Silencio a cañonazos

Secularización inversa

Foto de Scott Umstattd en Unsplash

La noticia de que las clarisas de le pueblo de Burgos, Belorado, (España), han roto la obediencia con la iglesia católica, acogiéndose a la autoridad de un personaje que se autodenomina obispo, ha saltado a los medios de comunicación.

Hasta en las tertulias de los establecimientos públicos se habla ahora de la clausura Los más mayores se detienen a explicar lo que son los monasterios y la vida de clausura. Pues, aunque no parezca, esa terminología va desapareciendo del lenguaje de la calle.

No nos detendremos en comentar la incoherencia de las “damas pobres” – nombre dado por los fundadores, san Francisco y santa Clara, los cuales pretendieron que las hermanas vivieran sin propiedades e incluso sin dote. El mandato del santo de Asís, de venerar al papa y a los sacerdotes, lo eluden las hermanas cismáticas, desautorizando al vicario de Cristo y a toda la iglesia católica desde el papa Pio XII.

El conflicto se origina por las dificultades de vender un monasterio para poder comprar otro. Parece ser que los procederes de los obispados implicados y del mismo Vaticano no han sido del agrado de las monjas. Aunque no todas se han sumado a la protesta. Además de quien ha cambiado a una comunidad canónica, hay las monjas más mayores, algunas con problemas de demencia que cualquier notario no daría por válido sus decisiones.

Y si doctrinalmente patinan, lo que es a nivel de derecho de la propiedad se ve que también. Según Miguel Campo Ibáñez, profesor de derecho canónico en la Universidad de Comillas, no pueden disponer de las propiedades a su antojo, afirma que “ es cierto que las propiedades pertenecen a la persona jurídica del monasterio de Santa Clara pero no a sus dieciséis religiosas en particular” . Imaginemos que cada iglesia o convento que se cierra se repartiera entre los últimos moradores.  Un patrimonio que no compraran personalmente, los que habitan el edificio, cuando ingresan a la comunidad. El patrimonio pertenece a la Iglesia, es decir a las generaciones anteriores que lo habitaron, al pueblo fiel que colaboró para hacerlo, pero, en absoluto a una o unas personas en particular.

El sentido de propiedad, aun con la mejor de las intenciones corrompe los fines mismos de una institución que no se creó como una empresa particular.  Tanto sea una institución deportiva o social dónde su presidente confunde los fines de la institución con sus propios fines actuando como propietario de la entidad, como una entidad religiosa.

En el obispado de Barcelona ha sido suspendido a divinis un párroco, el cual, actuando como propietario, e incluso intentando poner el santísimo como barrera para que no fuera suprimida su parroquia, o que fuera integrada en una parroquia vecina, a tan solo cinco minutos a pie de distancia. Es cierto que la redistribución de espacios es un problema cuando afecta a intereses particulares. Pero quien tiene la responsabilidad de gobernar debe de dar cuenta de la distribución justa. En este caso la parroquia suprimida se va a convertir en parte de la universidad católica de medicina.

Muchas veces, las discrepancias en la iglesia se saldaban con un abandono de la fe, es decir con la secularización. Ahora es una secularización inversa, donde se remarcan las diferencias con la jerarquía situando a ésta fuera de la religión. Según ellos, los que están en conflicto con sus superiores, son los papas y los obispos los no católicos.

Dicho todo esto, pienso que lo que ha fallado es el diálogo. Y no me refiero a los comunicados que los ha habido. Y cómo no a las respuestas, que también las ha habido. Me refiero a los silencios ante las respuestas que se iban dando.


El final ha sido esos cañonazos que han roto el silencio de la obediencia. Cualquier analista reconocerá que semejantes medidas por parte de las no son fruto de un repentino enajenamiento mental, sino de frustraciones ante intereses concretos manifestados o no.

Llama la atención las declaraciones del obispo de Burgos, Mns. Iceta, en el que afirma que le ha venido de nuevo lo sucedido. Manifestaba su extrañeza afirmando que en las varias visitas que realizó a las monjas nunca le manifestaron los intereses o descontento que tuvieran.

Cuando algo que se entiende como injusto pero no se manifiesta, no quiere decir que se está de acuerdo. En este sentido el dicho de que quien calla otorga no es cierto. Más bien quien calla “injusticias” acumula rabia. I el descontento acumulado, como las tormentas de verano, puede causar daños. En este caso la negación a vender un monasterio lo provocó.

Nos imaginamos las “cordiales” visitas del obispo a la comunidad, viviendo las monjas la frustración de no poder trajinar con la compraventa de los monasterios.

Cuando silenciamos el teléfono móvil lo podemos poner en “modo avión”. Según qué visitas podemos dónde la cordialidad esconde los problemas podemos acuñar la terminología “modo obispo”

Recientemente el papa Francisco ha tenido que pedir disculpas ante los comentarios que algunos consideran ofensivos hacia los homosexuales, cuando ha hablado de los seminarios y seminaristas italianos. El santo padre nos invita con su manera de comunicar a alejarnos de los lenguajes políticamente correctos. Ha abordado temas tapados durante años, con veracidad, coraje y transparencia, aunque eso pudiera provocar incomodidades a más de uno, pero los silencios represores se pueden convertir en cañonazos destructores.

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