El sacerdote Rafael Mosteyrín ofrece un artículo sobre la fiesta del Papa San Juan Pablo II, Sacerdote enamorado de Jesucristo.
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Karol Wojtyla nació en Wadowice (Polonia) el 18 de mayo de 1920. En 1942, ya huérfano de padre y madre, entró en el Seminario clandestino de Cracovia. Cuatro años después fue ordenado sacerdote.
Cada 2 de abril recordamos el aniversario de la marcha al Cielo de san Juan Pablo II, desde 2005. Cada 16 de octubre podemos recordar también el aniversario de su nombramiento como Papa. Para muchos de mi generación es el Papa que más ha orientado nuestra vida. Particularmente su enseñanza sobre la vocación y la entrega. Nos mostraba siempre con fuerza que lo más importante que podía hacer por nosotros era rezar, su oración. Recuerdo con especial cariño su última estancia con nosotros, en mayo de 2003, en Madrid. Allí nos decía que un corazón joven es capaz de comprender la locura de amor de amor que se requiere para la entrega total. En esa última peregrinación a España nos contó que fue ordenado sacerdote con 26 años. Desde entonces habían pasado 53, y nos preguntaba, de broma, que cuántos años tenía entonces. Pero todos los jóvenes nos pusimos a gritar que el Papa es joven. Contestó entonces que, al volver la mirada atrás y recordar esos años de su vida, nos podía asegurar que vale la pena dedicarse a la causa de Cristo.
Cada 18 de mayo recordamos también su nacimiento. Podemos pensar que su vida fue fácil, si recordamos su sonrisa continua. Pero su madre muere antes de que él cumpla diez años. Sufre en plena juventud la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. Fallece su padre y tiene dudas de cuál es su vocación. A los 58 años fue elegido Papa, el primer eslavo de la historia. La Unión Soviética es consciente del peligro que se avecina. Un hecho que se constata cuando en junio de 1979, durante su primera visita a Polonia, se desencadena una revolución pacífica. El 13 de mayo de 1981 sobrevive milagrosamente, gracias a la Virgen de Fátima, a un intento de asesinato. Es el inicio de un largo pontificado, hasta 2005, que se suele considerar como el más importante de los últimos siglos para la Iglesia y para el mundo.
El agradecimiento a san Juan Pablo II se acrecienta con el paso del tiempo al ver el peso de su herencia, en la vida de tantos millones de cristianos. Intelectual, filósofo, místico pero, sobre todo, un sacerdote enamorado de Jesucristo. Solía recordar que su frase preferida del Evangelio es aquella en la que Jesús nos explica que Él es el camino, la verdad y la vida. La revista “Time” lo nombró Hombre del Año en 1994. Me parece poco limitar ese nombramiento a sólo un año. Mientras más conozco su vida más importante me parece su ejemplo, para la Iglesia y para el mundo.