El sacerdote D. Manuel González López de Lemus ofrece un artículo sobre san Lucas evangelista, patrón de los médicos y artistas, cuya fiesta se celebra cada día 18 de octubre.
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El nombre de Lucas parece provenir del término latino “lucius”, que significa ”luminoso” o “que resplandece”, aunque también existen teorías que sitúan su origen en el hebreo, en cuyo caso su significado sería “huracán”, o del griego Leukos, que significa ”brillante, resplandeciente”. El nombre se popularizó en el mundo cristiano debido a ser uno de los cuatro evangelistas, san Lucas. Sea cual fuere su origen se ve que la luz y la fuerza del huracán le vienen perfectos.
Sabemos por la Tradición que san Lucas nació en Antioquía de Siria. Esto nos da información sobre su origen de la gentilidad y no del judaísmo. Ignoramos cuando se convirtió, aunque es posible que muy pronto. De todos modos, lo que queda claro es que no fue testigo directo de la vida de Nuestro Señor Jesucristo. Nos lo deja claro cuando en el prólogo de su Evangelio se excluye de los testigos oculares de la predicación del Maestro: “Habiendo muchos tratado de componer una narración de las cosas plenamente confirmadas entre nosotros, según lo que nos han transmitido aquellos que fueron, desde el comienzo, testigos oculares y ministros de la palabra; me ha parecido conveniente, también a mí, que desde hace mucho tiempo he seguido todo exactamente, escribirlo todo en forma ordenada, óptimo Teófilo, a fin de que conozcas bien la certidumbre de las palabras en que fuiste instruido” (Luc.1:1-4).
Sabemos que san Lucas es el autor del tercer evangelio y de los Hechos de los Apóstoles, es este un dato firme de la Tradición cristiana confirmado por los estudios realizados sobre los textos mismos. Él escribe a Teófilo que puede ser un personaje real o como el nombre indica: Theos es Dios; Philia es amor, es decir: El Evangelio es para los que aman a Dios.
En los Hechos de los Apóstoles, san Lucas aparece como discípulo y compañero de san Pablo. En su relato, narra unos pasajes en primera persona del plural: nosotros, incluyéndose entre los integrantes de esos viajes del Apóstol de las Gentes. En otros pasajes utiliza la expresión ellos, dejando claro que no fue testigo presencial de esos sucesos. Sin embargo, sabemos que acompañó a san Pablo a Jerusalén, en la visita a Santiago y a los presbíteros. Más tarde va también a Roma con el Apóstol, cuando este apela al César y en la carta a Filemón, san Pablo le cuenta entre sus colaboradores.
El hecho de ser médico de profesión nos hace suponer que san Lucas dedicó mucho tiempo al estudio y por lo tanto era una persona muy culta. Todo esto se nota por el estilo de sus libros: su Evangelio que es el más largo y el mejor redactado por el uso depurado y equilibrado del griego, como sólo de alguien erudito, como el, podría escribir: rico en términos que los otros tres evangelistas no tienen.
Hay que hacer otra consideración sobre su Evangelio, además de su estilo cuidado e investigación seria de los hechos: Lucas es el evangelista que mejor dibuja la figura humana del Redentor, su mansedumbre y misericordia con los pecadores arrepentidos; sus atenciones para con las mujeres, los pobres y los necesitados.
Es el biógrafo de la Virgen y de la infancia de Jesús y según la tradición conoció a María, la madre de Jesucristo, en una visita que hizo junto a Pablo. Al revelarnos los íntimos secretos de la Anunciación, de la Visitación, del Nacimiento de Jesucristo…, él nos hace entender que conoció personalmente a María. Motivo por el que Lucas cita tantos sucesos de la infancia de Jesús. También expresa de los sentimientos de María, como si fuera un testigo presencial. Además, algunas de esas escenas, tienen a María como único testigo posible.
Con habilidad literaria, parece que deja caer su fuente de inspiración al citar dos veces la siguiente expresión: “María, por su parte, guardaba con cuidado todas estas cosas, meditándolas en su corazón”, dice Lucas cuando llegan los pastores al pesebre a adorar a Jesús recién nacido (Luc.2:19). Y como broche final del Evangelio de la infancia al relatar la escena de Jesús perdido y hallado en el Templo, después de expresar la sorpresa de la Virgen ante la respuesta de su Hijo, vuelve a repetir la expresión desde la que nos deja entrever su fuente: “Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Y bajó con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón” (Luc.2:50-51).
San Lucas es el único que nos cuenta las parábolas del hijo pródigo y la del buen samaritano. Es el que nos cuenta el relato de los discípulos de Emaús… Se aprecia que como buen médico no sólo se preocupa de la salud del cuerpo, sino que la fe le dio una visión más profunda de curar también el alma del pecado, que es su peor enfermedad. Es más, supone la muerte del alma a la vida de la gracia.
Yo cuando aconsejo a alguien a leer los evangelios por primera vez, de un modo sistemático, siempre recomiendo empezar por el Evangelio de san Lucas: en primer lugar, porque abarca más extensión que ninguno otro: Va desde la anunciación de san Juan Bautista a Zacarias y acaba con la Ascensión del Señor. En segundo lugar, porque está escrito para paganos y eso significa para no judíos. Nosotros no somos judíos y san Lucas explica con detalle muchas ceremonias, celebraciones y tradiciones judías que son muy útiles y en tercer lugar al ser una persona culta hace la lectura amena, interesante y muy agradable. Es un aperitivo magnífico para abrir el apetito de la lectura de los Evangelios y así abrir el conocimiento a la persona de Nuestro Señor Jesucristo.
Por último, es también patrono de los artistas. Ya que se le tiene como el autor de la famosísima imagen Salus Populi Romani, que se venera en la Basílica de Santa María Maggiore. Como ocurre con la mayoría de los iconos marianos del área greco-bizantina, según la tradición la Salus Populi Romani fue pintada por san Lucas en un trozo de madera de la mesa que se utilizó en la Última cena de Jesús con sus apóstoles o bien, en una mesa construida por el propio Redentor que la Virgen María guardó tras su crucifixión. Esta misma tradición dice que es una copia de una imagen aparecida de forma milagrosa en Lydda, en una iglesia construida por los apóstoles S. Pedro y S. Juan.
Al ser el patrono de los artistas es una figura muy importante para la Nueva Evangelización de la cuál han hablado los papas tan frecuentemente desde el año 2000. Benedicto XVI, por ejemplo, nos explicó que durante siglos la Iglesia intentó buscar la Verdad conociendo en profundidad la persona de Jesucristo y se dio primacía a la inteligencia. Después, la Iglesia hizo un gran esfuerzo en buscar el Bien, y así buscó la manera de parecerse a su único modelo: Jesús. Esto hizo que los cristianos desarrollaran la ascesis, es decir el ejercicio de comportarse bien, bajo el dominio de la voluntad.
Hoy día el hombre moderno no entiende bien con su inteligencia, debido a su ignorancia de las verdades más elementales. No entiende bien la ascesis, al estar rodeado de tanto confort y búsqueda de la felicidad por medio de los placeres. Sin embargo, la belleza es algo que impacta el corazón humano a todos los niveles y en todas las culturas. Hemos de empeñarnos en que el arte hable de esa belleza por ser participación de Dios, que es la Belleza con mayúsculas.
Me parece que la fiesta no puede ser más oportuna para pedir a San Lucas que interceda por nosotros como médico de nuestros cuerpos y almas. Además de pedirle que interceda para que los artistas expresen con sus obras la belleza que nos lleva de modo natural a Dios.
D. Manuel González López de Lemus, sacerdote.
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