14 abril, 2025

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Reflexión de Mons. Enrique Díaz: En un burrito

Domingo de Ramos

Reflexión de Mons. Enrique Díaz: En un burrito
Pixabay

Mons. Enrique Díaz Díaz comparte con los lectores de Exaudi su reflexión sobre el Evangelio de este domingo, 13 de abril de 2025, titulado: “En un burrito”.

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Isaías 50, 4-7: “No aparté mi rostro de los insultos, y sé que no quedaré avergonzado”

Salmo 21: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”

Filipenses 2, 6-11: “Cristo se humilló a sí mismo, por eso Dios lo exaltó”

Pasión de Nuestro Señor Jesús según San Lucas 22, 14-23, 56.

Si imaginamos los acontecimientos vividos en tiempos de Jesús descubriremos una gran contradicción: los grandes personajes no son aclamados por la chusma, ni montan en burro; no caminan sin protección, ni se dejan tocar. Jesús es un rey que responde a las expectativas de un pueblo pobre, oprimido, pero tocando sus fibras más íntimas, los cuestionamientos más profundos. Parecería contradictorio pero su entrada a Jerusalén da un nuevo sentido a la espera del Mesías. No se trata de vivir por y para el poder; no se pretende encontrar la felicidad en las riquezas; no se busca la satisfacción en los placeres. Jesús, con sus gestos y sus propuestas, ofrece otra felicidad y una visión muy diferente de la vida. Hoy que “celebramos” el domingo de Ramos y nos acercamos a Jesús, como uno más de los que lo aclaman, ¿qué nos dice y qué deja en nuestro corazón? Un burrito prestado, unos mantos regados por el camino, ramos arrancados de los árboles de las orillas, son las insignias de este rey, ¿cómo tendríamos que seguirlo hoy? Sus actitudes parecen un reproche a los grandes personajes de su tiempo y a los poderosos actuales; pero también son expresiones sinceras de lo que debe ser importante: vivir la sencillez y la armonía en el corazón y no en el exterior. Es un Mesías que cambia todas las perspectivas y que  busca la verdadera felicidad del corazón. No se presenta Jesús, aunque lo llamen maestro, como los otros maestros que pontifican, juzgan y condenan; sino que se presenta como el pastor que acoge, escucha y acompaña.

Domingo de Ramos inicia la semana santa. Nuestras calles y nuestras iglesias se llenarán de ramos y de cantos: ¡“Viva Cristo Rey”! Queremos acompañar a Jesús, queremos hacer un memorial de aquella primera entrada triunfal en Jerusalén. ¿Triunfal? Por más sencilla que parezca la podremos llamar triunfal, pero es una entrada lejos del triunfalismo, lejos del poder que aplasta. Va el pobre Jesús montado en un burrito que no es como para impresionar a nadie. Y quizás sea por eso, porque no quiere impresionar, sino porque quiere manifestarse como un Mesías sencillo y humilde; no quiere oprimir, sino quiere dar la vida; no quiere esclavizar, sino quiere liberar. ¡Qué diferente de otros líderes que entran en nuestros pueblos! ¡Qué diferente de nuestras ambiciones y nuestros egoísmos! La manifestación de Jesús en este día será un reproche serio a un mundo que se organiza a favor y a partir de la economía y de la ganancia; es una denuncia de un falso mundo que dejando de lado la dignidad de las personas, se alza en nuevos poderes y nuevas estructuras; una sociedad que olvidándose de las necesidades del que sufre, hace ostentaciones de riquezas y de lujos. Domingo de Ramos es una llamada al respeto de la dignidad y derechos de la persona en cuanto ella misma, no en cuanto produce o en cuanto tiene.

