El sacerdote y psicoterapeuta Alfons Gea ofrece este artículo titulado “Síndromes religiosos cristianos” en el que reflexiona sobre la Iglesia como bien social que cohesiona.
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Bajo este título un afamado pastoralista español esgrimía varios síndromes que se daban entre los cristianos como son las obsesiones sexuales, el dolorismo que venía a ser un masoquismo, culpa religiosa, fanatismo, avestruz y marianismo. Ciertamente, según los describe se dan y, por tanto, podemos hablar de una cierta patología.
En la práctica terapéutica me encuentro con clientes que, sin ser religiosos, incluso sin bautizar y sin haber recibido educación religiosa experimentan también algunos de estos síntomas, como el fanatismo y la culpa obsesiva, por ejemplo. Al principio intentaba encontrar la correlación entre la religión y esas vivencias. El resultado era intrascendente, ningún adoctrinamiento religioso había en el historial del paciente fanático y obsesivo. De hecho, se percibe cada vez más en el abandono de la práctica religiosa en la vieja Europa que estos síndromes no son exclusivos de la religión. Ello me ha llevado a deducir que la religión más que la causa es el vehículo que dona cauce a los síndromes religiosos cristianos a los que aludía el pastoralista en su estudio de 2006.
Siguiendo con los síndromes religiosos y la Iglesia, vengo observando que las personas obsesivas, por ejemplo, al ser toleradas en la comunidad cristiana y estar integradas, gozan de la relación con otras personas de la comunidad que les permite socializarse y no hacer de sus síndromes el centro de su vida. Se puede afirmar sin miedo a equivocarse que la Iglesia más que potenciar los síntomas, lo que hace es integrar al enfermo dándole carta de normalidad. La dinámica eclesial es integradora, a diferencia de otros colectivos más discriminadores en lo que respecta a los síndromes obsesivos, fanáticos y culposos. En la Iglesia en cuanto a la terapia, si se me permite la expresión, viene incorporada, no así en la sociedad en general.
Más bien, la sociedad puede copiar la manera en la que la Iglesia basada en unos valores humanos no etiqueta fácilmente a las personas. No deja de ser un bien social que cohesiona.
Lo dicho entra en consonancia con un grupo de científicos que afirman que asistir a los oficios prolonga la vida y reduce las enfermedades. Y aunque los efectos de la espiritualidad sobre la salud no son del todo claros. El grupo de científicos del Harvard Chan School of Public que han utilizado los datos estadísticos de 74.534 mujeres, comprueban que las personas que acuden a la iglesia una vez a la semana tienen un 27% menos riesgo de morir por una enfermedad cardiovascular y un 21% menos de fallecer a consecuencia de un cáncer. En el caso de las que iban a la iglesia menos de una vez a la semana, sin embargo, el porcentaje llegaba al 13%.
A veces la observación superflua de la realidad es engañosa, no siempre criticar la propia institución es correcto, en este caso quizás podemos hablar de un masoquismo ideológico que ve exclusivamente en la Iglesia esos síndromes.
Videos de Alfons Gea en Youtube:
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