciar un diálogo’ entre ellos y con las Iglesias y comunidades eclesiales allí presentes. Todo ello, con vistas a crear una “zona especial” de protección cultural que tiene como objetivo “salvaguardar la integridad del barrio cristiano de la Ciudad Vieja de Jerusalén’ y ‘garantizar la conservación de su carácter y patrimonio únicos para el bien de la comunidad local, de nuestra vida nacional y del mundo entero”. Así ha informado la agencia Fides en una nota el 15 de diciembre de 2021.
De acuerdo a la misma, el llamamiento, entre otras cosas contiene esta petición-propuesta sin precedentes, centrada en las ‘amenazas actuales’ a la presencia cristiana en la tierra donde nació, murió y resucitó Jesucristo. De esta forma, la petición parece hacerse eco, en términos más atenuados, de las propuestas esbozadas en el pasado por la diplomacia vaticana, que prefiguraban como conveniente la definición de un ‘estatuto internacionalmente garantizado’ para la parte histórica de la Ciudad Santa, que anclase a nivel internacional la protección de los Santos Lugares y su accesibilidad a los creyentes de todo el mundo, para preservarlos de las iniciativas unilaterales y de las “políticas de hechos consumados” perseguidas y aplicadas por Estados individuales o entidades políticas locales.
Así, el nuevo pronunciamiento de los Patriarcas y jefes de las Iglesias y Comunidades Eclesiales de Tierra Santa constata “con gratitud” el compromiso asumido por el gobierno israelí de garantizar una vida segura para los cristianos en Tierra Santa, preservando su presencia como componente indispensable del ‘mosaico’ comunitario local. “Una prueba de este compromiso – reconocen los jefes de las Iglesias – “está representada por los esfuerzos realizados por Israel para facilitar el acceso de millones de cristianos que vienen de todo el mundo a visitar los Santos Lugares como peregrinos”.
Al mismo tiempo, la declaración de los representantes de las comunidades cristianas locales recuerda los “innumerables ataques” sufridos por iglesias, monasterios y representantes del clero por parte de “grupos radicales”. Profanaciones y asaltos perpetrados con el evidente objetivo de “expulsar” la presencia cristiana de Jerusalén y Tierra Santa. Además, “el carácter espiritual y cultural de cada uno de los barrios históricos de Jerusalén -recuerdan los responsables de las Iglesias de Tierra Santa- debe ser protegido, y ya lo está en la legislación israelí en lo que respecta al barrio judío”.
Sin embargo, “los grupos radicales siguen adquiriendo propiedades estratégicas en el barrio cristiano, con el objetivo de disminuir la presencia cristiana, utilizando a menudo tratos turbios y tácticas de intimidación para desalojar a los residentes de sus hogares”. Los responsables de las Iglesias de Tierra Santa señalan también que las peregrinaciones cristianas de todo el mundo aportan “grandes beneficios a la economía y la sociedad israelíes”, citando un reciente informe de la Universidad de Birmingham, según el cual el flujo de peregrinos y turistas cristianos “contribuye con 3.000 millones de dólares a la economía israelí”.
Por otra parte, la comunidad cristiana local, aunque disminuye en número, sigue ofreciendo a las sociedades civiles de Israel, Jordania y Palestina una red “desproporcionada” de iniciativas en los ámbitos estratégicos de la educación, la sanidad y la asistencia social a los sectores más pobres de la población.
Partiendo de estas premisas, los Jefes y Patriarcas de las Iglesias de Tierra Santa hacen un llamamiento a las autoridades políticas de Israel, Palestina y Jordania para que entablen un “diálogo urgente” con ellos, con el fin de hacer frente a la emergencia que representan los mencionados “grupos radicales” y discutir la “creación de una zona cultural especial relativa al patrimonio cristiano”, añaden. Para “salvaguardar la integridad del barrio cristiano de la Ciudad Vieja de Jerusalén y garantizar la conservación de su carácter y patrimonio únicos por el bien de la comunidad local, de nuestra vida nacional y del mundo entero”, concluyen.