En la mañana de hoy, 15 de abril de 2021, el Papa Francisco ha participado en el funeral privado de monseñor Félix del Blanco Prieto, ex limosnero apostólico de Su Santidad.
El funeral fue celebrado a las 12 horas por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, en el Altar de la Cátedra de la basílica de San Pedro, ha informado la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Monseñor del Blanco falleció el pasado sábado 10 de abril, a la edad de 84 años, en el Policlínico Gemelli de Roma, desde 2007 hasta el 3 de noviembre de 2012 fue limosnero apostólico de Benedicto XVI.
Una vida “como servicio”
Según informa Vatican News, en su homilía, el cardenal Parolin recordó la figura del prelado español, nacido en Mogrovejo, Cantabria, el 15 de junio de 1937: “Monseñor del Blanco por voluntad del Padre celestial tuvo la inmensa gracia de ser de Cristo”. Una pertenencia que comenzó con el Bautismo, continuó con la ordenación presbiteral en 1961 y episcopal en 1991, y se expresó “en una vida concebida y gastada como servicio”.
Un servicio que ejerció “esencialmente” en favor de la Santa Sede, primero como colaborador del entonces secretario de Estado, el cardenal Agostino Casaroli, y luego como nuncio, principalmente en África, “suscitando estima y buena voluntad en todas partes”, resaltó el purpurado. De 2007 a 2012 fue limosnero apostólico de Benedicto XVI, “ejerciendo la caridad hacia los pobres” en nombre del Papa.
Testimonio de amabilidad
“Durante su larga vida, rica en encuentros y experiencias” se encontró con personas de ámbitos y culturas diferentes entre sí, dando testimonio de “amabilidad, comprensión y paciencia en sus relaciones con el prójimo”, describe el secretario de Estado.
Mons. del Blanco trató de transmitir, “la verdad y el auténtico bien de las personas con la respetuosa delicadeza que brota de la caridad” y deja un importante legado: “el testimonio de la total pertenencia a Cristo, que se tradujo en la búsqueda constante del Reino de Dios por encima de todo, en el cumplimiento fiel del propio deber, y en el ejemplo de una inquebrantable confianza en Dios en cualquier circunstancia de la vida, incluso en el momento del sufrimiento y la enfermedad”.