Papa Francisco: los sacerdotes deben estar dispuestos a compartir su vida con la comunidad, ofreciendo su tiempo, su escucha y su amor

Anima a los seminaristas españoles a ser portadores de esperanza

El Papa Francisco recibió el 30 de enero de 2025 en la Sala Clementina del Vaticano a los formadores y seminaristas de varias diócesis españolas, incluyendo Valencia, Orihuela-Alicante, Segorbe-Castellón, Mallorca, Menorca e Ibiza. En su discurso, el Santo Padre expresó su cercanía y apoyo a estas comunidades, reconociendo los momentos difíciles que han atravesado recientemente.

El dolor y la esperanza

Francisco comenzó su mensaje haciendo referencia al sufrimiento vivido por estas diócesis a raíz de los recientes acontecimientos, describiendo la situación como una «oscuridad inmensa». Sin embargo, destacó que el dolor, lejos de ser el final, puede ser el comienzo de una nueva luz y una oportunidad para fortalecer la esperanza. Subrayó que en los momentos más difíciles es cuando la comunidad cristiana debe unirse, acompañarse mutuamente y brindar consuelo a quienes más lo necesitan.

El Papa enfatizó que fenómenos como la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) no son simplemente eventos climáticos, sino que reflejan la fragilidad de la vida humana y los desafíos que muchas personas enfrentan a diario. En este contexto, invitó a los seminaristas y formadores a ser testigos de la fe y a llevar la luz de Cristo a aquellos que sufren.

La vocación sacerdotal como entrega y servicio

Dirigiéndose a los seminaristas, Francisco les recordó que la vocación sacerdotal no es un privilegio, sino un llamado a servir con generosidad. Les animó a no centrarse en sí mismos, sino a salir al encuentro del prójimo, especialmente de aquellos que experimentan el dolor y la desesperanza. Citando a Isaías, el Papa les instó a ser instrumentos de Dios para sanar corazones heridos y anunciar el «año de gracia del Señor».

Asimismo, el Pontífice resaltó la importancia de la Eucaristía como modelo de entrega total. Explicó que Jesús se ha hecho «barro por nosotros», asumiendo la fragilidad humana y entregándose sin reservas. Del mismo modo, los futuros sacerdotes deben estar dispuestos a compartir su vida con la comunidad, ofreciendo su tiempo, su escucha y su amor.

La importancia de la gratuidad en la vocación

Francisco también habló sobre la gratuidad en la vocación sacerdotal. Señaló que nadie se hace sacerdote por méritos propios, sino porque ha sido llamado por Dios. Por ello, animó a los seminaristas a recordar siempre que su misión es un don y que deben vivirla con humildad y gratitud.

Antes de concluir, el Papa pidió a los presentes que no se olviden de rezar por él y les impartió su bendición, animándolos a seguir con entusiasmo su formación y su camino hacia el sacerdocio.

Un mensaje de consuelo y compromiso

El mensaje del Papa Francisco resuena profundamente en estas diócesis, muchas de las cuales han vivido momentos de dolor y pérdida. Sus palabras no solo ofrecen consuelo, sino que también invitan a la acción: a ser portadores de esperanza y a vivir con autenticidad la vocación al sacerdocio. En un mundo marcado por la incertidumbre, el testimonio de estos jóvenes seminaristas puede convertirse en un faro de luz para muchos.

Texto completo:

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS FORMADORES Y SEMINARISTAS DE LAS DIÓCESIS ESPAÑOLAS DE VALENCIA,
ORIHUELA-ALICANTE, SEGORBE-CASTELLÓN, MALLORCA, MENORCA E IBIZA


Sala Clementina
Jueves, 30 de enero de 2025

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Queridos hermanos en el episcopado,

queridos seminaristas y formadores

de la Provincia Eclesiástica de Valencia:

No me es fácil expresarles mis sentimientos, pensando en las Navidades seguramente atípicas con esa vivencia de que “Dios se ha hecho barro” en ustedes. Un dolor y un luto que a pesar de su dureza nos abre a la esperanza pues, obligándonos a tocar fondo y a dejar atrás todo lo que parecía sostenernos, nos permite ir más allá. No es algo que podamos hacer solos, es una oscuridad inmensa la que ustedes han vivido y están viviendo. Y pienso en la ayuda desinteresada de tantas personas, los ojos llenos de entrega de la gente, han sido capaces de iluminarnos con la ternura de Dios.

En este campo están llamados a trabajar ustedes. La DANA no es un fenómeno atípico que simplemente esperamos no vuelva a suceder, es la extrapolación de lo que vive cada ser humano que se enfrenta a una pérdida y se siente solo, desubicado, necesitado de apoyo para poder continuar. Jesús lo dice con toda claridad: “para esto he sido ungido —para esto son ungidos ustedes—, para vendar los corazones quebrantados, para proclamar el año de gracia del Señor” (cf. Is 61,1; Lc 4,18). Ya estamos en este Año de Gracia, que quise dedicar a la esperanza y que ustedes vivirán en toda su fuerza meditando estas palabras.

Alguna vez dije que “esperanza” no es “optimismo”, “optimismo” es una expresión light, la esperanza es otra cosaNo podemos tomar a la ligera el sufrimiento de las personas e intentar consolarlas con frases de circunstancias y buenismo. Nuestra esperanza tiene un nombre, Jesús, ese Dios que no ha sentido asco de nuestro barro y que, en vez de salvarnos del barro, se ha hecho barro por nosotros. Y ser sacerdote es ser otro Cristo, es hacerse barro en el llanto del pueblo, y cuando vean a la gente rota, porque en Valencia hay gente rota, que ha perdido la vida a pedazos, repártanles ustedes trozos, pedazos, de ustedes mismos, como Cristo lo hace en la Eucaristía. Por favor, dense gratis, porque todo lo que tienen lo han recibido gratis, no se olviden de la gratuidad, y por favor les pido que recen por mí. Muchas gracias.