Muchos han querido callar a Cristo en nuestros tiempos. Nos hacemos sordos y no queremos escuchar sus palabras. Nos irrita su insistencia en la dignidad y valor de cada uno de los hombres como hijos de Dios. Pero hoy, igual que entonces, Cristo proclama su palabra, con verdad y valentía. Cuando los fariseos reprenden a Jesús para que haga callar a sus discípulos, la respuesta es contundente: “Les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras”.  Jesús no entra a Jerusalén como un conquistador pero sí tiene una propuesta que hacer a todos los que allí se congregan. No quiere conquistar por las armas pero ofrece un reino distinto desde la sencillez de un pollino, desde los gritos entusiastas de la multitud y con las palabras de una enseñanza diferente. Jesús no era mudo en aquel entonces, ni puede serlo en nuestros días. No quiere callar ante la injusticia ni ante los ataques a la vida. Alza su voz por todo el que sufre. Jesús no puede pasar desapercibido en nuestro mundo como si fuera sólo una voz que no tiene nada  qué decir a este ambiente de injusticia y corrupción. No podemos ni debemos imaginar un Jesús apagado que no seduce, que no llama, que no toca los corazones. Jesús hoy se coloca en el centro de las comunidades para desde ahí manifestar su palabra. Jesús se alberga en el corazón de los sencillos para desde ahí decir su verdad. ¿Seremos capaces de escucharlo?

Al mirar a Jesús hoy tendremos que renovar nuestro esfuerzo por aprender a pensar, sentir, amar y vivir como Jesús. Esto es lo que debería de estar en el corazón de todo creyente en esta semana santa. Es cierto que se inicia con la celebración de una entrada triunfal muy especial, pero después y a partir de la proclamación del evangelio de este día, se manifiesta en la entrega plena de amor y compasión por todos los hombres. Semana Santa es la manifestación de la misericordia de Jesús. Su donación, su cruz, muerte y resurrección, serán el grito que clama por la vida en una cultura de muerte. Hoy acompañemos a Jesús con gritos de alegría y hosannas, pero durante toda la semana acompañémoslo en su pasión, muerte y resurrección. Somos sus discípulos ¡Vivamos esta semana con Jesús!

Dios, lleno de amor y de bondad, que has querido entregarnos como ejemplo de humildad a Cristo, nuestro salvador, hecho hombre y clavado en una cruz, concédenos vivir según las enseñanzas de su pasión, para participar con él de su gloriosa resurrección. Amén

 

Enrique Díaz

Nació en Huandacareo, Michoacán, México, en 1952. Realizó sus estudios de Filosofía y Teología en el Seminario de Morelia. Ordenado diácono el 22 de mayo de 1977, y presbítero el 23 de octubre del mismo año. Obtuvo la Licenciatura en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico en Roma. Ha desarrollado múltiples encargos pastorales como el de capellán de la rectoría de las Tres Aves Marías; responsable de la Pastoral Bíblica Diocesana y director de la Escuela Bíblica en Morelia; maestro de Biblia en el Seminario Conciliar de Morelia, párroco de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, Col. Guadalupe, Morelia; o vicario episcopal para la Zona de Nuestra Señora de la Luz, Pátzcuaro. Ordenado obispo auxiliar de san Cristóbal de las Casas en 2003. En la Conferencia Episcopal formó parte de las Comisiones de Biblia, Diaconado y Ministerios Laicales. Fue responsable de las Dimensiones de Ministerios Laicales, de Educación y Cultura. Ha participado en encuentros latinoamericanos y mundiales sobre el Diaconado Permanente. Actualmente es el responsable de la Dimensión de Pastoral de la Cultura. Participó como Miembro del Sínodo de Obispos sobre la Palabra de Dios en la Vida y Misión de la Iglesia en Roma, en 2008. Recibió el nombramiento de obispo coadjutor de San Cristóbal de las Casas en 2014. Nombrado II obispo de Irapuato el día 11 de marzo, tomó posesión el 19 de Mayo. Colabora en varias revistas y publicaciones sobre todo con la reflexión diaria y dominical tanto en audio como escrita.