En los últimos días, hemos visto que dos naciones hermanas, como son el Perú y México, han debilitado sus relaciones diplomáticas con el retiro de su embajador por parte del país andino, el cual, semanas atrás, ya había invitado a retirarse al representante mexicano de su terrritorio. De este modo, las relaciones diplomáticas se rebajan al nivel de encargados de negocios, para mantener el intercambio comercial y económico.
¿El motivo? La afrenta que ha sentido el Perú por la constante intromisión del mandatario de la nación norteamericana en los asuntos internos del país, tipificado por el derecho internacional como «injerencia política». A esto habría que sumarle las afrentas directas contra la presidenta constitucional en ejercicio, habiéndola llamado «presidenta espuria» y las constantes invocaciones, en las que exige la libertad del ex presidente Pedro Castillo, quien está encarcelado en Lima por provocar un golpe de Estado en diciembre último.
Respetar las normas
La Carta de la Organización de Estados Americanos (OEA), de la cual ambos países son miembros plenos, indica en el artículo 3 el deber de no intervenir en los asuntos de otro Estado, mientras que el artículo 19 establece que ningún Estado tiene derecho a intervenir directa o indirectamente en los asuntos internos o externos de cualquier otro.
Por otro lado, el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia ilumina tal controversia en el numeral 157, que, citando a san Juan Pablo II, reafirma que el derecho internacional «Se basa sobre el principio del igual respeto, por parte de los Estados, del derecho a la autodeterminación de cada pueblo y de su libre cooperación en vista del bien común superior de la humanidad».
Frente a ello, reconoce en el numeral 435 «La importancia de la soberanía nacional, concebida ante todo como expresión de la libertad que debe regular las relaciones entre los Estados, dado que la soberanía representa la subjetividad de una Nación en su perfil político, económico, social y cultural».
Grandes desafíos
Para ampliar más esta situación, conversamos con el embajador del Perú en España, Oscar Maúrtua de Romaña, quien en breve culmina su misión diplomática en Madrid. Fue motivo para que le invitáramos también a hacer un breve balance, acerca del nivel de las relaciones peruano-españolas.
Maúrtua coincide con la enseñanza social de la Iglesia citada líneas arriba y es categórico al señalar que su país «rechaza que en pleno siglo XXI, mandatarios de naciones hermanas, con las que nacieron a la vida independiente alrededor de doscientos años atrás, efectúen valoraciones sobre temas de política interna, dañando los principios y el andamiaje jurídico del derecho internacional».
«Tales acciones, menoscaban la ansiada integración latinoamericana y perjudican el anhelo panamericanista», acotó el veterano diplomático, que vuelve al Perú a retomar sus actividades como jurista internacional.
Convocado a realizar un balance rápido de las actuales relaciones Perú-España, después de ocho meses de gestión, asegura que «España se ha consolidado como el principal aliado del Perú en la Unión Europea, con quien compartimos valores fundamentales, como la creencia firme en la democracia y el estado de derecho, la defensa de los derechos humanos y la promoción de la paz».
Sobre las relaciones económicas bilaterales, destaca que España es uno de los principales socios comerciales del Perú y el primer inversionista europeo en el país, con operaciones que han alcanzado los 45.000 millones de euros en las últimas tres décadas, en los sectores de telecomunicaciones, banca y finanzas, y energía, que han contribuido a generar cientos de miles de puestos de trabajo. «Hay que recordar también, que España se erige como el primer país emisor de viajeros europeos hacia el Perú y se ubica entre los primeros cinco a nivel mundial», añadió.
Mirar al futuro
Dentro de la valija diplomática, se lleva a su país muchos momentos vividos como representante también ante Andorra, por lo que le pedimos que rememore uno o dos hitos dentro de su gestión…
«Destaco el haber podido participar de distintas actividades oficiales con Su Majestad el Rey, así también con altos funcionarios como el Presidente de Gobierno, los presidentes del Senado y del Congreso de Diputados, el Tribunal Constitucional, Defensor del Pueblo, entre otros. Y segundo, el haber estrechado los lazos culturales y académicos entre nuestros países, como la concreción de la “Cátedra Perú” en la Universidad de Salamanca, con la colaboración de varias universidades peruanas, orientada a la difusión de la cultura e historia peruana en España y Europa».
Consultado sobre la situación actual del gobierno peruano, ante los ojos de su par español, se despide seguro de algo: «Me permito destacar el respaldo del gobierno español a la sucesión democrática en el Perú, así como su participación como país observador en el reciente 52º Período de Sesiones de la OEA. Se trata de hechos que, sin duda, revelan el excelente estado de nuestra relación bilateral».
Dada la identificación del diplomático de formación jesuita, con la fe de la Iglesia católica, le pedimos un mensaje sobre el momento actual: «Latinoamérica debe poner en práctica el solidario mensaje del Papa Francisco, expresado en “Fratelli Tutti”, que constituye una argumentación válida para la convivencia pacífica entre las naciones».