Pastores según el Corazón de Cristo, inmersos en el Padre y en las personas

El Prefecto del Dicasterio para el Clero, Cardenal Lazzaro You Heung sik, y el Secretario, Monseñor Andrés Gabriel Ferrada Moreira, envían una carta a los sacerdotes con motivo de la Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes 2024, en concomitancia con la Solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús

Vatican Media

Es una «hermosa cita anual» que cada Iglesia particular está invitada a celebrar, en comunión y reciprocidad de oración, nos dispone a implorar del Señor el don de pastores santos, según su Corazón. Así es definida la Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes en la carta publicada por el Dicasterio para el Clero este viernes 7 de junio de 2024. La fecha fue sugerida por dicho organismo vaticano (antes Congregación) e instituida el 25 de marzo de 1995 por san Juan Pablo II, «para que la oración ofrecida por la santificación de los sacerdotes obtenga como reflejo el don de la santidad de todo el Pueblo de Dios, al que está ordenado su ministerio», escriben.

La misiva, que está firmada por el Cardenal Lazzaro You Heung sik, Prefecto del Dicasterio, y por Monseñor Andrés Gabriel Ferrada Moreira, Secretario, retoma la invitación del Papa Francisco a los sacerdotes de «cuidar especialmente nuestra humanidad». Lo describen como «un hermoso y apremiante desafío, para preservar la frescura de nuestro ministerio y ser cada vez más ‘puente y no obstáculo’ para el encuentro con Cristo, transparencia y reflejo de su humanidad salvadora».

En el texto reconocen que «mucho se ha dicho y escrito sobre la importancia de la dimensión humana y de la madurez afectiva en la vida del sacerdote; también somos conscientes de los muchos signos de fragilidad que se manifiestan en este ámbito». También plantean que «en todos los contextos eclesiales y sociales se constata la falta de educación a los sentimientos y a las emociones, así como la presencia de analfabetismo afectivo y de anafectividad; algunos hablan de una globalización de la indiferencia, de un cinismo creciente, junto con el narcisismo y la autorreferencialidad».

Al mismo tiempo, aseguran: «Todos sabemos por experiencia cómo es fuente de verdadera alegría poder vivir plenamente nuestra humanidad y nuestras relaciones, perfumándolas de amor, gratuidad, belleza, verdad, bondad y autenticidad, espiritualidad, arte, música y poesía, que son todos frutos de la obra del Espíritu del Resucitado que sopla donde quiere y suscita siempre asombro, maravilla y agrado, una carga de confianza y esperanza».

El Cardenal Heung sik y Monseñor Ferrada se preguntan cómo podemos cuidar la humanidad «para ayudarla también a fructificar de este modo, si no es volviéndonos una vez más a Jesús y a su Evangelio». «Sabemos, afirman, como nos recuerda el Concilio Vaticano II, que Jesús ‘amó con corazón humano’ y que ‘quien sigue a Jesucristo, hombre perfecto, se hace también más hombre'». Asimismo, sostienen que «en el vínculo entre la Solemnidad del Sagrado Corazón y esta Jornada queremos encontrar las motivaciones para reavivar el don de Dios que está en nosotros, pidiendo la gracia de interiorizar aún más en nosotros y en nuestro estilo de vida los mismos sentimientos del Corazón de Cristo». «Estos, de hecho,  añaden, como nos ha recordado el Papa Francisco, son la verdadera y eficaz contribución a un nuevo humanismo (cf. Congreso de Florencia 2015), el antídoto contra la deshumanización que puede infectarnos también a nosotros».


En el texto, evidencian que cada día experimentan cómo su corazón sufre una división en su interior, «por la que cada uno puede decir con Pablo ‘No hago lo que quiero, sino lo que detesto'» (Rom 7, 15).

“Nuestro corazón es frágil y complicado, pero hermoso…. Es un campo de batalla, un «revoltijo» de barro y espíritu, un guardián de deseos infinitos y un icono de limitación hasta la esclerocardia, pero al mismo tiempo un lugar donde se experimenta un amor inmenso del que está inundado y del que es capaz, que tiene como fuente última a Dios mismo, la Trinidad del amor. Sí, porque es Dios quien ha modelado nuestro corazón, lo ha creado y recreado, derramando en él su amor por el Espíritu para que sea a imagen del Corazón de su Hijo, capaz de amar según la misma altura, anchura y profundidad (Ef 3,18-19), hasta el punto de poder decir: ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive y ama en mí (cf. Ga 2,20), con la misma medida de su amor: amar sin medida (San Agustín).”

«Nuestro mismo corazón humano es, pues, el lugar donde Cristo quiere seguir viniendo, habitando, palpitando hasta el punto de dejarse traspasar con amor y por amor, a imitación suya», expresan. A su vez, consideran que «la solemnidad del Sagrado Corazón de Cristo es una ocasión preciosa para recordar al mismo tiempo la miseria y la pequeñez de nuestro corazón, pero más aún la misericordia infinita y regeneradora del Corazón de Dios manifestada en el Corazón de Jesús».

Hacia el final del mensaje, dejan claro que «para cuidar nuestra humanidad no podemos, finalmente, no recurrir también con confianza al Corazón Inmaculado de la Madre: estamos seguros de tener en Ella un espejo purísimo en el que satisfacer el anhelo de un corazón libre y dispuesto a escuchar y poner en práctica su invitación: ‘Hagan lo que Él les diga’ y nos convertiremos en pastores según el Corazón de Cristo, inmersos en el Padre y en las personas».

El Cardenal Heung sik y Monseñor Ferrada concluyen sus palabras enfatizando que quieren implorar «al Señor de toda bondad el don de tantas vocaciones al sacerdocio ministerial y a la vida consagrada por el Reino, de vidas entregadas que sepan ser transparencia de la santidad de Dios, testigos gozosos del amor del Padre y del Corazón de Cristo rico en misericordia para toda criatura. Recemos por todos los sacerdotes, cuidémoslos y apoyémoslos siempre con nuestro afecto y cercanía».