Teresa Castillo de Diego, Teresita, era una niña de 10 años que murió el pasado domingo 7 de marzo de 2021 en Madrid a causa de un tumor cerebral contra el que luchaba desde hace tres años. Su testimonio de fe en Jesús desde la cama de su hospital se ha viralizado y ha conmovido a mucha gente en los últimos días.
Según publicó la Archidiócesis de Madrid en una nota informativa el pasado martes 9 de marzo, su tumor fue detectado en el año 2015 y, tras la primera intervención, se lo redujeron al máximo. Estuvo en tratamiento de quimioterapia durante un año y medio. Pero a finales de 2018, volvió a crecer. El pasado 11 de febrero tenía prevista su última operación.
Difusión de la noticia
El padre Ángel Camino, vicario episcopal de la Vicaría VIII de la Archidiócesis madrileña, visitó a la Teresita en el Hospital de La Paz el pasado 11 de febrero, Jornada Mundial del Enfermo: “Una niña de 10 años que ha estado sufriendo tanto, lo que está deseando es recuperar la salud, ir a jugar”, señala el sacerdote. Pero, ante la pregunta de la madre “dile al vicario qué quieres ser”, la niña contesta que quiere “ser misionera”.
“A mí aquello me impactó muchísimo”, asegura Ángel. “Me salió del alma: ¡te constituyo ahora mismo misionera!”, dijo a Teresita. Y tras su visita al hospital, compró el pergamino de más calidad que vendía una papelería, se fue a la Vicaría e hizo que los secretarios redactaran un documento que referenciaba para ella el oficio y la cruz de la misión, título con el que fue enterrada.
El padre Camino también expone cómo recibió en seguida “decenas de mensajes de creyentes y no creyentes” que quedaron conmovidos por una pequeña que estaba “haciendo un bien enorme”.
“Quiero ser misionera”
Teresita Castillo mostró hasta el final su carácter misionero con palabras como las siguientes: “Estos días que estoy malita lo estoy ofreciendo por la gente; por ejemplo, por alguien que esté malito, por los sacerdotes…”, informa la Archidiócesis.
“Quiero llevar a los demás con Jesús, a los niños que no lo conocen, para que vayan al cielo felices siempre, siempre”, expresaba la niña. Y también: “Hablar de Jesús siempre y dar alegría”.
Tal y como explicaba su madre, para la última operación, Teresita se encomendó a los jóvenes Carlo Acutis, recientemente beatificado en Asís por el Papa Francisco, y la venerable Montse Grases, miembro del Opus Dei.
La pequeña, apunta el vicario episcopal, “transparentaba a Dios”, transmitía, “con esos ojos y esa cara, la presencia de Jesús”. Del mismo modo, destacaba su disponibilidad “a esa voz del Espíritu Santo dentro de ella que la hace decir ‘quiero ser misionera’, es decir, ‘quiero vivir por Jesús’”.