«Polarización» ha sido la palabra clave del año 2023, repetida tantas veces para señalar un estado social de enfrentamiento. La DANA o gota fría ha sido un desastre que ha llevado a enfrentamientos entre el Gobierno de la Nación, y las Autonomías afectadas, especialmente la de Valencia. Pero el asunto viene de lejos y se ha extendido en la política nacional: nos conviene que haya tensión, dijo aquel político de infeliz memoria.
La dialéctica del enfrentamiento
No se trata de una ligereza o descuido involuntario sino que revela un propósito de enfrentamiento entre izquierdas y derechas, entre el gobierno central y los autonómicos, entre amigos y enemigos. Se trata de algo que está en la entraña de la dialéctica que algunos han considerado como motor de la vida social estableciendo la lucha de clases: tesis como situación de injusticia sostenida por los poderosos (capitalismo), antítesis o enfrentamiento para cambiar radicalmente la situación incluyendo la fuerza de la revolución “inevitable” (la dictadura del proletariado), y síntesis como sociedad sin clases en el “perfecto estado socialista”. Se trata de la utopía marxista diseñada por Marx y Engels, expuesta como «evidencia científica», cuando en realidad es un instrumento para hacerse con el poder.
Como tantas veces, hay un punto inicial positivo que es denunciar las injusticias pero que se pervierte al acelerar artificialmente el cambio social arrasando la libertad, empezando por suprimir las libertades, prohibir y más prohibir, denunciar y renunciar a construir. Se trata de la perversión radical causada por el resentimiento y el odio, que aboca a la violencia y a la muerte del enemigo, física o social.
Al dividir la sociedad en clases se deshumaniza a las personas, unas envenenadas por el odio y otras estigmatizadas como opresoras, y así un vecino o un amigo es visto como enemigo y miembro de la clase contraria al que resulta más fácil eliminar. Esto se ha realizado en la revolución marxista en la Rusia anterior, se ha vivido en la Guerra Civil entre españoles, y se ha exportado al continente americano. El resultado ha sido millones de muertos, la hambruna rusa, la pobreza cubana, y las dictaduras bolivarianas actuales.
Otra palabra utilizada ahora con frecuencia es woke nacida en algunas universidades norteamericanas, que pretende reescribir la historia, y la herencia cultural y científica de Occidente, acusado de colonialismo, racismo y sexismo. El derribo de estatuas en el nuevo continente y en el antiguo es un signo de ese rechazo maniqueísta que solo quiere ver lo malo de la civilización cristiana. Porque en este reside el fondo aunque muchos no lo adviertan, ya que ven el lado positivo de acabar con algunas discriminaciones e injusticias. Viene a ser una versión de ese enfrentamiento de la dialéctica marxista que revive ahora con otra piel
Cultura del encuentro
A diferencia de las ideologías de la confrontación la cultura occidental ha vivido del encuentro, aprendiendo de los errores, porque tiene un alto concepto de la persona humana, de su dignidad ontológica, de la libertad responsable, y de la misión en el mundo. Todo ello ha sido impulsado por el cristianismo que ha evangelizado el continente europeo y extendido los valores humanos a otros continentes. Ha difundido el respeto a la persona, ha creado escuelas y universidades, ha vitalizado el arte, ha desarrollado el comercio, y ha enseñado el Evangelio de la caridad. Los episodios negros se han dado a pesar del Evangelio y de la fe, y han sido superados por el derecho, la justicia -también punitiva contra los abusos-, y la caridad que ve en el prójimo a una criatura de Dios que es preciso respetar.
Frente a la dialéctica del enfrentamiento y el odio, la fe cristiana opone la dinámica del encuentro y el diálogo, de la escucha y la búsqueda de la unidad, por convicción profundo y no como táctica o simulación. De modo que la convicción sobre la libertad humana llama a la responsabilidad en las obras, a la valoración de la multiplicidad, y al juicio de Dios.
Volviendo a la DANA hemos visto la solidaridad muy generosa, la superación de los iniciales enfrentamientos, el sosiego que reconstruye, y las lecciones aprendidas quizá para prevenir estos desastres en la medida de lo posible. La imagen que permanece es la de los Reyes de España escuchando los lamentos y quejas de las gentes en medio del barro y de los nervios, y la generosa movilización de tantos jóvenes voluntarios que dan calor humano y muestran la esperanza en el futuro. Y en medio de noticias negativas y enfrentamientos sociales y políticos, destaca la noticia positiva de la Universidad del CEU de otorgar el doctorado honoris causa a la Reina madre doña Sofía, por su historial académico verdadero y por encarnar la misión de la Monarquía como factor principal de la unidad del pueblo español.