Con motivo de la 71ª Semana Litúrgica Nacional, que se celebra del 23 al 26 de agosto de 2021 en Cremona, Italia, el Papa Francisco ha enviado un mensaje, firmado por el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin, al presidente del Centro de Acción Litúrgica, el obispo Claudio Maniago.
Según relata Vatican News, el Santo Padre recuerda en su documento los problemas surgidos del “ayuno litúrgico” provocado por la pandemia del año pasado, y espera nuevas “orientaciones pastorales litúrgicas” para las parroquias, con el fin de hacer frente a la “marginalidad” hacia la que se encaminan el domingo, la asamblea eucarística, los ministerios y el rito. Su deseo, manifiesta, es que todo esto recupere “centralidad en la fe y en la espiritualidad de los creyentes”.
Las celebraciones, a prueba por la pandemia
En el texto firmado por Parolin y leído por monseñor Maniago al inicio de los los trabajos, el Pontífice muestra su agradecimiento a Dios porque la Semana se celebre tras “el triste momento del año pasado”, cuando fue prorrogada a causa de la crisis sanitaria por COVID-19.
Una prórroga útil, sin embargo, para encontrar nuevas ideas para el tema elegido, “Dónde están dos o tres reunidos en mi nombre. Comunidad, liturgias y territorios”, y para “profundizar en aspectos y situaciones de la celebración, tan duramente puestas a prueba por la llegada de la difusión de la COVID y las necesarias restricciones para contenerla”.
Según el Papa, la suspensión de los servicios religiosos durante el año pasado, aunque ha sido una “triste experiencia”, ha “puesto de manifiesto la bondad del camino recorrido desde el Concilio Vaticano II”, en la senda trazada por la Sacrosanctum Concilium. El tiempo de privación ha permitido, en efecto, “percibir la importancia de la divina liturgia para la vida de los cristianos”.
Creatividad pastoral
“La reunión semanal en el ‘nombre del Señor’, que desde el principio ha sido considerada por los cristianos como una realidad irrenunciable e indisolublemente ligada a su identidad, se vio gravemente afectada durante la fase más aguda de la propagación de la pandemia”, argumenta el Papa.
“Pero el amor al Señor y la creatividad pastoral empujaron a los pastores y a los fieles laicos a explorar otros modos de alimentar la comunión de fe y de amor con el Señor y con los hermanos, a la espera de poder volver a la plenitud de la celebración Eucarística con tranquilidad y seguridad”, asevera.
“Fue una espera dura y dolorosa”, añade, “iluminada por el misterio de la Cruz del Señor y fecunda en muchas obras de atención, amor fraterno y servicio a las personas que más sufrieron las consecuencias de la emergencia sanitaria”.
La liturgia “suspendida”
La liturgia “suspendida” durante el encierro y las dificultades de la reanudación posterior, sin embargo, confirmaron también lo que ya se había visto en las asambleas dominicales en Italia: un “indicio alarmante del avanzado estado del cambio de época”. Esto es, el hecho de que, “en la vida real de las personas ha cambiado la propia percepción del tiempo y, en consecuencia, del propio domingo, del espacio, con repercusiones en la forma de ser y sentir la comunidad, las personas, la familia y de la relación con un territorio”.
“La asamblea dominical”, insiste Francisco, “se encuentra así desequilibrada tanto por la presencia generacional y la desigualdad cultural, como por la dificultad de encontrar una integración armoniosa en la vida parroquial, para ser la verdadera cumbre de todas sus actividades y fuente de dinamismo misionero para llevar el Evangelio de la misericordia a las periferias geográficas y existenciales”.
Nuevas líneas de pastoral litúrgica
Por ello, informa el medio vaticano, el Obispo de Roma espera que la Semana Litúrgica Nacional, con sus propuestas de reflexión y momentos de celebración, presenciales y en línea, “pueda identificar y sugerir algunas líneas de pastoral litúrgica” para proponer a las parroquias. En esta dirección, continúa, “la reciente publicación de la tercera edición del Misal Romano y la voluntad de los Obispos italianos de acompañarla con una robusta reanudación de la formación litúrgica del santo pueblo de Dios es un buen augurio”.
Por último, el Papa Francisco bendice a todos aquellos diáconos, sacerdotes, consagrados y laicos que participan en la Semana Litúrgica Nacional, y se siente consolado por el hecho de que se desarrolle en “un territorio que ha sufrido tanto por la pandemia”, pero que, al mismo tiempo, “ha visto florecer tanto bien para aliviar tan inmenso sufrimiento”.