Después del rezo del Regina Coeli, el Papa Francisco expresó su cercanía a las poblaciones de San Vicente y Granadinas donde la erupción volcánica está provocando daños: “También estoy cerca de las víctimas del incendio en el hospital para pacientes de Covid en Bagdad”, dijo el Papa. “Hasta este momento son, ochenta y dos muertos. Oremos por todos ellos”, añadió.
El Santo Padre rezó por las víctimas de otra tragedia de un barco de migrantes en el Mediterráneo. Este hecho ocurrió el viernes 23 de abril.
También recordó que “hoy en toda la Iglesia se celebra la Jornada mundial de oración por las vocaciones, que tiene como tema ‘San José: El sueño de la vocación’”. Francisco dirigió un pensamiento por los mártires que fueron beatificados el viernes pasado en Santa Cruz de Quiché, Guatemala. Finalmente, saludó a los peregrinos y fieles reunidos en la plaza de San Pedro.
A continuación, siguen las palabras del Papa, según la traducción oficial ofrecida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
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Palabras después del Regina Coeli
¡Queridos hermanos y hermanas!
El viernes pasado, en Santa Cruz del Quiché, en Guatemala, fueron beatificados José María Gran Cirera y nueve compañeros mártires. Se trata de tres sacerdotes y siete laicos de la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, asesinados entre 1980 y 1991, tiempo de persecución contra la Iglesia católica comprometida en la defensa de los pobres. Animados por la fe en Cristo, fueron heroicos testigos de justicia y de amor. Su ejemplo nos haga más generosos y valientes en el vivir el Evangelio. ¡Y un aplauso para los nuevos beatos!
Expreso mi cercanía a la población de las Islas de San Vicente y las Granadinas, donde una erupción volcánica está provocando graves daños e inconvenientes. Aseguro mi oración y bendigo a todos los que prestan ayuda y asistencia.
Y estoy cerca también de las víctimas del incendio de un hospital para los enfermos de Covid en Bagdad. Hasta este momento son ochenta y dos muertos. Rezamos por todos.
Os confieso que estoy muy afligido por la tragedia que una vez más se produjo en los días pasados en el Mediterráneo. Ciento treinta inmigrantes han muerto en el mar. Son personas, son vidas humanas, que durante dos días enteros han implorado en vano ayuda, una ayuda que no ha llegado. Hermanos y hermanas, interroguémonos todos sobre esta enésima tragedia. Es el momento de la vergüenza. Recemos por estos hermanos y hermanas, y por muchos que siguen muriendo en estos dramáticos viajes. Recemos también por aquellos que pueden ayudar, pero prefieren mirar para otro lado. Rezamos en silencio por ellos.
Se celebra hoy en toda la Iglesia la Jornada mundial de oración por las vocaciones, que tiene como tema “San José: El sueño de la vocación”. Damos gracias al Señor porque sigue suscitando en la Iglesia personas que por amor a Él se consagran al anuncio del Evangelio y al servicio de los hermanos. Y hoy, en particular, damos las gracias por los nuevos sacerdotes que he ordenado hace poco en la Basílica de San Pedro… No sé si están aquí… Y pedimos al Señor que mande buenos obreros a trabajar en su campo y multiplique las vocaciones a la vida consagrada.
Y ahora os saludo de corazón a todos vosotros, romanos y peregrinos. En particular, saludo a los familiares y los amigos de los nuevos sacerdotes; como también a la comunidad del Pontificio Colegio Germánico Húngaro, que esta mañana ha hecho la tradicional peregrinación de las Siete Iglesias.
A todos os deseo un feliz domingo. Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!