San Dámaso I, el papa 37º de la Iglesia Católica

En el aniversario de su partida a la casa del Padre

San Dámaso © vatican.va

Hoy, 11 de diciembre, la Iglesia celebra la fiesta del Papa San Dámaso I, el sacerdote Miguel Ángel Martín ofrece este artículo sobre la persona y obra del que fue el 37º sucesor de San Pedro.

Hoy celebramos el dies natalis del Papa San Dámaso I, en el aniversario de su partida a la casa del Padre. En estas breves líneas intentaremos dibujar un breve esbozo de la persona y obra del que fue el 37º sucesor de San Pedro y que guió la nave de la Iglesia a través de la segunda mitad del siglo IV de la era cristiana.

El Papa Damaso nace en la provincia romana de Lusitania, actual Portugal, en el año 304 d.C, siendo todavía muy joven se trasladó junto a su familia a la ciudad de Roma donde se encaminó hacia la vocación sacerdotal, ligado a la Iglesia de San Lorenzo en Roma. Asumió la cátedra de Pedro como obispo de Roma el 1 de octubre del 366 y gobernó la Iglesia hasta su fallecimiento el 11 de diciembre del 384, siendo el suyo el decimo octavo papado más largo de la historia de la Iglesia.


Dámaso vivió y gobernó la Iglesia en un tiempo convulso marcado por el paso desde la clandestinidad al estatuto de religión tolerada por medio del Edicto de Milán de Constantino en el año 313 y su posterior establecimiento como religión oficial del Imperio por parte del emperador Teodosio en el 380. En el plano religioso su tiempo fue no menos convulso, teniendo que lidiar con una gran inestabilidad de la figura del papado, tanto en tiempos de su predecesor Liberio como durante su pontificado. Dedicó gran parte de su labor a solucionar esta situación estableciendo y clarificando la posición del Papado como guía de la Iglesia y buscando establecer una buena relación con el entorno del emperador y la política romana, además de tratar de suavizar las relaciones de tensión que ya florecían con la Iglesia y la teología oriental.

Vivió también numerosas controversias teológicas con diversas herejías cristianas entre las que destacó con fuerza el arrianismo. Durante su papado tuvo lugar el concilio de Constantinopla, donde se terminaron de definir las tesis propuestas por el concilio de Nicea y se terminó por condenar la doctrina arriana con la definición de la doble naturaleza (humana y divina) de Cristo en la única persona de Jesús de Nazaret, tal y como expresa el credo que aun hoy recitamos en la Eucaristía y que se promulgó en este concilio.

Durante su pontificado, además de la centralización del Papado en la dirección y guía de la Iglesia universal se dieron numerosos avances en diferentes áreas de la fe cristiana: a él le debemos la institución del latín como lengua oficial de la Iglesia tanto en la administración como en la liturgia, el canon definitivo de la Sagrada Escritura y la traducción de esta al latín por medio de la Vulgata, encargada a su consejero y secretario San Jerónimo, con quien mantuvo una dilatada comunicación epistolar, que en gran medida se conserva hasta el día de hoy.

También se dio un gran impulso durante su pontificado al culto a los mártires, tanto desde la promoción del desarrollo de una teología del martirio como realizando numerosos poemas epigráficos para adornar las tumbas de los mártires, facilitando así su localización y veneración, explotando sus dotes para la poesía. A pesar de su gran labor intelectual en favor de la Iglesia, Dámaso también tuvo una gran inquietud por la arqueología, hasta el punto de ser nombrado Santo Patrón de los arqueólogos.