Las últimas palabras de Benedicto XVI fueron en italiano: “¡Signore, ti amo!” (Señor, te amo).
Su secretario personal, monseñor Georg Gänswein, ha aportado este dato al narrar las últimas horas del papa emérito en esta tierra, en un artículo escrito por Andrea Tornielli, director de la Dirección Editorial del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano.
“Benedicto XVI, con voz fina, pero claramente distinguible, dijo en italiano: ‘¡Señor, te amo!’. Yo no estaba allí en ese momento, pero el enfermero me lo dijo poco después. Éstas fueron sus últimas palabras comprensibles, porque después ya no fue capaz de expresarse”, describió monseñor Gänswein.
De acuerdo a Tornielli, eran alrededor de las 3 de la madrugada del 31 de diciembre, pocas horas antes de su muerte. Benedicto XVI aún no había entrado en agonía, y en ese espacio de tiempo sus colaboradores y ayudantes habían tomado el relevo. En ese preciso momento solo le acompañaba un enfermero que no hablaba alemán.
Benedicto XVI falleció a los 95 años el sábado 31 de diciembre de 2022 a las 9:34 (hora de Roma) en el monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, donde decidió vivir desde que renunció al ministerio petrino.
“La búsqueda del amado”
El 28 de junio de 2016, 65 aniversario de la ordenación sacerdotal de su predecesor Benedicto XVI, el Papa Francisco subrayó precisamente que la búsqueda de Jesús, “el amado”, fue el sello distintivo de la vida sacerdotal de Joseph Ratzinger.
“En una de las muchas bonitas páginas que usted dedica al sacerdocio destaca cómo, en la hora de la llamada definitiva de Simón, Jesús, mirándolo, en el fondo sólo le pregunta una cosa: ‘¿Me amas?’. ¡Cuán bonito y verdadero es esto! Porque es aquí, nos dice usted, en ese ‘¿me amas?’ donde el Señor funda el apacentar, porque sólo si existe el amor al Señor Él puede apacentar a través de nosotros: ‘Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo’ (cf. Jn 21, 15-19)”, explicó Francisco.
“Es esta la nota que domina una vida entera entregada al servicio sacerdotal y a la teología, que usted no por casualidad definió como ‘la búsqueda del amado’; es esto lo que usted siempre ha testimoniado y testimonia aún hoy: que lo decisivo en nuestras jornadas —de sol o de lluvia—, aquello de lo cual se desprende todo el resto, es que el Señor esté verdaderamente presente, que lo deseemos, que interiormente estemos cerca de Él, que lo amemos, que de verdad creamos profundamente en Él y creyendo lo amemos de verdad. Es esta forma de amar la que nos llena el corazón, este creer es lo que nos hace caminar seguros y tranquilos sobre las aguas, incluso en medio de la tempestad, precisamente como le sucede a Pedro. Este amar y este creer es lo que nos permite mirar al futuro no con miedo o nostalgia, sino con alegría, incluso en la edad ya avanzada de nuestra vida”, agregó.