La palabra exigencia, deriva del latín “exigentia”, que en resumen es un acto y una consecuencia de pedir, solicitar o demandar algo de manera imperiosa y que no acepta una respuesta negativa.
A su vez la palabra generosidad, deriva del latín “generositas”, y que se refiere a una persona que comparte con los demás sin esperar recibir nada a cambio y se asocia generalmente a una virtud o valor positivo.
Luego de esta breve introducción, sobre el significado de las palabras exigencia y generosidad, pasaré a desarrollar el tema asociado al título del presente artículo.
Al respecto, sin duda, todos debemos estar preparados para afrontar los retos que la vida nos presenta a lo largo de nuestro paso por la tierra. Y para eso tendremos diferentes personas que nos ayudarán en este camino empezando por nuestros padres, y luego algunos maestros, jefes o líderes que los encontraremos en la escuela, universidad, lugar de trabajo u otros espacios.
Recuerdo que entre los 11 y 15 años, mi papá me asignaba diversas tareas diarias, desde barrer la vereda de la casa, lavar su auto, abrir tres veces a la semana su oficina o buscar, comparar y comprar algún producto que faltaba en casa (focos, pernos, brochas, etc.). La verdad no entendía porque tenía que hacerlo, cuando mis amigos del colegio y donde algunos eran inclusive mis vecinos, la tenían más fácil.
En el colegio, en mi epoca secundaria, tuve un profesor en 2do. y 3er. año de lenguaje y literatura que era muy exigente con el tema ortográfico. Te bajaba puntos en el examen o te enviaba a escribir cuando menos 50 veces la palabra mal escrita y así evitar la disminución de puntos.
En el post grado, que curse en el PAD de la U. Piura, tuve un profesor de origen español que en el desarrollo de sus clases exigía estar preparado previamente para tener intervenciones que agreguen si o si valor a la discusión y una perspectiva de solución al problema que cada caso presentaba.
Finalmente, recuerdo en uno de mis últimos trabajos dependientes, a un gerente general que era exigente con los cuadros y las presentaciones que yo presentaba como líder de la gestión de personas y remuneraciones. Me hacía acompañarlo a algunas reuniones, donde no entendía que hacía allí. Pero después entendí que en mi posición de espectador privilegiado aprendía cosas nuevas del negocio, negociaciones diversas, cómo dirigir una reunión, en qué momento escuchar, observar y luego afirmar algo.
Luego de compartirles tres etapas diferentes de mi vida les comparto algunas reflexiones asociadas a éstas y el título del presente artículo.
- Si una persona te ama en el sentido más amplio de la palabra misma, o te estima y quiere lo mejor para ti, siempre te va a exigir. Eso te va ayudar a desarrollar un hábito e incluso hasta una virtud.
- La repetición y disciplina para desarrollar las tareas encomendadas, te hará ir ganando cada vez mayor confianza y seguridad.
- No importa la vocación personal o profesional que tengas, todas sin excepción son exigentes, si la aplicas con pasión y esmero, te aseguro que serás la mejor versión de esta.
- Cuanta sabiduría en el dicho popular: en una mano el amor y en la otra el rigor. Yo la traduciría en: Se exigente, pero generoso a la vez.
Querido lector, te invito nuevamente a reflexionar sobre las diferentes facetas de tu vida, que aprendizajes recuerdas de éstas y hoy descubres que te son de utilidad. Eso lo puedes aplicar-replicar-mejorar en tu papel de colaborador en la empresa que laboras (con tus pares o dependientes, ten presente, que para liderar o influir no necesitas necesariamente una chapa o título) en el papel de amigo, hermano, familiar, cónyuge, padre de familia de ser el caso, etc.
Te aseguro que así has de contribuir a propiciar un mundo mejor y a dejar un legado, que finalmente no es otra cosa que haber trascendido más alla de tu existencia física. Tus enseñanzas se multiplicarán y mantendrán vivas a través de tus seres queridos, amigos y colaboradores.
Por último y no menos importante, les dejo un par de frases….
“Donde no hay amor, poned amor y encontrareis amor” – San Juan de la Cruz.
“Enseñemos esta triple verdad a todos: Un corazón generoso, un lenguaje amable, y una vida de servicio, son cosas que renuevan la humanidad” – Buda
¡Qué dices, sigues con la predisposición de remar contra corriente!