En la mañana de hoy, viernes 27 de agosto de 2021, el Papa Francisco ha recibido en audiencia en el Palacio Apostólico Vaticano a los participantes del encuentro de la Red Internacional de Legisladores Católicos (ICLN). En su discurso, el Santo Padre ha animado a los políticos católicos a asumir una “tarea de una seria y exhaustiva moral sobre los riesgos y las oportunidades inherentes al progreso científico y tecnológico” para que sirva al desarrollo humano integral y la paz.
Al comienzo de sus palabras, el Pontífice ha recalcado que todavía queda trabajo por hacer en favor de la vacunación eficaz contra la COVID-19. En este sentido, ha mostrado el papel crucial de los parlamentarios, “no sólo para derrotar al virus, ni siquiera para volver al statu quo anterior a la pandemia, sino para abordar las causas profundas que la crisis ha revelado y amplificado: La pobreza, la desigualdad social, el desempleo generalizado y la falta de acceso a la educación”.
Tecnología para el bien común
En nuestra época, afirma el Papa, “uno de los mayores retos en el horizonte es la administración de la tecnología para el bien común. Las maravillas de la ciencia y la tecnología moderna han aumentado nuestra calidad de vida”. Sin embargo, continúa, “abandonados a su suerte y a las fuerzas del mercado, sin las debidas asambleas legislativas y otras autoridades públicas guiadas por un sentido de responsabilidad social, estas innovaciones pueden amenazar la dignidad del ser humano”.
Y pone de ejemplos “la lacra de la pornografía infantil, la explotación de datos personales, los ataques a infraestructuras críticas como hospitales, y falsedades difundidas a través de las redes sociales”. A la legislación, añade, “puede y debe guiar el desarrollo y la aplicación de la tecnología para el bien común”.
A modo de conclusión, Francisco señala que, “para sanar el mundo, que ha sido duramente probado por la pandemia, y para construir un futuro más inclusivo y sostenible donde en el que la tecnología esté al servicio de las necesidades humanas y no nos aísle de los demás, es necesario no sólo ciudadanos responsables, sino también líderes preparados y motivados por el principio del bien común”.
A continuación, sigue el texto completo de la catequesis del Obispo de Roma.
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Discurso del Papa
¡Señoras y señores!
Estoy encantado de reunirme de nuevo con ustedes, parlamentarios de diferentes países, en este momento crítico de la historia. Agradezco al cardenal Schönborn y al Sr. Alting von Geusau sus palabras de saludo y presentación. Y me regocijo en la presencia de Su Santidad Ignacio Aphrem II, patriarca de la Iglesia Ortodoxa Siria.
Desde el inicio de la Red Internacional de Legisladores Católicos en 2010, ustedes han acompañado, apoyaron y promovieron la labor de la Santa Sede como testigos del Evangelio al servicio de vuestros países y de la Comunidad Internacional en su conjunto. Estoy agradecido por su amor a la Iglesia y la colaboración con su misión.
Nuestra reunión de hoy tiene lugar en un momento muy difícil. La pandemia de COVID-19 hace estragos. No cabe duda de que hemos visto avances significativos en la creación y distribución de vacunas eficaces, pero aún queda mucho trabajo por hacer. Ya se han producido más de doscientos millones de casos confirmados y cuatro millones de muertes por esta terrible plaga, que también ha causado tanta ruina económica y social.
Por lo tanto, su papel como parlamentarios es más importante que nunca. Nombrados para servir al bien común, ahora estáis llamados a trabajar juntos, a través de su acción política, para renovar sus comunidades y la sociedad en su conjunto. No sólo para derrotar al virus, ni siquiera para volver al statu quo anterior a la pandemia, sino para abordar las causas profundas que la crisis ha revelado y amplificado: La pobreza, la desigualdad social, el desempleo generalizado y la falta de acceso a la educación.
En una época de desórdenes y polarización política, los parlamentarios y políticos en general no siempre gozan de gran estima. Esto no es nada nuevo. Sin embargo, ¿qué vocación más alta hay que servir al bien común y priorizar el bienestar de todos, antes que el beneficio personal? Este debe ser siempre su objetivo, porque la buena política es indispensable para la fraternidad universal y la paz social (cf. Encíclica Fratelli tutti, 176). En nuestra época, en particular, uno de los mayores retos en el horizonte es la administración de la tecnología para el bien común. Las maravillas de la ciencia y la tecnología moderna han aumentado nuestra calidad de vida. “Es justo alegrarse por estos avances y estar entusiasmo por las enormes posibilidades que nos abren estas continuas innovaciones, ya que la ciencia y la tecnología son un maravilloso producto de la creatividad humana que es un don de Dios” (Laudato si’, 102). Sin embargo, abandonados a su suerte y a las fuerzas del mercado, sin las debidas asambleas legislativas y otras autoridades públicas guiadas por un sentido de responsabilidad social, estas innovaciones pueden amenazar la dignidad del ser humano. No se trata de frenar el progreso tecnológico. Sin embargo, los instrumentos de la política y la reglamentación permiten a los parlamentarios proteger la dignidad humana cuando se ve amenazada. Pienso, por ejemplo, en la lacra de la pornografía infantil, la explotación de datos personales, los ataques a infraestructuras críticas como hospitales, y falsedades difundidas a través de las redes sociales. A la legislación puede y debe guiar el desarrollo y la aplicación de la tecnología para el bien común. Por lo tanto, les animo encarecidamente a que asuman la tarea de una seria y exhaustiva reflexión moral sobre los riesgos y las oportunidades inherentes al progreso científico y tecnológico para que las normas internacionales que las rigen pueden centrarse en promover el desarrollo humano integral y la paz, más que en el progreso por sí mismo.
Los parlamentarios reflejan naturalmente los puntos fuertes y débiles de sus representados, cada uno con sus propias especificidades para ponerlas al servicio de todos. El compromiso de los ciudadanos en los distintos ámbitos de la participación social, civil y política es esencial. Todos estamos llamados a promover el espíritu de solidaridad, empezando por las necesidades de los más débiles y desfavorecidos. Sin embargo, para sanar el mundo, que ha sido duramente probado por la pandemia, y para construir un futuro más inclusivo y sostenible donde en el que la tecnología esté al servicio de las necesidades humanas y no nos aísle de los demás, es necesario no sólo ciudadanos responsables, sino también líderes preparados y motivados por el principio del bien común.
Queridos amigos, que el Señor les conceda ser la levadura de una regeneración de la mente, del corazón y del espíritu, testigos del amor político por los más vulnerables, para que, sirviéndoles a ellos, le sirváis a Él en todo lo que hagáis. Les bendigo a ustedes, a sus familias y a su trabajo. Y ustedes también, por favor, recen por mí. Gracias.
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