Santo Tomás apóstol: Frente a las dudas, la fe

Venerado por católicos, ortodoxos y coptos

Santo Tomás fe
Incredulidad de santo Tomás © Cuadro de Caravaggio

El sacerdote Eugenio Bujalance ofrece a los lectores de Exaudi este artículo sobre santo Tomás apóstol, cuya fiesta se celebra hoy, titulado “Frente a las dudas, la fe”.

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La Iglesia celebra hoy la fiesta de santo Tomás, uno de los doce Apóstoles. El nombre Tomás en arameo significa “mellizo” y el apodo con el que se conocía al apóstol “Dídimo” en griego tiene el mismo significado. No sabemos, sin embargo, si Santo Tomás, quizás un pescador y uno de los primeros en dejarlo todo para seguir a Jesús, tenía un hermano. Es venerado como santo por católicos, ortodoxos y coptos, sus restos se encuentran en la iglesia de Ortona dedicada a él.

Son muchos los que han intentado explicar y entender porque se le llama con este sobrenombre de el Mellizo, y debe su celebridad a sus preguntas y sus dudas. Cuando vuelve, al lugar donde estaban los discípulos escondidos, tras la aparición de Jesús Resucitado, los discípulos le dicen: “Hemos visto al Señor” (Jn 20, 25), él dice: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo” (Jn 20, 25). Por eso pasará también a la posteridad, al recibir el calificativo de Incrédulo. Resulta paradójico que será también Santo Tomás el que haga la profesión de Fe más perfecta cuando diga: “Señor mío y Dios mío” (Jn 20, 28)

Una vez leí una meditación donde decía que el mellizo de Tomás somos cada uno de nosotros. En ese momento en el que aparece la duda, la confrontación, y en cada uno de los retos a los que nos enfrentamos día a día, también nuestra fe es puesta a prueba, también nosotros somos incrédulos. No es pecado darse cuenta de que algunos misterios de nuestra Fe son difíciles de entender, como tampoco es pecado aceptar que nuestro entendimiento no logre comprender todo en plenitud. Si a pesar de todo esto uno se fía de Dios, quien lo ha revelado, y cree, no solo hay ausencia de pecado sino que además hay mérito. Newman decía: “Mil problemas no hacen una duda” porque las preguntas, si son fruto de una duda involuntaria, son lícitas siempre y cuando se hacen no para negar las verdades de fe sino para intentar explicarlas o entenderlas para luego creer más y mejor, tiene sentido entonces la duda, que si es bien resuelta, nos debe llevar a creer.


Resulta un tanto injusto encasillar a este apóstol por la flaqueza de su fe en un momento concreto, ¿Qué Santo no ha dudado? Cuando por otro lado en el evangelio de San Juan vemos que desarrolla un carácter interrogador, quiere alimentar y hacer crecer su Fe. En la Última Cena Jesús anuncia su partida, es Tomás, sin duda con un nudo en la garganta, el que pregunta: “Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» (Jn 14, 5). Jesús le responde: “Yo soy el camino y la verdad y la vida” (Jn 14, 6). Tomás no quiere quedarse con nada que no entienda, necesita saber y comprender cual es el camino que lo va a llevar a Jesús. En otro momento cuando Jesús se prepara para partir hacia Betania en el momento de la muerte de Lázaro, corre peligro y los discípulos le recuerdan: “Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos” (Jn 11, 8). Tomás dice a los demás discípulos: “Vamos también nosotros y muramos con él” (Jn 11, 16). De esta manera tan decidida, Tomás nos recuerda que seguir a Jesús significa vivir su vida. Tomás al pronunciar estas palabras se está asociando a la vida misma del Señor, por lo tanto, en su vida hubo mas actos de fe que dudas.

Santo Tomás necesita ver y tocar, para sentirse seguro. También a nosotros a veces nos pasa lo mismo, necesitamos sentirnos seguros de lo que vemos y tocamos, sino se crea desconfianza. La tendencia de Tomás a la incredulidad, se cura tocando al Señor, es la misericordia del Señor que se pone a nuestro alcance, para sanar nuestra desconfianza. A veces como a Tomás nosotros también nos avergonzamos de no haber creído, de no habernos fiado, y el Señor en vez de responder según nuestra desconfianza, se deja tocar y hace un milagro, transformar al incrédulo en creyente.  El milagro de los milagros, la conversión.

¿Quién puede decir que ama de veras a Cristo si no se empeña en conocerle mejor? La Fe, nos impulsa a querer saber más, para poder dar razón de nuestra esperanza, que importante es conocer y amar aquello en lo que creemos.

Que en esta fiesta de Santo Tomás nos conceda este milagro en nuestras vidas, démosle gracias al Señor porque somos Creyentes, cuantos hay que quieren y no pueden, sin embargo, a nosotros se nos ha concedido el don de la Fe. Por eso, ante todo, no descuidemos la oración, ya que la fe es un don de Dios. Además, es bueno confiar nuestras dudas a un buen director espiritual o a un buen sacerdote en el confesionario, formar parte de un grupo en la parroquia, para cuidar y acrecentar la formación que alimenta nuestra Fe. Que el Espíritu Santo guíe nuestra fe en todo momento y la haga crecer para que podamos llegar a creer con firmeza en el Señor como santo Tomás.